Nuevos chancucos e irregularidades por parte del señor César Augusto Pachón Achury se hicieron para lograr cumplir a las malas con los requisitos para llegar a la Agencia de Desarrollo Rural, ADR. Como hemos denunciado en esta columna, la hoja de vida que presentó en agosto para quedarse con el importante cargo estaba llena de mentiras que se pudieron demostrar. Ahora, tres meses después, se presentaron otras para acreditar información que también resultó falsa e insuficiente. Nada importó porque el jueves pasado lo nombraron en propiedad.
Empecemos por el deber ser de esta crónica de una corrupción anunciada. La transparencia y la meritocracia deberían ser los principios rectores en las instituciones públicas, especialmente en un gobierno que se hizo elegir con un discurso en el que se iba a luchar por superar una percepción arraigada de descomposición y burocracia en el sector público. Sin embargo, el funcionamiento real de este gobierno, y su modus operandi, se puede explicar en todo lo contrario y el doloroso proceso de nombramiento de Pachón como presidente de la ADR, es un ejemplo perfecto.
Las irregularidades en la verificación de requisitos y las inconsistencias en las certificaciones de experiencia del señor Pachón parecen indicar que, más allá de su deseo de liderar una entidad crucial para el desarrollo agrario, hay un interés latente por aprovechar una posición estratégica para fines cuestionables. La pachanga de Pachón.
Por eso vamos a la cronología de las irregularidades, que empieza con una denuncia que publicamos en este espacio el 8 de septiembre, titulada Las mentiras de Pachón. En ella documentamos varias inconsistencias. La primera tenía que ver con su experiencia laboral y con uno de los cargos que, según su hoja de vida, ostentó entre 2005 y 2012. El currículum de Pachón decía que en ese periodo se desempeñó como investigador científico en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia y que de hecho hizo parte de la dependencia de Investigación y Desarrollo Tecnológica de esa institución educativa.
Falso. Después de una confirmación con la universidad, quedó probado que Pachón no trabajó como investigador científico siete años. Su relación con la entidad educativa únicamente fue ser estudiante y profesor tres meses. Para colmo de males, la dependencia de la que dijo haber hecho parte no existe, ni tampoco el cargo, no estaba acreditado como investigador ni en la universidad, ni en el Ministerio de Educación, no tenía producciones científicas y la dirección que usó para justificar su trabajo, era inventada. Todo mal.
Poco después de ese escándalo, se hizo público un documento oficial que fue escrito el pasado 16 de septiembre, que corroboraba esta situación. El 28 de agosto de 2024, la coordinadora del Grupo Interno de Talento Humano del Ministerio de Agricultura, siguiendo instrucciones de la secretaria general del Ministerio, Nancy Andrea Moreno, envió un correo electrónico que adjuntaba la verificación de requisitos del señor Pachón. Aunque se indicaba que Pachón cumplía con los requisitos mínimos, también se mencionaban documentos faltantes, que debían ser resueltos por la ADR.
Lo que parecía un procedimiento administrativo normal, rápidamente, se tornó en un laberinto de documentos carentes, aclaraciones poco convincentes, certificados cuestionables que despertaron más dudas que certezas, mentiras, amañes, remiendos y persistentes incógnitas. Investigación que apaña a Pachón, tiene cien años de perdón.
Según la información, el 30 de agosto, la ADR procedió con la revisión de los documentos de Pachón y determinó que, a pesar de ciertos vacíos, cumplía con los requisitos mínimos para avanzar con su hoja de vida ante el Departamento Administrativo de la Función Pública, DAFP. El 2 de septiembre, su información fue publicada en la página web de presidencia, como exige la normativa en términos de transparencia. Qué transparencia la de esta presidencia, que brilla por su ausencia.
El 6 de septiembre, desde la ADR se enviaron documentos faltantes al ministerio, y el proceso parecía seguir adelante. Sin embargo, pocos días después, otro revés, un juicioso asesor de la Secretaría Jurídica de la presidencia solicitó un análisis más riguroso de la experiencia profesional de Pachón, lo que denotaba preocupaciones legítimas sobre su documentación y cómo esta no cumplía realmente con los requisitos del cargo. Aquí surgieron otras grietas serias, ya que las funciones descritas en los registros de Pachón no se alineaban con las exigencias para el puesto de presidente de la ADR, mostrando otras mentiras en las certificaciones.
El 13 de septiembre, la Agencia de Desarrollo Rural solicitó un concepto al DAFP y a la Comisión Nacional del Servicio Civil para determinar si las funciones declaradas por Pachón podían considerarse como experiencia relacionada. La respuesta del DAFP fue clara: no. Y aunque la entidad no podía interferir directamente, enfatizó que era responsabilidad exclusiva de la unidad de talento humano de la ADR verificar que el candidato cumpliera con los requisitos de manera precisa y detallada.
Seis días después, el 19 de septiembre, como por arte de magia, Pachón presentó una declaración extraproceso, certificada por la Notaría Única del Círculo de La Calera, donde afirmaba haber ejercido ciertas actividades profesionales de manera independiente. Ahí viene otra falsedad porque es que ni jurando se le puede sacar una verdad al nuevo presidente de la ADR.
Al revisar este documento, la entidad encontró que las actividades descritas no guardaban relación con las funciones establecidas para el cargo. Más aún, al consultar la plataforma denominada Adres, se descubrió que Pachón nunca había realizado pagos a la salud en el periodo en que decía haber trabajado independientemente, lo que añadía más dudas sobre la veracidad de sus afirmaciones. Pero Pachón no perdió su impulso para entregar nuevas pruebas falsas y dudosas. Porque, como hemos dicho antes, tras de Pachón, bufón.
Según la revisión del expediente, el 23 de septiembre presentó una nueva certificación de una empresa denominada Agroglobal, con la esperanza de validar su experiencia. No obstante, tras una nueva revisión, la ADR concluyó que las funciones allí descritas seguían sin cumplir con las competencias exigidas para el cargo de presidente de la ADR.
En especial porque varios intentos de contacto con la empresa Agroglobal fueron infructuosos, lo que añadió más dudas al velo de misterio de la autenticidad de los documentos de Pachón. O más certezas.
Dos días después, el 25 de septiembre, Pachón envió un nuevo correo a la ADR solicitando la revisión y revalidación de su hoja de vida, mencionando nuevos precedentes del año 2018 y otros documentos con los que intentaba justificar su experiencia.
Interesante cómo algo que no cambia mucho, como la historia laboral de una persona, ha ido mutando en este caso con cada certificación desechada. Sin embargo, la ADR reiteró que incluso con los nuevos documentos, Pachón no cumplía con los requisitos del cargo.
Aquí viene el derecho de petición y la sorpresiva certificación. El pasado 10 de octubre, Pachón elevó un derecho de petición directamente al presidente Gustavo Petro y a la ministra de Agricultura y Desarrollo Rural, Martha Carvajalino. Adjuntó un certificado que lo acreditaba como miembro independiente de la junta directiva del Banco Agrario desde el 21 de marzo de 2024.
Ese documento no había sido incluido en los intercambios previos. Esta inclusión tardía, levanta otras sospechas, en especial porque si esta certificación era tan crucial, ¿por qué no fue presentada antes? ¿Acaso fue creada como un último recurso desesperado para justificar su nombramiento? De todas maneras, difícil certificar con poco más de seis meses de experiencia en una junta directiva, lo que la ley exige para ese cargo con diez años de experiencia en el sector.
En el juego de persistencia de Pachón y la complicidad de presidencia, el 18 de octubre, el Ministerio de Agricultura remitió a la ADR las nuevas certificaciones aportadas, incluida la del Banco Agrario. Como dice el dicho centroamericano, al que nace pa’ tamal, del cielo le caen las hojas, o en este caso, las certificaciones. Ta’ mal la cosa.
No obstante, la ADR se mantuvo firme, puesto que, tras revisar todos los documentos, incluidos los más recientes, concluyó que Pachón seguía sin cumplir con los requisitos exigidos por la resolución que define las funciones del cargo de presidente de la ADR.
El 25 de octubre, la ADR solicitó a Pachón que actualizara su hoja de vida en el sistema Sigep II con los documentos nuevos, lo cual se realizó de inmediato. Sin embargo, después de todas las costuras y enmiendas al contenido de esa colcha de retazos seguía siendo insuficiente para acreditar su idoneidad para el cargo. El pasado 30 de octubre, la ADR, en un ejercicio de transparencia, publicó nuevamente su hoja de vida, aunque el proceso inicial estaba ya viciado de dudas y cuestionamientos. Como dijo Descartes, es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez. En este caso, muchas veces.
El caso de César Pachón pone en evidencia los riesgos de nombrar a una persona sin la idoneidad y experiencia necesaria en un cargo tan importante. ¿Cómo se puede confiar en un líder que recurre a mentiras, documentos cuestionables, certificaciones falsas y tácticas desesperadas para asegurar una posición de poder? Más aún, ¿por qué presidencia permite que procesos como este lleguen tan lejos?
Eso, sin profundizar en el otro caso que hemos denunciado en esta columna de corrupción que involucra al nuevo presidente de la ADR, por el cual la Corte Suprema lo investiga y en donde existe una sentencia de la otra parte involucrada en el caso de pagos ilegales. Recordemos que el pasado 25 de junio, la Sala de Instrucción de la Corte abrió una investigación formal en contra de Pachón, por los presuntos delitos de cohecho propio, falsedad ideológica en documento público, peculado por apropiación y concusión.
Los delitos se conocieron después de que saliera a la luz pública que Pachón había contratado, cuando fue representante a la Cámara, al señor José Isaac Torres, condenado hoy en día por esto, desde el 25 de septiembre de 2018 al 1 de diciembre de 2019, como asistente en su Unidad de Trabajo Legislativo, con el único propósito de pagarle una deuda personal con el salario proveniente de recursos públicos. Imagínense las culebras de las que va a salir con la gran nómina de la Agencia de Desarrollo Rural.
Pero todo eso parecen detalles sin importancia para este gobierno del supuesto cambio, que juró luchar contra la corrupción de la cual ahora es parte. En especial porque el futuro de los campesinos, por los cuales prometió trabajar, depende de la honestidad y la eficiencia de sus instituciones. La vida es de los vivos y estos deben estar preparados para el cambio, decía Goethe. Pero este gobierno del Cambio se está pasando de muy vivo.
Y ahora que este pasado 7 de noviembre, pese a todos estos cuestionamientos y pruebas en su contra, se firmó el Decreto 1348 con el que el gobierno de Petro nombró a Pachón presidente de la ADR, permite que los intereses personales y económicos dominen la dirección de esa entidad, y con eso condena al sector rural a un mayor estancamiento y atraso.
El campo colombiano merece líderes capaces y comprometidos, que trabajen para mejorar las condiciones de quienes lo habitan y lo trabajan. Sin embargo, el proceso de nombramiento del señor César Augusto Pachón Achury como presidente de la Agencia de Desarrollo Rural ha demostrado todo lo contrario y ha encendido alarmas graves sobre la transparencia, la legitimidad y las verdaderas intenciones que rodean esta presidencia.
En especial porque fuentes al interior de la agencia, le contaron de manera confidencial a esta columna que Pachón ya venía corriendo hace semanas a meter amigos políticos en la entidad y feriando los proyectos productivos de la ADP. Increíble que este gobierno no tuvo a otro candidato para poner en ese cargo. Uno que cumpla con los requisitos legales, o que no tenga investigaciones de corrupción y pruebas de falsificación de documentos. No es mucho pedir. En especial porque al campo colombiano no le cabe un mentiroso más, y otro corruptazo, menos. Ya tiene un mentiroso en la Presidencia de la República y un investigado por corrupción en la presidencia de la Agencia de Desarrollo Rural.
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