Marisol Gómez Giraldo
13 Mayo 2024 04:05 pm

Marisol Gómez Giraldo

La corrupción de otros es la campaña mía

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Más allá de precipitar la campaña presidencial de 2026 y de demostrarnos que la corrupción sigue enquistada en la política colombiana y en todos los partidos, las recientes revelaciones sobre la manera como se robaron la plata en la compra de 40 carrotanques para abastecer de agua a La Guajira, convirtieron las corruptelas dentro del actual Gobierno en la mejor cabalgadura de quienes buscan suceder a Gustavo Petro.

Lo más visible de ese futurismo electoral, aunque no lo único, fue la decisión de la exalcadesa de Bogotá Claudia López de renunciar a su partido, Alianza Verde, tras las menciones de tres miembros de esa colectividad como presuntos copartícipes de la corrupción en la compra de los carrotanques en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNDGR).

Al hacer pública su renuncia, la exalcaldesa no puso el énfasis sobre los tres señalados integrantes del que fue su partido hasta el pasado 6 de mayo -el hoy presidente del Senado, Iván Name; el actual jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), Carlos Ramón González, y la recién salida Consejera para las Regiones, Sandra Ortiz-, sino que puso el acento en el presidente Petro y en la izquierda petrista en general. 

“Me voy porque el Partido Verde terminó cooptado y controlado por una minoría petrista que no representa ni honra los valores, prácticas y principios que he defendido y practicado en mi vida”, dijo Claudia López en su carta de retiro de esa colectividad.

Esto, en una clara intención de mostrar distancia con ese segmento de izquierda radical que, sin duda alguna, ha decepcionado a muchos colombianos por su manera de gobernar y, de paso, ha disminuido las posibilidades electorales para ese espectro político en el futuro inmediato.
Por eso, la exacaldesa se perfila a sí misma como una aspirante presidencial -aunque todavía no lo ha oficializado- de centroizquierda y crítica del gobierno petrista. Incluso, parece dispuesta a ubicarse en el puro centro, si eso es lo que demanda la coyuntura político-electoral.

Si bien Claudia López, por su reconocimiento público, ha sido la más visible en sus críticas a las corruptelas dentro del Gobierno Petro, otros políticos incluidos en el sonajero presidencial están cabalgando también sobre ese escándalo de corrupción.

Solo para poner otros ejemplos, ante la denunciada participación de los presidentes del Senado y de la Cámara -Andrés Calle, del Partido Liberal- en el concierto para delinquir en la UNGDRD, el senador del Centro Democrático Miguel Uribe le dijo a El Tiempo que “Habrá que probar esas afirmaciones”. Sin embargo, fue contundente al agregar que “lo de los carrotanques de La Guajira fue el resultado de acuerdos políticos entre Gustavo Petro y sus aliados”. 

También la senadora del Centro Democrático María Fernanda Cabal ha llamado al Gobierno “ladrón y corrupto”.  

Es decir, los hoy prospectos presidenciales se refieren al caso de corrupción que involucra a copartidarios o compañeros del Congreso como si ellos hubieran caído en ese presunto concierto para delinquir porque se acercaron a la izquierda petrista. 

No señores. Claro que no, la corrupción es personal, no tiene ideología ni partido y así lo han evidenciado los hechos en distintos gobiernos y distintos períodos del Congreso, como el reciente escándalo de ‘Las Marionetas’, cuyo principal actor fue el fallecido senador del Partido Liberal Mario Castaño.

De hecho y como ha sido público, la Fiscalía investiga actualmente a otros congresistas de Cambio Radical -Carlos Fernando Motoa y Carlos Abraham Jiménez-, del Partido Conservador -Samy Merheg y Miguel Ángel Barreto- y del Partido de la U -Juan Felipe Lemos-, por supuestamente apropiarse de recursos de la paz. En la misma investigación fue detenido ya en diciembre pasado el senador del Centro Democrático Ciro Ramírez.

Sí, por supuesto, indigna mucho la corruptela en un gobierno que prometió hacer el cambio, pero ningún partido se salva de este mal. 

La corrupción es un problema estructural en Colombia. El país ha sufrido permanentes asaltos a los recursos públicos, que son sagrados y deberían ser tratados como tal, como lo ha dicho siempre Antanas Mockus.

Es muy rentable políticamente hacer campaña con la bandera anticorrupción. Pero muy pocos partidos pueden cabalgar hoy ondeando esa bandera con autoridad moral.
FIN.

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