Johana Fuentes
31 Marzo 2023

Johana Fuentes

En cuidados intensivos

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En la misma semana el gobierno pasó de tener el 99 por ciento de la reforma a la salud concertada, a tenerla en cuidados intensivos y a punto de hundirse. Los partidos tradicionales se cansaron de esperar a que se incluyera en el texto final lo acordado en las reuniones en la Casa de Nariño y anunciaron que no acompañarán el proyecto. El presidente Petro sigue cerrando filas alrededor de Carolina Corcho y su discurso pasó rápidamente de buscar consensos políticos a una nueva invitación a movilizarse por las reformas. 

El primer partido en bajarse del bus fue el Liberal que, en cabeza de César Gaviria, había establecido unas “líneas rojas” que debían cumplirse con el fin de darle su apoyo a la reforma. Los principales requerimientos eran: establecer un modelo mixto de aseguramiento, mantener la libertad de los usuarios a la hora de elegir dentro del sistema y que la participación del sector privado no estuviese limitada. También se pedía cambiar el trámite de ley ordinaria a estatutaria. Por ese mismo camino iban las peticiones de La U y los conservadores, que eran un poco más optimistas con la negociación, pero que al final terminaron retirándose de la mesa y anunciando su rechazo al proyecto. 

Las peticiones eran bastante ambiciosas si se tiene en cuenta que la ministra Corcho ha sido radical en mantener el proyecto tal y como lo presentó. De hecho, lo único que hizo su equipo fue cambiar un par de nombres dentro del texto, pero no se realizaron modificaciones de fondo. Una burla para quienes creyeron en la promesa de construir un acuerdo. La pregunta es: ¿Por qué el ministro del Interior salió a decir que era inminente presentar una ponencia que recogiera todos los puntos fundamentales discutidos? ¿Para qué se hicieron esas reuniones si no se iba a ceder? Alfonso Prada ha guardado silencio al respecto, pese a que estuvo en las reuniones con los partidos. 

El que sí se pronunció fue el presidente Gustavo Petro: “No crean ustedes que los cambios van a llegar sí Petro se sienta en una silla en un salón frío y dorado del Palacio de Nariño a hablar con César Gaviria, por ahí no van a llegar los cambios”. Tiene toda la razón, los cambios no llegan haciendo política con los mismos de siempre, en especial con un personaje como el expresidente Gaviria,  que tiene la facultad de acomodarse camaleónicamente en cualquier gobierno –aún si este traiciona las ideas liberales– con tal de tener poder y burocracia. 

Tampoco se queda atrás La U y menos los conservadores que –por un par de puestos– pasaron a hacer parte de la coalición de gobierno, aunque de progresistas no tienen nada y siempre se han opuesto a todo lo que representa Petro. Al proyecto de la reforma a la salud no le vendrían mal algunos cambios, pero no creo que estos partidos se hubiesen sentado a negociar por altruismo, ellos siempre han buscado su beneficio por encima de todo. Sin embargo, eso debió tenerlo en cuenta el presidente antes de sumarlos a la coalición. 

Tal y como están las cosas, la reforma hoy no tiene los votos suficientes para que pase siquiera su primer debate en la Comision Séptima, pues a estas disidencias se suman los verdes, a quienes tampoco les gusta la iniciativa y al no ser escuchados presentarán una ponencia alterna. Aunque El Reporte Coronell contó que el gobierno no ha quemado un cartucho y le apostaría a buscar los votos directamente con los congresistas, saltándose la jerarquía de los partidos, hay que tener en cuenta que estamos en un año electoral y quienes tienen el bolígrafo para dar y quitar avales son justamente los jefes de esas colectividades. Contradecirlos puede traer consecuencias adversas en las regionales. 

Todo apunta a que la reforma a la salud correrá la misma suerte que la política y no es extraño. El gobierno se hace el de oídos sordos ante las críticas, incluso de su propio gabinete, se sienta a negociar con partidos oportunistas y no asume responsabilidades políticas por el mal manejo del tema. Si se cae la reforma, los responsables –como se ha vuelto costumbre– se lavarán las manos. 

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