La arquitectura del comercio internacional que se construyó sobre las bases del multilateralismo para sacar al mundo de la devastación en el que quedó sumido después de la Segunda Guerra Mundial es cosa del pasado.
Ahora soplan solo vientos unilaterales, o mejor, de los caprichos de las grandes potencias, que son los que empiezan a imponerse.
Dos hechos de esta semana así lo indican: después de 20 años de arduas negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur, y cuando todo estaba listo para la firma correspondiente, bastaron unas cuantas manifestaciones de los agricultores franceses en las carreteras del Hexágono, para que el presidente Macron le notificara a su homologo argentino que el gobierno francés de ninguna manera ratificaría el tratado de libre comercio con el Mercosur, porque contrariaba algunos postulados ambientales de la Unión Europea. Y que por lo tanto se requeriría una renegociación nuevamente. El veto francés equivale en la práctica a la imposibilidad de que el difícil acuerdo con el Mercosur trabajado durante cerca de 20 años entre en pausa.
Con la llegada al poder de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos se abren horizontes no menos inquietantes sobre las posibilidades de que el multilateralismo vuelva a tener alguna oportunidad para regular y tutelar los procesos comerciales. Todo indica que de ahora en adelante –y al menos durante los próximos cuatro años– los caprichos del señor Trump serán los que prevalezcan.
En un interesante trabajo elaborado recientemente por el Dr. Gabriel Ibarra (uno de los mejores expertos con quien cuenta el país en el tema de la regulación entre el comercio internacional) puede leerse lo siguiente:
“Sin embargo, con la llegada de Donald Trump a la presidencia, el futuro de la política ambiental de Estados Unidos es bastante sombrío. Durante su campaña, en el mes de septiembre, Trump anunció que pretendía eliminar el Nuevo Pacto Verde o el Green New Deal porque esos convenios representan un lastre para la competitividad. También indicó su intención de fortalecer la industria de combustibles fósiles y gas, y disminuir la demanda de los vehículos eléctricos.
De acuerdo con un estudio realizado por Carbon Brief, empresa de investigaciones de impacto climático de Reino Unido, las políticas de Trump añadirán cuatro mil millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Lo anterior implica que Estados Unidos empezará a generar mayores externalidades negativas en el medio ambiente y mantendrá la brecha de desigualdad en el comercio internacional, especialmente en los países de América Latina”.
Este tipo de actitudes de las grandes potencias que echan por la borda cualquier intento de moldear el comercio internacional sobre las bases multilaterales y del respeto a las normas jurídicas irá creando un sistema cada vez mas errado y, por tanto, más hostil al desarrollo económico mundial.
Hasta el punto de llegar a extremos impensados como el del parlamentario republicano que propuso que los Estados Unidos le impusieran un 60 por ciento de arancel a todo barco que tocara el nuevo puerto construido en el Perú con el apoyo y colaboración de la China.
El instituto Elcano de España en un estudio reciente muestra cómo postergar la firma de la asociación de la Unión Europea con el Mercosur significará renunciar a consolidar un mercado entre la UE y América Latina de más de 770 millones de personas, mayor que el acuerdo UE – Japón, firmado en 2018.
Veremos pues en los meses venideros los primeros fogonazos de una guerra comercial sin ley ni orden, en la que lo que queda del multilateralismo será cada vez más imperceptible; y donde el capricho de las grandes potencias o los grupos de presión al interior de ellas impondrán su desordenado criterio así haya que ir cerrando melancólicamente el comercio internacional.
Esta semana anunció Donald Trump que se estrenará imponiéndole a China un arancel sobre todas sus exportaciones a USA del 10 por ciento, y a Canadá y México del 25 por ciento.
25 por ciento de sobrecargo arancelario es una barbaridad que pagarán en primer lugar los consumidores de los Estados Unidos, pero que destruye la confianza legítima sobre la cual se han tejido las bases de comercio internacional en los últimos años, y pone contra los palos a sus vecinos más importantes.
Es una noticia inquietante en grado extremo aunque ya había dado muestras el magnate de su preferencia por el garrote de los aranceles para solucionar a la brava diferendos comerciales reales o supuestos con otros países.
Preocupa sobre todo el alza del 25 por ciento de los aranceles para México que es uno de los principales socios comerciales de USA. El garrote del arancel puede golpear también fácilmente a otros países de la región, como Colombia, si no manejamos nuestra diplomacia comercial y el lenguaje con guantes de seda.
Trump va a estar rodeado de lobbista de los grandes intereses a los que prestará oído atento; y quienes le aconsejarán cerrar más y más los lazos del multilateralismo tejidos con tanto esfuerzo, y desconocer sin sonrojo las normas jurídicas que rigen el comercio entre los pueblos.
El multilateralismo y la OMC quedan ignorados como trastos viejos en esta nueva era de los Estados Unidos. Los perjudicados van seguramente a retaliar: así empezó (o fue una de las causas) de la gran depresión de los años treinta del siglo pasado.
No augura pues nada bueno para América Latina lo que será el gobierno arrogante de Trump que se inaugura en dos meses.