
La Transición Energética (TE) no se trata solo de cambiar las fuentes de la producción de energía; se trata de rediseñar toda la economía global, para modificar los parones de la demanda de energía, encontrar las fuentes de financiamiento para hacerlo, y resolver los problemas tecnológicos que hacen ambivalente su impacto sobre los ecosistemas. Las políticas de Trump harán mucho más difícil el proceso.
La TE es una necesidad urgente e inaplazable, pero en ella no hay almuerzo gratis. Reemplazar la producción de energía a partir de carbón, petróleo y gas por fuentes de energía no convencionales y renovables (FNCER), como el sol, el viento y la biomasa, es imperativo para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y evitar la crisis del calentamiento global, pero el camino para lograrlo está atravesado de varias paradojas y contradicciones difíciles de resolver. Veamos tres de ellas.
Adición energética y no transición
La primera: el aumento de uso de las FNCER no garantiza que se disminuya el uso de hidrocarburos, ni la emisión de gases invernadero.
El año pasado, la producción mundial de energías solar y eólica creció 10 por ciento, y su participación en la matriz energética representa hoy cerca del 15 por ciento de todas las fuentes de energía. El pronóstico es optimista y se espera que se duplique en las próximas dos décadas. Sin embargo, al mismo tiempo aumentó el uso del petróleo, el gas y el carbón, y los dos primeros continuarán creciendo por otros 20 años. A pesar de todos los discursos contra el calentamiento global, las emisiones de CO2 aumentaron 1 por ciento el año pasado.
La razón es muy sencilla: la demanda de energía sigue aumentando. Según la International Energy Agency (IEA), solo la demanda mundial de electricidad creció 4,3 por cierto en 2024 y se espera que siga creciendo a la misma velocidad los próximos tres años, aunque en China e India crecerá por encima del 6 por ciento anual. Esto significa que el aumento del uso de la electricidad hasta 2027 será el equivalente de lo que hoy consume un país como Japón.
Son varios los factores que explican el gran aumento de la demanda energética: entre otros, el crecimiento de la población, el desarrollo de la electrificación en países y regiones que están disminuyendo la pobreza, el aumento de los vehículos eléctricos o el enorme uso de energía por centros de cómputo.
En consecuencia, toda la enorme inversión en FNCER no ha dado ni dará abasto para satisfacer esa demanda, de manera que se seguirán necesitando más hidrocarburos. Por eso, los expertos ya no hablan de una TE en la que se sustituyan fuentes de energía, sino de una “adición de energías", que es lo mismo que ha sucedido en el pasado con otras sustituciones de energía. El carbón empezó a reemplazar a la madera como fuente de energía a principios del siglo XVII, pero solo superó el uso de la biomasa dos siglos después. Lo mismo el petróleo, que se demoró 150 años en superar al carbón como principal combustible.
Producir más petróleo para consumir menos petróleo
Segunda paradoja: la TE es muy costosa y países como Colombia necesitan producir más petróleo y gas para consumir menos petróleo y mitigar los efectos del cambio climático. En la COP 29 se presentó un informe que estima que las necesidades de inversión en FNCER son del orden de 4,5 billones dólares por año, es decir el 4 por ciento del PIB mundial, de los cuales 1,5 billones corresponden a los países en desarrollo.
En Colombia, a la TE hay que agregarle el adjetivo Justa, de manera que las necesidades de inversión no son solo en proyectos eólicos y solares sino en las líneas de transmisión y distribución para proveer electricidad o gas a los millones de compatriotas que hoy no la tienen. ¿Dónde puede obtener Colombia los billonarios recursos que debe invertir?
Una importante fuente de recursos que hoy se tiene y que no se puede desaprovechar son el petróleo, el gas y el carbón. Mientras en el mundo haya demanda por hidrocarburos -que seguirá creciendo- tenemos que seguir produciendo y vendiendo esos hidrocarburos. Colombia solo produce el 0,7 por ciento del petróleo mundial, de manera que dejar de extraerlo no contribuye a frenar el calentamiento global y solo nos perjudica a nosotros, porque la demanda no va a disminuir; con solo abrir un poco la llave cualquier país de la OPEC, o los nuevos yacimientos de Guyana o Brasil, reemplazarán en un parpadeo los 700.000 barriles diarios que producimos.
Dañar los ecosistemas para protegerlos
La tercera: hacer la TE para conjurar la crisis ambiental tiene un costo ambiental: producir energía con FNCER para evitar el calentamiento global implica afectar la naturaleza y los ecosistemas.
Las energías limpias necesitan enormes cantidades de minerales como cobre, litio, cobalto, níquel o grafito. Estos minerales son componentes esenciales de las tecnologías y los procesos para producir o usar FNCER, tales como las turbinas eólicas, las baterías de los carros eléctricos las redes de abastecimiento de estos vehículos.
Según la IEA, la demanda por litio creció 30 por ciento el último año, y la de níquel, cobalto y grafito alrededor del 25 por ciento. Se espera que el valor de la producción de estos metales pase de 325.000 millones de dólares a 770.000 en la próxima década. Solo en el caso del cobre se espera que en la próxima década se debe duplicar la producción.
Obtener estos minerales implica mucha más actividad minera. ¿Dónde se van a extraer estos minerales?La minería emite menos gases de calentamiento que los hidrocarburos, pero su extracción afecta mucho más los ecosistemas que la producción de petróleo o gas, y por eso genera protestas y movimientos sociales contra la minería. Las protestas de los ambientalistas obligaron a cerra la mayor mina de cobre en Panamá.
En Colombia habría que añadir el obstáculo que representan la necesidad de licencias sociales que han frenado proyectos como la línea conectora que deba sacar la energía limpia producida en la Guajira, o cerrar otros como los parques eólicos que se planeaban hacer en ese departamento.
Si ninguna comunidad acepta que en su territorio se generen energías limpias, o si no se reconoce que generarlas no es neutro con la naturaleza, la TE será imposible.
ADENDA: Continúan los ataques a la libertad de prensa. Trump prohíbe la entrada a sus ruedas de prensa a periodistas que cuestionen sus alcaldadas, pero deja entrar a los periodistas de Putin. Bezos y el dueño de Amazon. Y The Washington Post prohíbe que en su periódico se publiquen columnas de opinión que critiquen la ideología de presidente. ¿A dónde llegaremos?
