Gabriel Silva Luján
25 Agosto 2024 03:08 am

Gabriel Silva Luján

Guerra de narrativas

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Desde hace unos años estalló el uso del concepto de “la narrativa”. Ahora no hay conversación de salón, de tienda de barrio o diálogo profesional que no derive inexorablemente a la confrontación de narrativas. Las ficciones y los relatos han sustituido la realidad en todos los escenarios políticos, sociales y empresariales. Sin duda las redes sociales, en las que cada persona se siente con derecho a tener y defender su propia interpretación del mundo, han amplificado el poder de “las narrativas” de una manera nunca antes vista.

El poder y función de las “narrativas” fue descrito por diferentes teóricos de la ciencia política y de las comunicaciones desde los años ochenta (Walter Fisher, La comunicación humana como narrativa: Una filosofía de la razón, el valor y la razón. 1987). Sin embargo, es en el siglo XXI -con la dispersión masiva del poder de crear y difundir narrativas- cuando se empieza a esfumar la predominancia de un enfoque racionalista basado en la predominancia de los hechos medibles, las hipótesis lógicas y su confirmación fáctica.

Las extremas, en particular las inspiradas en el marxismo, entendieron mucho antes del Internet, la importancia de controlar la narrativa. Desde siempre la historia es para ellos una herramienta de la política y está al servicio de la ideología, independientemente de los hechos y de los datos.

Estas lecciones las aprendió muy bien Gustavo Petro en su tránsito de guerrillero a líder popular y ahora las aplica de presidente en su gesta por perpetuar al Pacto Histórico en el poder. Muchos en la oposición e incluso en el centro político miran a Petro con desdén y sorna cuando enardecido señala que la historia de este país es solo el legado de la esclavitud, la opresión, el sometimiento y la explotación de la oligarquía por doscientos años.

“La oligarquía no saca a Petro del Gobierno, porque lo eligió el pueblo y el pueblo va a volver a elegir, para que sea contundente el triunfo del pueblo. Ellos gobernaron 200 años nosotros llevamos dos y miren los entuertos que nos toca arreglar de la vagabundería que han hecho desde el gobierno nacional…  Hay dos proyectos políticos en competencia, en la lucha: El de volver atrás, de exclusión de las mayorías, de la desigualdad social y el de salir de ahí, para construir una sociedad democrática y justa”

Esa narrativa sobre la historia nacional no es exclusivamente de Petro. Millones de colombianos sienten que esa ha sido la verdadera historia que les ha tocado vivir. Y a pesar de lo mucho que ha progresado Colombia, las inequidades, la violencia y la pobreza en muchas regiones y ciudades son de tal magnitud que efectivamente las palabras de Petro interpretan el sentir de muchos compatriotas.

Es así como independientemente del protuberante mal gobierno de Petro, y de sus inmensas falencias para resolver los problemas fundamentales del país, el presidente mantiene una favorabilidad relativamente alta. La empatía e identidad que genera, la narrativa de Petro, entre los que se han sentido marginados y traicionados históricamente no es para nada despreciable.

A quienes aspiran a ser alternativa en 2026 no les va a ser suficiente con recurrir a la narrativa de que el país va a quedar desbaratado. Tampoco les va a servir el apelar a la nostalgia del pasado e invocar “las buenas épocas” del uribismo. La narrativa creíble y con capacidad de derrotar al Pacto Histórico está en manos de quienes han sido adalides del cambio social desde la democracia, de quienes denunciaron la represión de la protesta social con Iván Duque, de quienes enfrentaron las atrocidades de los paramilitares, pero que ahora también denuncian el populismo, el cambio fallido y la estrategia petrista contra las instituciones democráticas. Y esa alternativa tiene nombre: el centro progresista.

@gabrielsilvaluj

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