Ana Cristina Restrepo Jiménez
26 Mayo 2023

Ana Cristina Restrepo Jiménez

El mundo (tal y como lo conocemos)

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“He spoke of the absence of children.
The need for a child’s voice so acute
there were days his eyes stung
with the ache to hear a baby cry”
The Very World (fragmento), Lorna Shaughnessy

“Yo sí quiero poner en evidencia: cuando nosotros vamos a los diálogos regionales vinculantes, cuando estuvimos con los gobernadores, los alcaldes y el Congreso: este tema [la búsqueda de los desaparecidos] no es prioritario en la jerarquización de recursos. No se le estaba pidiendo a Planeación un esfuerzo sustantivo para que estos recursos tuvieran prioridad. Este es un llamado a la consciencia nacional: aparecen las vías terciarias, universidades, [el] desarrollo agropecuario y [la] compra de tierras con mucha fuerza […] ¡Me impresiona que [la búsqueda de los desaparecidos] no haya sido una prioridad en los debates del Congreso!”. Intervención de Jorge Iván González, director del Departamento Nacional de Planeación (DNP), en la audiencia de seguimiento de medidas cautelares del Cementerio de los Pobres de Aguachica, Cesar, adelantada por la Jurisdicción Especial para la Paz. (Véase https://n9.cl/ttaik entre minutos 6:28:45 y 6:30).

Escuche la columna completa:

¿Por qué priorizar la búsqueda de gente que ya no existe ―básicamente porque no se nombra―, sobre la construcción de puentes, carreteras, universidades y hospitales, o restitución de tierras de quienes sí estamos vivos? ¿Por qué destinar dinero a la protección de cementerios de personas sin nombre o a tecnologías y recursos humanos para detectar y procesar ADN? ¿Por qué las licencias ambientales se preocupan por los restos de culturas precolombinas y no por los de aquellos cuyas madres todavía habitan y lloran este mundo tal y como lo conocemos?

Los desaparecidos hacen parte de lo que Gonzalo Sánchez, exdirector del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), llamaría “las memorias suspendidas” (aquellas que, por ejemplo, los paramilitares extraditados dejaron de confesar). “La desaparición forzada busca llevar a su máxima expresión la negación de lo humano y de las personas como sujetos sociales, su voz, actuación, autonomía y participación”, señala el informe “Entre la incertidumbre y el dolor: impactos psicosociales de la desaparición forzada”, del CNMH. Las palabras del director del DNP halaron aún más el velo que descorrió el Acuerdo de La Habana, el mismo que evidenció el clasismo institucional y social manifiesto durante décadas de desprecio a las familias de las víctimas de desaparición forzada, que en su gran mayoría son personas inmersas en distintas formas de vulnerabilidad y pobreza. 

¿El mundo tal y como lo conocemos?

La invisibilización de los desaparecidos es parte de una estrategia sistemática del Estado para ocultar la verdad del conflicto; lo cual ha sido bastante sencillo pues ha contado con la complicidad de una sociedad civil sin memoria, distraída (alfabetizada, pero tozuda en la ignorancia) e indolente, cuya estructura mental, concentrada en lo urbano, es entrenada para trabajar sobre lo que puede ver y tocar, la transformación de lo que está al alcance de sus sentidos. La verdad del conflicto, como patrimonio histórico, sigue siendo destruida, escondida bajo la versión oficial, voluntariamente olvidada. La anulación de los desaparecidos es otra manifestación de esa maña mafiosa de demoler todo lo que nos parezca “feo” o asociado a un pasado de vergüenza (casas, edificios, árboles, seres humanos, verdad histórica…) para entregárselo al primer aparecido ―ese sí― que sostenga al cemento fresco y a la “innovación” como la tabula rasa que da vida a las sociedades “desarrolladas”. 

La identidad es parte del desarrollo de una nación. En las historias de los desaparecidos anida parte de esa identidad nacional. (¡No es tan difícil entender la relevancia del Informe Final de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad!).

No pensar en los desaparecidos es negar lo que sus mentes le podrían haber dado a este país. Nuestra falta de imaginación solo nos muestra la superficie: madres llorando su incertidumbre, clavando palas en cementerios abandonados con la esperanza de hallar algún hueso formado en sus entrañas… la carencia de creatividad nos impide ver las ideas, los universos que se esfumaron con más de cien mil ciudadanos a quienes se los tragó la tierra. Las tumbas a ras de lodazales, en los meandros del Magdalena y el Cauca, son ajenos al mundo tal y como lo conocemos.

Se pregunta el director del DNP: “¿Necesitamos hacer, entre todos, proyectos adicionales que nos permitan negociar con el Ministerio de Hacienda o en la adición presupuestal o en el presupuesto de los años siguientes?”. El artículo 198 del Plan Nacional de Desarrollo acoge el Sistema Nacional de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas. El presupuesto nacional es de $1.145 billones ($405.6 billones para 2023). El Gobierno ha aprobado tres proyectos para la búsqueda: fortalecimiento de las capacidades tecnológicas de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas ($50.000 millones), robustecimiento de la misma entidad ($91.000 millones) e implementación de acciones extrajudiciales y humanitarias de búsqueda ($144.000 millones). Esto es, $287.000 millones. El Instituto Nacional de Medicina Legal cuenta con $31.000 millones.

En un espacio público, institucional, de cara a las víctimas, González reivindicó que la economía es, ante todo, humanidad: “¿Cuál es la consciencia que tenemos en el país de la importancia de la búsqueda de las personas que hemos querido, que seguimos queriendo y que no han aparecido?”. 

Una sutil epifanía cerró su intervención. “El presupuesto es la expresión de lo que quiere la sociedad”: el mundo tal y como lo conocemos. 

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