Jorge Espinosa
18 Mayo 2025 03:05 am

Jorge Espinosa

La autofagia del cambio

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Nunca un gobierno colombiano había tenido una vocación tan especial para la autofagia. Lo que comenzó como un gobierno de unidad nacional, convocando amplios sectores progresistas y liberales en el primer gabinete de Gustavo Petro, ha terminado en el triunfo absoluto de la pereza, la mediocridad y el fanatismo. El episodio más reciente –y no será el último– lo protagonizó la ministra de Justicia, Ángela María Buitrago, que renunció de manera irrevocable después de denunciar que el ministro del Interior, Armando Benedetti, y la directora del Dapre, Angie Rodríguez, habrían ejercido presiones indebidas para influir en decisiones internas del ministerio. En particular, intentaron forzar la salida del funcionario Ludwing Valero, entonces director de la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios (Uspec). 

La respuesta del presidente Petro, en lugar de prestar atención a las denuncias de su ministra y preguntarse los motivos de esas presiones, fue mentir diciendo que fue él quien le pidió la renuncia porque había una “falta de sintonía con ejes estructurantes de mi programa de gobierno en el terreno de la paz”. Miente porque, como le contestó Buitrago con la altura y la decencia que la caracteriza, ella envió su carta de renuncia el 12 de abril, y se enteró de que, supuestamente, le habían pedido que se fuera el viernes 16 de mayo. “Me acabo de enterar”, concluyó. Un día antes, en entrevista con Caracol Radio, Armando Benedetti negaba haberle hablado a Buitrago de cargos, desestimando esa información como una “falsedad”. Veinte minutos después, Buitrago lo reiteraba en la misma emisora, y además daba detalles de las conversaciones. 

Tal vez a Buitrago, además de haberse negado a las pretensiones burocráticas de Benedetti, le cobraron haber dicho en el caótico consejo de ministros del pasado 4 de febrero que la paz total necesitaba replantearse, para luego explicar con sensatez que “hay gente a la que solo le importa la oferta y la demanda… Podemos lograr la carretera, el acueducto, pero el tema que claman todas las regiones es la seguridad. La población hoy se siente en una inseguridad permanente, bajo el fuego de grupos que no entienden —algunos— la bondad del proceso de paz. Y otros se aprovechan de esa bondad”. Buitrago, en ese momento, manifestó lo que sienten los habitantes de muchas regiones del país que ven crecer las extorsiones, los homicidios y la inseguridad en general mientras el presidente, en su mundo de fantasía, habla “del país de la belleza” y otros eslóganes vacíos semejantes. 

Buitrago se suma a una lista de funcionarios de primera línea del gobierno de Gustavo Petro que, una vez idos, denuncian las corruptelas, los vicios y los pecados del Gobierno. El exministro de Hacienda, Diego Guevara, cayó en desgracia por negarse, de manera responsable, a no pagar las vigencias futuras. El exdirector de la Dian, Luis Carlos Reyes, sin duda el responsable de algunos de los líos fiscales del Gobierno, encendió el ventilador para explicar cómo pretendieron tomarse la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa), y la Dian. Martha Lucía Zamora, en un episodio ya conocido, salió por la puerta de atrás de la Agencia Jurídica del Estado después de negarse a embarcar al país en un pleito por el contrato de los pasaportes (que pinta, otra vez, para prórroga con Thomas Greg and Sons) solo por la obsesión del presidente Petro. Hasta los gritos y los maltratos del excanciller Leyva, ese que ahora escribe cartas describiendo la condición humana del presidente Petro, tuvo que soportar Zamora. Y Leyva, por supuesto, que a través de las mencionadas cartas ha terminado también, aunque por otros motivos menos saludables, practicando esta autofagia del ‘gobierno del cambio’. 

La exministra de Transporte, María Constanza García, otra funcionaria capaz, sensata y disciplinada, también terminó defenestrada por cuenta de otro capricho personal del presidente: arrebatar a como diera lugar, incluso bajo el riesgo de meter al Estado en otro multimillonario pleito, la concesión para operar el Muelle 13 de Buenaventura a Ventura Group. Una vez ida García, el presidente Petro dejó la idea de que en ese ministerio había corrupción. Ella lo negó, y pasó también al nutrido grupo de los funcionarios del Gobierno que son tratados como parias y traidores de una causa que ya casi nadie ve.  

Ángela María Buitrago, que alguna cosa entiende de denuncias penales, hará pronto otras revelaciones en la Fiscalía sobre asuntos que presenció durante su corto paso por el ministerio de Justicia. Seguramente tendremos que hablar de extradiciones. Y de otras autofagias. 

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas