Catalina Ceballos
16 Mayo 2023

Catalina Ceballos

Feliz cumple, Filarmónica de Bogotá

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Tanto debate sobre el sistema de orquestas y la fórmula ya está inventada. La lideró el mismo presidente Petro cuando fue alcalde en Bogotá y le dio paso al Programa de Formación de la Filarmónica de Bogotá. La orquesta cuenta con 17 agrupaciones, muchas de ellas de música colombiana, que entienden que los procesos formativos deben ir más allá de lo clásico. 246.000 niños hoy saben de música sinfónica y tienen mejores aptitudes de aprendizaje. No hay que inventar nada más que eso. La fórmula ha sido tan exitosa que incluso ha sido política de ciudad más allá de las confrontaciones de egos y de alcaldes.  

A propósito de lo anterior, el pasado 20 de abril se llevó a cabo el foro “Sonidos Insospechados, reflexiones para la política pública de la música en Colombia”. El comité organizador estuvo conformado por Clarisa Ruiz, docente, consultora en políticas culturales y codirectora de la Fundación Grupo Liebre Lunar; Óscar Hernández Salgar, director del Instituto Pensar; Juan Luis Restrepo, músico y gestor cultural y  David Melo, consultor en políticas culturales.

Ellos y otros conferencistas, pensadores, intelectuales, gestores, creadores del sector cultural y más específicamente del musical, se sentaron a escucharse y debatir, a propósito del proyecto Sonidos para la paz y el avance del proyecto de Ley de la Música en el Congreso y que tendrá un recurso de más o menos 100.000 millones de pesos en la adición presupuestal que recibirá el Ministerio de Cultura.

En el encuentro se preguntaron y contestaron varias ideas, en particular aquellas que han surgido desde muchos sectores y que resultan en un momento político muy interesante y por qué no decirlo, muy dinámico. ¿Se trata de replicar o no lo que se hizo en la Bogotá Humana?  La decisión que se tome dependerá del proyecto que será presentado al presidente, o a la Presidencia, por el ministro encargado, el maestro Jorge Zorro, el próximo 31 de mayo, este será definitivo porque tendrá repercusiones, culturales y sociales, en un país de marimbas, gaitas y también violines. 

El proyecto que para una porción de la población resulta invisible, desconocido, irrelevante, mi invitación es a entender que es de suma importancia, se trata entre otras cosas, además de una inversión para la música, de un documento de política pública que debe contener también los instrumentos regulatorios y de sostenibilidad del ecosistema musical. Y como dejaron escrito en las memorias “deben considerar esta concepción holística, entender la interdependencia de los elementos de su sistema, no solamente al interior de las prácticas musicales, sino también en su interacción con otros sectores”. 

El resultado de este proyecto redundará en la transmisión de los valores simbólicos, éticos y estéticos, o al menos eso esperamos. Este asunto ha tenido más tinta que la economía naranja, lástima; el Ministerio de Cultura es además de esto, otros proyectos, otros recursos, ojalá el tema decante de la mejor forma.

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Hemos visto a través de algunas cuentas de Facebook y Twitter las denuncia sobre el desmantelamiento del cementerio de Barichara, uno de los más bellos del país. Quienes lo conocemos no podemos si no recordar el color rojo de su arcilla, en contraste con una vegetación de crecimiento espontáneo, libre, salvaje y colorida. Allí se ven cruces de más de 200 años de antigüedad, obras de arte en forja, parece ser que el sepulturero las vende como chatarra y nadie hace nada mientras destruyen el patrimonio cultural de todos.

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