Johana Fuentes
28 Abril 2023

Johana Fuentes

El verdadero Petro

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Tan solo nueve meses duró la coalición que Gustavo Petro armó para tener las mayorías en el Congreso. El detonante que acabó con la luna de miel entre el gobierno y los partidos tradicionales fue la reforma a la salud. El presidente decidió hacer un remezón ministerial y convocó a sus más fieles alfiles. El pacto nacional que prometió cuando asumió el mandato se desdibujó ante la primera diferencia.  

No hay que olvidar que fue el propio Petro quien se buscó a las cabezas de La U, los liberales y los conservadores –partidos que representan todo lo opuesto al cambio– para armar un bloque legislativo sólido que le permitiera aprobar el paquete de reformas presentadas en el Congreso. Les dio cariñitos representados en ministerios y otros puestos, sin embargo, esta semana les pasó factura y sacó a sus cuotas del gabinete, ante la negativa de dichos partidos de apoyar el proyecto que busca reformar el sistema de salud del país. 

Gustavo Petro –que no soporta que lo contradigan y le cuesta reconocer cuando se equivoca–, culpó de la ruptura de la coalición a los mismos dirigentes que meses atrás había buscado para construir el supuesto “pacto social”, desconociendo que la exministra Carolina Corcho fue intransigente y arrogante: “La coalición política pactada como mayoría ha terminado en el día de hoy por decisión de unos presidentes de partidos. Algunos de los cuales amenazan a la mayoría de su propia bancada. A pesar del voto mayoritario en las urnas que pide un cambio en Colombia, este se intenta cerrar con la amenaza y el sectarismo”, dijo en su cuenta de Twitter.  

Un día antes de toda esta tormenta política, el presidente dio un duro discurso desde Zarzal (Valle del Cauca) que dejó ver su molestia y dio pistas de lo que se avecinaba: “Yo pienso que el Gobierno debe declararse en emergencia. Emergencia significa que día y noche los equipos del Gobierno estén trabajando en cómo bajar el precio de los alimentos, en cómo entregar tierra al campesinado, en cómo tener más alimentación sembrada y por tanto menores precios. Quien ya no sea capaz de hacer esto, ya no tiene espacio en nuestro gobierno”. 

También se fue lanza en ristre contra el Congreso: “Yo no entiendo si el Congreso de Colombia quiere guerra”, haciendo referencia a la supuesta eliminación de un artículo del Plan Nacional de Desarrollo que permite comprar la tierra sin expropiarla para dársela a los campesinos, hecho que fue desmentido por los ponentes del proyecto. Aunque el asunto resultó no ser cierto, hay que recordarle al presidente que el Congreso también fue elegido democráticamente y que en Colombia existe la separación de poderes. 

Allí no paró, Petro acudió a su recurso de poner todo en términos de buenos y malos para decir lo siguiente: “Aquí faltan dos cosas, porque o nos vamos del gobierno y que vuelvan los señores latifundistas a gobernar este país y nos lo llenen de falsos positivos y de sangre, que es lo único que saben hacer, o hacemos un pacto social”. Me pregunto, ¿cuál pacto social si al presidente solo le sirve esto cuando le dan la razón? 

Aunque la coalición se rompió, el gobierno no va a renunciar a buscar el apoyo a las reformas en el legislativo. El nuevo ministro del interior, Luis Fernando Velasco –un liberal disidente– confirmó que la estrategia será entrar a conversar con los congresistas y no con los directores de las colectividades. Además, Velasco no esperó ni un día para hacer un llamado para que los liberales convoquen una convención que les permita “poder escoger al líder que quieran”. Una señal de que con César Gaviria no van más. 

La salida de siete ministros fue ante todo una decisión política. Mantuvo a ministros criticados por su deficiente gestión, como Irene Vélez, el canciller Leyva y Mauricio Lizcano –con una denuncia por presunto acoso sexual– y sacó a su ministro estrella José Antonio Ocampo, con quien tuvo diferencias por la reforma a la salud y la junta directiva de Ecopetrol. También le dijo adiós a la ministra de Agricultura, que hace unos días cuestionó la transición energética. 

El mensaje es claro, Petro cierra filas con los suyos y saca a quienes se atrevieron a contradecirlo. Les da un portazo a los jefes de los partidos y hasta al santismo –aunque Santos diga que no existe–. Se acabó el presidente conciliador y se nos viene una temporada de balcón, tal y como sucedió hace algunos años durante su alcaldía. Ahora sí veremos al verdadero Petro.

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