Marisol Gómez Giraldo
29 Abril 2025 03:04 am

Marisol Gómez Giraldo

El lado B de la carta de Leyva

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Mucho se ha especulado sobre las supuestas adicciones del presidente Gustavo Petro a drogas ilegales, y quizás por eso los sugerentes párrafos del excanciller Álvaro Leyva sobre ese punto en la carta que le dirigió al mandatario se robaron la atención de los medios y de la opinión pública en general. Pero otro punto de esa misiva, muy llamativo por aludir al presidente de un país, pasó prácticamente inadvertido. 

En tres apartados de su carta de cuatro páginas, Leyva se refiere a las dificultades que tuvo pese a su condición de canciller, para acceder a Petro. “Si bien es cierto que fui un funcionario de altísimo nivel (…), debo manifestarle que nunca fue fácil aproximarlo. Eso bien lo sabe”, escribió el exministro de Relaciones Exteriores en la primera de sus alusiones a la distancia del presidente. Y sostiene que nunca pudo reunirse con Petro para trazar la política exterior.  

Si bien Leyva pone el foco de esa incomunicación con el presidente en el control que la entonces secretaria privada de Petro, Laura Sarabia, supuestamente ejercía sobre los tiempos y la agenda del mandatario, también expone que esa no era una situación personal, sino que afectaba a los ministros en general.

“Una vez inicié mis funciones, me di cuenta prontamente que usted no hablaba recurrentemente con sus ministros. Casi nunca. Encontré que su círculo de confianza era bien reducido. Entre los ministros lo comentábamos. Yo, el mayor, me convertí en escucha de varios”, sostuvo Leyva en su explosiva comunicación.

Tan inquietante como puede ser una supuesta adicción a drogas ilegales del presidente de cualquier país, por lo que ello implicaría para el desempeño de sus funciones, es que un mandatario no reciba a los principales operadores de su plan de gobierno, que en el caso de Colombia son sus ministros. 

Y esto es perturbador, porque una condición esencial para una gestión de gobierno eficiente y en beneficio de los ciudadanos es el diseño, la implementación y la evaluación de las políticas públicas.

Petro desmintió la parte de la carta de Leyva que habla de sus supuestas adicciones, pero no dijo nada sobre el gravísimo señalamiento sobre el muro que lo separa de sus ministros y de las dificultades que estos tendrían para trazar las políticas de sus carteras, de acuerdo con los objetivos del llamado ‘gobierno del cambio’.

Aunque el excanciller atribuye esa falta de diálogo de Petro con sus ministros a que el círculo de confianza del presidente es reducido, otros exfuncionarios del mandatario que han hablado con esta periodista señalan que el presidente no suele ni reunirse ni tener una relación fluida con sus ministros. Ni siquiera con los que se consideraban cercanos a él.

Por ejemplo, a Susana Muhamad, la exministra de Medio Ambiente, seguidora y admiradora de Petro y quien está con él desde los comienzos del Partido Colombia Humana, la vieron varias veces provocando encuentros con el presidente ante la imposibilidad de lograr las citas que formalmente pedía con él. 

“Esperaba al presidente en Catam cuando sabía que él iba a salir de viaje o a llegar de un viaje”, afirma uno de los excolaboradores de Petro.

Y eso que se supone que la política ambiental es uno de los puntales del ‘gobierno del cambio’.

Tanto lo que afirma el excanciller Leyva como lo que dicen otros exfuncionarios del actual gobierno sobre la distancia personal que mantiene el presidente con sus ministros revela una personalidad muy particular para un gobernante. 

Cada presidente tiene su estilo, desde luego, pero es apenas lógico pensar que la comunicación entre un mandatario y sus ministros constituye un elemento central para una gobernanza efectiva y para convertir en hechos lo que se promete a los ciudadanos que votaron por el gobernante. 

Por eso cabe preguntarse si la tendencia a aislarse que Leyva y varios excolaboradores le atribuyen al presidente ha incidido en los resultados de su gobierno en temas cruciales como la seguridad, la salud pública, la política de paz y el desarrollo de las regiones más vulnerables. 

Parece una contradicción mayúscula que un presidente que se precia de saber escuchar al pueblo no dedique tiempo a escuchar a sus ministros.
 

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