Mis Propias Finanzas
6 Mayo 2025 03:05 am

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El interés compuesto es el mejor aliado para construir patrimonio

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Por siglos, el interés compuesto ha sido llamado la octava maravilla del mundo. Se dice que Albert Einstein lo nombró la fuerza más poderosa del universo. Si bien no hay pruebas de que esa cita sea suya, no le falta razón a la afirmación: el interés compuesto es una de esas fuerzas invisibles que, con paciencia, constancia y tiempo, transforma lo pequeño en grande. 

La manera más sencilla de definirlo es el interés que generan los rendimientos obtenidos en el pasado. En la práctica funciona así: Si inviertes 1.000 pesos al 10 por ciento anual de interés compuesto:

Año 1: $1.000 × 1,10 = $1.100
Año 2: $1.100 × 1,10 = $1.210
Año 3: $1.210 × 1,10 = $1.331

Para evidenciar lo poderoso que es este concepto veamos el siguiente ejemplo: una persona de 20 años invierte 1 millón de pesos a una tasa del 10 por ciento efectivo anual compuesto. Sin añadir ni un peso más, a los 60 años tendrá más de 45 millones. No hizo magia. No ganó la lotería. No heredó nada. Solo dejó que el tiempo y los intereses hicieran su trabajo. Ahora imagina que, además del millón inicial, la misma persona aporta cien mil pesos cada mes. El resultado al cabo de los 40 años sería más de 500 millones de pesos.  

El verdadero valor del interés compuesto no se obtiene por la cantidad que se invierte, sino mediante el desarrollo del hábito de la inversión y el tiempo que se le permite actuar. Warren Buffett, uno de los inversionistas más exitosos del mundo, ha dicho que su riqueza se debe a “vivir en América, suerte genética y el interés compuesto”. Empezó a invertir cuando era niño, y dejó que esa bola de nieve rodara durante décadas. Más del 95 por ciento de su fortuna la consiguió después de los 60 años, lo que resalta que, a medida que pasa el tiempo, el interés compuesto es cada vez más poderoso. Por eso es fundamental no interrumpir su trabajo.  

La mayoría de las personas subestiman lo que pueden lograr en 10, 20 o 30 años. Vivimos en una cultura de gratificación inmediata, donde el esfuerzo se mide en días, no en décadas. Pero el interés compuesto no responde a la impaciencia: premia a quienes entienden que la riqueza real se construye poco a poco, gota a gota, pero sin cesar.

El interés compuesto no es solo una fórmula matemática. Es una filosofía de vida: hacer pequeñas cosas bien, de forma constante, y dejar que el tiempo las convierta en algo extraordinario.

¡A seguir aprendiendo!

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