
Es probable que sea coincidencia, pero lo cierto es que la película Cónclave se estrena en un momento en el que los ojos del mundo están sobre Roma. La historia, como su nombre lo indica, ocurre luego de la muerte del papa, cuando los cardenales de la iglesia católica se encierran con llave, es decir, con clave, para elegir al nuevo Sumo Pontífice.
El mundo mira a Roma y no porque le haya ocurrido algo a Francisco, para nada. Es cierto que el papa está enfermo y que sufre de las rodillas. Se sabe que necesitaba una cirugía a la que no se quiso someter, por lo que terminó postrado en una silla de ruedas y, si bien no está moribundo ni nada por el estilo, algunos miembros del clero y muchos de sus feligreses han comenzado a preguntarse cuál será su legado.
Las encíclicas en su papado han sido pocas (cuatro, una de las cuales escribió junto con Benedicto XVI) y su impacto está lejos de ser masivo. A pesar de ser progresista y haber abordado temas polémicos como el homosexualismo, el divorcio, el papel de las mujeres en la iglesia o el cambio climático, sus opiniones han desentonado en una iglesia conservadora y en un clero en el que no encuentra eco y sí muchas críticas.
Tal vez porque es consciente de todo eso, el papa Francisco se ha concentrado en organizar entonces el Jubileo, la más grande celebración de la iglesia católica, que conmemora el nacimiento de Cristo y se lleva a cabo cada 25 años. La celebración data de los tiempos del papa Bonifacio VIII, en 1300, y antes se llevaba a cabo cada cien años, luego cada cincuenta y ahora cada cuarto de siglo. El Jubileo comenzó oficialmente el 24 de diciembre de 2024 con la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, y luego paulatinamente se han abierto las puertas santas de las diversas basílicas de la ciudad (que permanecen selladas durante 25 años), para que los peregrinos puedan pasar a través de ellas y conseguir la indulgencia plenaria, que no es otra cosa que el perdón de sus pecados.
El Jubileo es, además, una oportunidad perfecta para 'remozarse', y no solo el Vaticano sino la ciudad de Roma han invertido millones de dólares en el proyecto, que se espera traiga turistas de todas partes del mundo, esta vez en peregrinaje por los lugares sagrados.
La iglesia es más secular de lo que nos quieren hacer pensar y, en eso, Cónclave es magnífica. Lo más interesante de la película no es la actuación de Ralph Fiennes (que es buenísima), ni los escándalos que protagonizan los cardenales (tan similares a los que han salpicado a tantos sacerdotes que ya ni nos sorprenden), ni siquiera el final 'hollywoodesco' de la historia. Lo más interesante es la cotidianidad y la humanidad del clero, porque muestra a sus miembros siempre más preocupados por sus celulares, o por sus cigarrillos electrónicos, o incluso por las noticias del mundo exterior, que por los asuntos espirituales.
En esto, Francisco también ha sido un ejemplo. Humano (o mundano, según se le vea), el Santo Padre se ha mostrado preocupado por temas como el fútbol o la política latinoamericana, y la iglesia que dirige no se queda atrás. Así que, junto con la oportunidad de rezo, absolución y penitencia del Jubileo, viene también la posibilidad de comprar reliquias y suvenires y todo el merchandising que viene con la marca 'Jubileo 2025', hecho a la medida de las necesidades, las profesiones y la edad de cada peregrino.
Los ojos del mundo están sobre Roma, es cierto. Falta ver qué queda para la ciudad, para la iglesia y para los feligreses después de un año de fiesta.
