Gabriel Silva Luján
27 Marzo 2023

Gabriel Silva Luján

El túnel del tiempo

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“Cada vez que tomas una decisión, tú alteras el tejido del universo”.
El restaurante al final del universo, Douglas Adams (1980)

Mi pasión por la exploración espacial y la ciencia ficción se inició desde muy niño con los libros de Julio Verne y de Isaac Asimov. Seguía con fruición las series de televisión como Viaje a las estrellas y Perdidos en el espacio. Entre todas ellas había una que me intrigaba y seducía enormemente: El túnel del tiempo. Su especial encanto residía en que los protagonistas ingresaban a un túnel que les permitía visitar otras épocas y ser testigos de acontecimientos remotos.

Muchas lecturas, energía e ilusiones en mi infancia las dediqué a tratar de concebir esa máquina que me permitiría lograr semejante hazaña. Con amargura llegué al convencimiento de que eso no sería posible por lo menos durante mi existencia. Sin embargo, cuál no sería mi sorpresa que después, ya de adulto y luego de mucho recorrido, descubrí que efectivamente sí es posible regresar al pasado y viajar al futuro.

La llave capaz de abrir la puerta a ese elusivo milagro existe. Como en el “túnel del tiempo”, un líder puede llevar a un país hacia adelante o hacia atrás en la historia. Es precisamente desde el gobierno desde donde se puede conducir a una sociedad para que se adelante al futuro. Pero también es igualmente factible que desde el poder se conduzca a un pueblo de regreso al pasado, a vivir los tiempos y las épocas ya superadas. Infortunadamente, el gobierno de Petro parece interesado en que esa poderosa máquina del tiempo a su disposición termine conduciendo a los colombianos a un inmenso retroceso.

En materia de salud su reforma nos dejará en un sistema y en una infraestructura de provisión de servicios médicos similar a la que teníamos hace más de medio siglo. El dinosaurio del seguro social, los hospitales públicos y los puestos de salud volverán a convertirse en la norma. Cuando en el mundo se está avanzando en la dirección de nuestro sistema actual, aquí queremos regresar al que ya demostró incluso en los países industrializados su inconveniencia.

El mercado laboral moderno está basado en la especialización, el trabajo remoto, la libertad de movilidad, la mezcla de trabajo y emprendimiento, la flexibilidad en el horario de trabajo, el autoempleo, el empleo independiente y la intensidad en el uso de la tecnología. Estas características son el futuro del mundo del trabajo y son las que mejor se adaptan a la cultura individualista de la juventud contemporánea.

El gobierno presenta una reforma laboral que va totalmente en contravía de esas tendencias globales. Está inspirada en las conquistas sindicales de los albores de la industrialización. Las rigideces que impondría la nueva reforma laboral solo favorecen una pequeña porción de los actualmente empleados y a los sindicalizados. Es una reforma para la nostalgia dado que la tasa de sindicalización en Colombia es del 5 por ciento y en todo el mundo está disminuyendo.

En materia de hidrocarburos y política energética el gobierno ha planteado una política aparentemente de avanzada coincidente con el desafío del calentamiento global. Ha suspendido el otorgamiento de nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos. Suena futurista pero esa decisión lleva a la suspensión de la inversión extranjera en la actividad que ha sido motor del cambio tecnológico y del desarrollo de una industria local bastante sofisticada en el sector de hidrocarburos, metalurgia, ingeniería, construcción, refinación y derivados que ha sido un sector líder en la modernización y en la mejoría de la calidad de los empleos. Pregúntenle a un joven si prefiere ser mesero sirviendo a turistas extranjeros o ingeniero de petróleos con su propio emprendimiento de geología y sísmica.

Para finalizar y no extenderme demasiado, quiero destacar un área en la que el regreso al pasado no solo va a afectar a unos sectores o a algunos segmentos de la población sino a todos por igual. Me refiero a la lucha contra las economías ilegales, el narcotráfico y las organizaciones criminales. Con mucho esfuerzo el país logró reversar y contener la frontera del espacio de permisividad social a la ilegalidad. Con la actual política de drogas y con el sometimiento a la justicia, el crimen organizado transitará cómodamente a convertirse en actor legítimo de la política, de la economía y de la sociedad. De todos los viajes al pasado que nos propone este gobierno ese es quizás el más tenebroso.

En su novela, Cavernas de acero, el genio de la ciencia ficción Isaac Asimov refiriéndose a lo que le pasó a una sociedad del mañana cuando permitió que el crimen se saliera de las manos dice, “el crimen organizado es el último vestigio de lo que alguna vez fue una sociedad organizada”.

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