María Jimena Duzán
5 Marzo 2023

María Jimena Duzán

El viacrucis de Petro

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Se equivocan los que piensan que al presidente Gustavo Petro no lo van a salpicar los escándalos de corrupción de sus familiares y que va a poder apagar el incendio con un comunicado en el que le pide a la Fiscalía que los investigue.

Por más que se haya desmarcado de los actos corruptos de su hijo y de su hermano y de que haya dicho que en su gobierno no hay cabida para quienes quieran sacar provecho personal de su compromiso con la paz de Colombia, incluso si son miembros de su familia, el Gobierno de Gustavo Petro, ha quedado contra las cuerdas.

La paradoja es que en esta ocasión quienes lo tienen así de arrinconado no son sus adversarios políticos, (Petro ha gobernado estos primeros meses casi sin oposición), ni las élites que quieren mantener el statu quo, sino su propia familia. Entre Nicolás, su ambicioso hijo que se ha llenado los bolsillos a costa de su nombre, de su hermano Juan Fernando que parece haber cruzado varias rayas rojas en su intento por sacar adelante el pacto de la Picota y del apetito burocrático de la primera dama, -la maestra Patricia Ariza la señala como la responsable de su salida del Ministerio de la Cultura- lo tienen acorralado.

En materia de lucha contra la corrupción, el escándalo de su hijo Nicolás no solo es una puñalada trapera contra su propio padre, quien hizo de esta bandera una de sus más grandes batallas. También es un golpe para el primer Gobierno de izquierda que llegó al poder con la promesa de cambiar la política, para hacerla más democrática, menos mafiosa. Los chats publicados por Semana entre Nicolás Petro y su entonces esposa, Day Vázques, revelan que su propia familia traicionó esos valores y que su hijo Nicolás llegó a la casa de Nariño a hacer lo mismo que han hecho las élites corruptas que han tenido el poder en Colombia: a enriquecerse y a embriagarse de poder. Eso debe tener muy defraudado no solo al presidente sino a todos los que votaron por ese proyecto pensando en que las cosas iban a cambiar. A espaldas de su padre, su hijo urdió una red de corrupción desde la campaña presidencial para pedirles dinero a contratistas y a personajes siniestros, que según su exesposa nunca llegaron a la campaña de Gustavo Petro sino que se quedaron en el bolsillo de su hijo. Esa red se fue sofisticando una vez Petro ganó el poder, lo que les permitió entrar a ministerios, sentarse con ministros y obtener cupos burocráticos. Como si fuera cualquier politicastro logró incluso que se nombrara en el Sena de Córdoba al candidato que él postuló y que era del clan Besaile. (cuando se supo que era ficha de estos cuestionados politiqueros, lo retiraron del cargo).

Según la exesposa de Nicolás Petro, el presidente supo de las andanzas de su hijo a comienzos de este año, pero al parecer decidió guardar silencio y solo vino a sacar el comunicado en el que se desmarca de él, un mes después, minutos antes de que el escándalo saliera en la revista Semana.

El asunto que enloda a su hermano, Juan Fernando Petro es mucho más complejo y contiene más aristas porque es una especie de reedición de un escándalo que reventó a medias en la campaña y que tuvo que ver con un supuesto pacto que se habría hecho en La Picota. El acuerdo se habría sellado entre emisarios del entonces candidato Petro y varios condenados por narcotráfico y parapolítica con el propósito de sacar adelante un proyecto de perdón social, que les iba a permitir a muchos de ellos salir de las cárceles. Uno de esos emisarios habría sido el hermano del presidente, Juan Fernando Petro. En ese momento, el escándalo no pasó a mayores. No se pudo probar que hubiera plata de por medio ni que estos narcodineros hubieran llegado a las arcas de Juan Fernando Petro. Seis meses después este escándalo revive con la denuncia de que hay un cartel de abogados que les pide plata a los narcos y parapolíticos que están en las cárceles, a cambio de beneficios a nombre de Juan Fernando Petro. Aunque el hermano del presidente salió a decir que él ha sido una víctima más de ese cartel de abogados, está bajo la lupa de la Fiscalía de Barbosa, que lo investiga.(Desde que llegó Petro al poder a incomodar, el fiscal Barbosa posa de independiente y ha dejado de ser el obsecuente que fue durante todo el gobierno de su amigo Duque).

Aunque todo parece indicar que su hijo y su hermano actuaron a sus espaldas, la oposición y sus críticos sedientos ya están montando la narrativa de que este es un Gobierno corrupto y de que estamos ante un escándalo de peores dimensiones que el ocho mil.

Petro que se las sabe todas, debe saber que incumplió el único mandamiento que no se puede transgredir en política, menos cuando se llega al poder en representación de la izquierda: no dar papaya.

Dejó que su hijo y hermano hicieran gestiones a nombre suyo y solo los paró cuando ya el escándalo había salido a los medios. Es cierto que cuando los hijos de Uribe se enriquecieron haciendo negocios como el de las zonas francas, su padre nunca los echó a la hoguera, sino que los protegió bajo sus alas. Petro no ha hecho lo mismo, pero repito, eso no basta.

Lo que demuestran estos escándalos es que el talón de Aquiles de Gustavo Petro no está en su manera disruptiva de concebir el poder, ni siquiera en la forma en que a veces pretende imponer sus reformas, sino en su vida privada. Ojalá logre salir bien de esta.

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