
Sigamos con la investigación de hace ocho días. Esta vez para contar que, hace seis meses, el representante a la Cámara por el Pacto Histórico, Pedro José Suárez Vacca, fue formalmente acusado por la Corte Suprema de Justicia por el delito de prevaricato por acción agravado en modalidad de delito continuado. Se lo ha mantenido en secreto el ternero.
La acusación, radicada bajo el número 672 y aprobada mediante Acta No. 30 el 15 de agosto de 2024, se basa en pruebas irrefutables sobre cómo, siendo juez quinto de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Tunja, Suárez Vacca manipuló el sistema judicial en beneficio de narcos y criminales de alta peligrosidad a cambio de sobornos.
Esta columna obtuvo en exclusiva el escrito de acusación en contra del congresista, un documento de 103 páginas que detalla las pruebas y el tiempo, modo y lugar de cómo Suárez Vacca otorgó beneficios judiciales ilegales y utilizó su cargo para favorecer a delincuentes.
La Corte establece que el exjuez violó la normatividad al concederle prisión domiciliaria al narco Lelio Nevardo Ávila Santana, condenado por narcotráfico y secuestro, pese a que la ley expresamente prohibía ese beneficio para delitos de tal gravedad. La Corte, o lo cortés, no quita lo valiente.
Como hemos denunciado en este espacio, y como detalla la investigación judicial, esa decisión fue tomada a cambio de un soborno de 35 millones de pesos, transacción que fue intermediada por su escolta personal de la época, el señor John Carlos Mancipe Puerto, ahora el testigo más importante del caso.
Pero la Corte Suprema no solo documentó los sobornos y la manipulación de decisiones judiciales. También incluyó en su acusación las denuncias de la funcionaria María Romelia Romero Gómez, quien en 2010 alertó sobre la alteración del sistema de reparto judicial. Así como se oye.
Según su declaración, el caso de Ávila Santana había sido inicialmente asignado al Juzgado Tercero de Ejecución de Penas, pero tras su salida temporal de su puesto de trabajo para tomar un receso, el sistema registró que el radicado había sido trasladado al Juzgado Quinto de Ejecución de Penas, el de Suárez Vacca.
La investigación judicial confirmó que este cambio fue deliberado y que el acusado aprovechó la alteración del sistema para asumir el caso, y garantizar la concesión de la prisión domiciliaria ilegal. Ahora lo ves y ahora no lo ves, por segunda vez.
El expediente en su contra cuenta con 10 cuadernos originales, 21 anexos, 37 discos de memorias, 1 DVD, 118 elementos materiales probatorios con su respectivo rótulo en cadena de custodia, y dos cartas que demuestran la culpabilidad del congresista. Todo un evangelio según San Narcos.
En esos se destaca un manuscrito, dado a conocer a la opinión pública en este espacio el 19 de noviembre de 2023, elaborado en una hoja de examen cuadriculada, dirigido al narco Lelio Nevardo Ávila y firmado por Pedro José Suarez Vacca.
En este documento, el entonces juez le instruía sobre cómo manejar su situación judicial y le advertía que no dejara rastros de sus comunicaciones. “Hace unos días usted llamó a mi celular y contestó mi esposa, usted dio su nombre y dijo que se quiere reunir conmigo. Agradezco que no se comunique a mis celulares pues definitivamente es mejor evitar sorpresas. (No dar papaya)”. Pero dieron papaya y a papaya dada, ilegalidad probada.
El manuscrito, que fue sometido a peritajes grafotécnicos, fue confirmado como auténtico y constituye una prueba directa de la corrupción que permeó el despacho del ahora congresista y entonces juez. Empieza a oler a Vaccaciones permanentes en La Modelo.
En la parte de la evidencia se establece que existe un informe de laboratorio, el número FPJ-13 del 8 de junio de 2011, con destino a la fiscal María Victoria Parra Archila, que contiene “el cotejo entre el manuscrito y firma del documento dubitado, y las muestras patronales elaboradas por Pedro José Suárez Vacca, con el fin de establecer la uniprocedencia”.
El informe concluye que “el manuscrito obrante en el anverso y reverso de una hoja de papel cuadriculado de examen, que contiene carta dirigida al señor Lelio Nevardo Ávila, que presenta firma a nombre de Pedro José Suárez Vacca, corresponde con los rasgos y características de las muestras manuscriturales del señor Pedro José Suárez Vacca, enviadas para el estudio”. El informe concluye que la carta es elaborada y firmada por el entonces juez y ahora represente a la Cámara del Pacto Histórico. Como decía mi abuelita, lea antes de firmar y cuente antes de guardar. El exjuez firmó después de mirar y contó la platica del soborno antes de guardar.
Pero no solo es el informe técnico. El mismo Suárez Vacca admitió que él es el autor de ese manuscrito al narco. En versión libre rendida ante el Consejo Seccional de Boyacá, con ocasión del proceso disciplinario, negó conocer al señor Lelio Nevardo Ávila Santana por fuera de lo relativo al proceso que cursó en su despacho, sin embargo, dijo que “es su manera de ser, con absolutamente todas las personas, y especialmente con aquellos que están privados de la libertad”. Miremos de qué se trata.
La famosa carta que dirige al narco Ávila Santana termina de esta manera: “Espero que todo esté bien para usted y su familia, así como para sus hijos. Cuando yo vea que es posible busco la manera de que nos veamos, por ahora es mejor por esta vía y Jhon está autorizado para hablar con usted de mi parte. (Sólo él). Usted entenderá igualmente que no puedo recibir a nadie más ni atender otro asunto, pero cuando yo vea que todo está en situación normal vemos cómo nos comunicamos más directamente. Reciba un fuerte abrazo. Saludos a sus padres. Pedro José Suárez Vacca”. Tan bello con su concierto para consentir.
Ahora el señor Suárez Vacca en su defensa como representante a la Cámara, trata de contradecir al señor Suárez Vacca cuando era corrupto juez. Su defensa establece que todo se trata de una imprudencia.
Primero asegura que “este señor (Mancipe Puerto) apareció un día a decirme que lo habían llamado para buscar una cita en mi despacho, aparentemente para el señor Ávila Santana; yo le manifesté que en una oportunidad había recibido una llamada en mi teléfono celular de una persona que dijo identificarse con ese nombre, y a quien no quise contestar, por cuanto sabía que este señor había tenido un proceso en mi despacho, por lo que me pareció una imprudencia y un abuso de su parte”. Imprudencia.
Y nadie apareció en su despacho. Para comprobarlo hagamos un paréntesis con otra carta. La certificación laboral firmada por el señor Suárez Vacca, con fecha del 15 de septiembre de 2009, con la misma firma del manuscrito, documenta que el señor John Carlos Mancipe Puerto se desempeñó como su escolta desde el 1 de junio de 2005. Ningún aparecido.
El relato de su entonces escolta y ahora testigo en su contra, contradice las mentiras del congresista. Según una entrevista conseguida por esta columna, esta fue la forma en que sucedió el encuentro entre los dos y la elaboración de la carta.
“Nos recogió un señor, que incluso era mocho, le faltaba un pie, pero en el carro que nos llevaba era un carro automático. En Chocontá paró y nos dio desayuno. Pedro iba a pagar el desayuno y le dijo no, no, no, no, don Lelio dijo que la misión mía es llevarlos sin que ustedes paguen y que estén allá antes de las ocho en Tunja y ya no más. Ah bueno, pasó así. Ya después, como a los dos tres meses, el doctor Pedro íbamos para el juzgado cuando ahí en una esquina diagonal a la Alcaldía, entró a una papelería que se llamaba Papelería Universitaria o, creo que se llama aún, y compró una hoja de examen cuadriculada. Nos fuimos para una cafetería, y me dijo Johncito: usted se acuerda donde estuvimos, ¿dónde Lelio? Le dije sí señor, necesito que se vaya para Bogotá y le lleve esto ¿Cómo así? Sí, váyase para Bogotá, le lleva esto, eso sí no se la vaya a dejar, me la devuelve”.

Pero para la defensa de Suárez Vacca, las evidencias en su contra no son más que imprudencias. Según el documento de la Corte, el acusado aseguró que “jamás tuvo intención de violar la ley, ni menos concertarse con otras personas para cometer conductas al margen de la ley, porque considera que lo que cometió fue una imprudencia al escribir la carta que le entregó al señor Mancipe Puerto; sin embargo, destaca que dicho escrito no incorpora solicitudes dinerarias, y si bien se equivocó también por la asistencia a un almuerzo en la casa del padre de un condenado, ello no es suficiente para colegir que incurrió en alguna conducta delictiva”. Podría suponer uno que el menú del almuerzo fue una muy histórica vaca frita cubana.
Frente a esto el documento de la Corte es contundente al desarmar la defensa del congresista. El Tribunal afirma que los argumentos de Suárez Vacca carecen de racionalidad, señalando que su intención ha sido entorpecer el proceso con recursos infundados y pruebas irrelevantes. La Corte dice que las pruebas en contra del congresista son “robustas, verificadas y respaldadas por peritajes independientes”. La Corte no es precisamente corta de vista.
Pese a eso, el partido de gobierno sigue en deuda de pronunciarse o sacarlo del movimiento, y el representante en tener la decencia de renunciar a su curul. Por esto, el escándalo también ha salpicado al Pacto Histórico.
Son varias las declaraciones del presidente Gustavo Petro, y de la bancada de gobierno, en apoyo a Suárez Vacca, minimizando las acusaciones y calificándolas como una persecución política. Y mayor el silencio que retunde al no pronunciarse como partido de gobierno ante un congresista acusado por la Corte Suprema de prevaricato por acción agravado en modalidad de delito continuado. Mi profesor de penal diría que más vale trote que dure y no galope que canse.
Trotando o galopando, la Corte Suprema no solo ha desmontado la defensa del congresista, sino que ha dejado en evidencia un patrón sistemático de corrupción en la rama judicial cuando el congresista Suárez Vacca fue juez. Vaccancia judicial de largo aliento, se podría decir en chiste.
Las pruebas son contundentes, el beneficio irregular para el narco está probado y el proceso sigue adelante, con lo que parece ser una muy probable convicción para el representante a la Cámara. Queda una cosa clara con este escrito de acusación y es que, por más que el novillo patalee, o que brame al viento y se tambalee, el río sigue su cauce fiel, y la justicia avanza sin retroceder. Como dicen en el campo, vaca rompedora no olvida el portillo y Vacca ladrona no olvida el oficio.
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