Mauricio Cabrera
5 Mayo 2025 03:05 am

Mauricio Cabrera

La economía de Francisco

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Otro de los legados importantes del papa Francisco es su iniciativa de construir una ciencia económica diferente, poniendo la ética en el centro del debate económico. A diferencia de sus predecesores, Francisco abordó directamente las raíces estructurales de la pobreza, la desigualdad y la exclusión, proponiendo una alternativa ética y solidaria al modelo actual.

La doctrina social de la Iglesia 

Desde finales del siglo XIX, la Iglesia católica empezó a pronunciarse sobre los problemas sociales y económicos. La encíclica Rerum Novarum (RN, 1891) del papa León XIII es la base de la llamada “doctrina social de la Iglesia” en la que trata de plantear un posición intermedia entre el imperante capitalismo sin límites (neoliberalismo diríamos hoy) y las incipientes corrientes socialistas que todavía no habían llegado al poder en ningún país.

A partir del concepto de justicia social, la “tercera vía” de León XIII rechazaba la lucha de clases del socialismo marxista, pero también defendía los derechos de los trabajadores frente a la explotación industrial; reconocía el derecho a la propiedad privada, pero también la función social de la riqueza, afirmando de manera explícita que “la riqueza no debe estar exclusivamente en manos de unos pocos”. 

Después de la revolución rusa, la Iglesia se enfoca en frenar el materialismo ateo del comunismo soviético, pero no deja de reconocer los excesos y abusos del sistema capitalista, criticándolos ambos como lo hace Pio XI en su encíclica Quadragesimo Anno (1931). Escrita en medio de la crisis económica y social de la gran depresión, también hace un llamado a una reforma estructural de la economía para que esté al servicio del bien común.

Con el final de la era del colonialismo imperialista después de la Segunda Guerra Mundial, Juan XXIII y Pablo VI se salen un poco de la dicotomía capitalismo-socialismo para introducir en el debate económico los temas de los derechos humanos y la paz, denunciar las grandes desigualdades entre países pobres y ricos y abogar por una economía internacional más justa. El “desarrollo es el nuevo nombre de la paz” es el mensaje central de Pablo VI en la encíclica Populorium Progressio (1967).

En América Latina surge después del Concilio Vaticano II y la revolución cubana la llamada Teología de la Liberación, que es una interpretación del evangelio desde los pobres y oprimidos, planteando la necesidad de un compromiso de la Iglesia en la lucha por la justicia, contra la pobreza y la opresión. En su cruzada contra el comunismo, Juan Pablo II persiguió a los promotores de esta teología, respaldando a las corrientes más conservadoras de la Iglesia. 

La economía de Francisco (de Asis) 

Superada en el mundo la guerra fría entre capitalismo y comunismo, Francisco retomó la crítica al sistema económico imperante y el enfoque de la opción preferencial por los pobres. Su encíclica Evangelii Gaudium va más allá de la denuncia de la situación de los pobres para criticar las causas estructurales de la pobreza y el sistema económico que excluye y margina a millones de personas. Afirma, sin ambages, que la actual es una “economía que mata” al referirse a una economía que margina a los pobres y celebra los beneficios financieros por encima de la vida humana, y condenó la “cultura del descarte”, donde los vulnerables son tratados como desechables

A partir de esa visión de una economía que respete la dignidad de todos y tenga la vida humana como su objetivo central, Francisco rechaza uno de los dogmas centrales del neoliberalismo, la creencia de que el crecimiento per se beneficia automáticamente a los pobres: “Algunos todavía defienden teorías del ‘derrame’, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico”.

De otra parte, en su encíclica Laudato Si (2015) sobre el cuidado de la casa común, introdujo el concepto de ecología integral, donde la crisis ambiental y la crisis social son inseparables, pues los más pobres son los primeros en sufrir las consecuencias de la destrucción del medio ambiente. Promovió modelos económicos que respeten los límites del planeta y garanticen condiciones de vida dignas para todos. Insistió en la interdependencia entre los seres humanos y la naturaleza, proponiendo una conversión ecológica y un nuevo paradigma económico basado en el bien común.

Pero Francisco no se quedó en la crítica, sino que promovió la construcción de una economía al servicio del ser humano de la tierra y de la paz. Para ello, en 2019 lanzó la iniciativa de la “Economía de Francisco”, que no se refiere a su idea personal sino a incluir en el debate económico los principios y valores de Francisco de Asís como una alternativa radical al consumismo, la acumulación y el individualismo económico. 

Se trata de una convocatoria dirigida a jóvenes economistas, emprendedores y agentes de cambio con el objetivo de repensar la economía mundial desde una perspectiva ética, solidaria con los más pobres, ecológica y espiritual, a “estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda”.

Ya se han realizado tres encuentros internacionales, que han plasmado sus principios en el Pacto de Asis y otros documentos semilla. Ya e cuenta con un comité académico y el año pasado se constituyó la fundación Economía de Francisco que trabajará en tres grandes áreas de intervención como son la investigación-estudio, la empresa-innovación y la educación-cultura. Ojalá el nuevo papa continúe con este legado de los dos Franciscos.

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