
Como buen colombiano -aunque nací 11 años después de su lanzamiento-, cada vez que veo una noticia sobre algún engaño, tumbe, embeleco o embuste pienso en la película de El embajador de la India. La historia de cómo en Neiva un tipo llamado Jaime Flórez se hace pasar por el jefe diplomático indio en el país. Los colombianos, siempre genuflexos ante el extranjero, le dieron todo tipo de regalos y hasta a sus propias hijas le ofrecieron. Otra historia, esta un poco más reciente, es la de Liliana Cáceres, la mujer 'barriga e’ trapo'. Una joven que fingió estar embarazada de nueve bebés para retener a su novio porque se enteró que le era infiel con su mejor amiga. Algo por el estilo, aunque en Kazajistán, se vivió el martes pasado.
Entrando en materia, esta semana el mundo del deporte se enteró de una noticia que, si me permiten la expresión, nadie vio venir. Shahana Hajiyeva, la judoca azerí que ganó el oro paralímpico en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 resultó no ser ciega. De cierta forma, sus puntajes eran 20/20 y no solo en el judo. La deportista se sometió a un examen médico antes de la inauguración de los Mundiales de Judo y dicho examen determinó que tiene una visión óptima y no las limitaciones visuales para competir en su categoría, por lo que fue excluida de manera inmediata y quedó vetada de por vida. Balota negra.
¿Qué pasará por la cabeza de un deportista para hacer algo así? Lo común en la trampa y en el dopaje es buscar prácticas que mejoren el rendimiento, que el fin justifique el medios. Algo que le dé la milla extra que no podría alcanzar de otra forma. Pero buscar algo que empeore el rendimiento para competir en una categoría cuya exigencia es inferior, es realmente lo más bajo en lo que puede caer el espíritu deportivo.
Quizá el caso más recordado sobre este tipo de embustes en el deporte lo vimos en los Juegos Olímpicos de Sídney en el inicio de este milenio. La selección española de básquet para personas con discapacidad intelectual ganó la medalla de oro con sobradez. Meses después se descubrió que 10 de los 12 jugadores no tenían ninguna discapacidad y que habían fingido en los exámenes de IQ. El único héroe de esta historia fue el periodista español Carlos Ribagorda, quien se infiltró en el equipo haciéndose pasar por un atleta con discapacidad, con el objetivo de exponer prácticas fraudulentas dentro de la federación. Como consecuencia, se prohibió la participación de atletas con discapacidad intelectual en los Juegos Paralímpicos de 2004 y 2008, afectando a miles de deportistas legítimos.
Me queda una duda de carácter moral: lamentando si llegan a esta parte del texto con alguna expectativa mejor, confieso que soy partidario de la picaresca en el deporte. Es válido, está en el reglamento y es, a veces, necesario ganarse una tarjeta amarilla por agarrarle la camiseta a un rival que va solo de cara al arco. O qué decir del juego psicológico, tan común como necesario en el tenis o en el voleibol. Carlos Salvador Bilardo dijo, sabiamente, antes de ganar el Mundial de 1986: “muchachos, puede que la copa no la ganemos, porque pueden pasar muchas cosas. Pero si ganamos el premio Fair Play, los echo a todos". Estoy de acuerdo, es válido sacar provecho del reglamento y ganarse el premio de la limpieza significa no haberlo hecho.
Ahora, no exageremos el bilardismo. Esto que hizo la judoca vidente no es picaresca: es trampa, engaño y farsa. Una cosa es llevar a cabo acciones que son sancionables por el reglamento del deporte, como ganarse una amarilla por quemar tiempo. Otra, totalmente opuesta, es fingir una discapacidad para competir en una categoría en la que, así para este caso sea irónico, no tiene nada que ver. Una cosa es una infracción que está en el reglamento y la otra cosa es trampa.
PD: Excelente ambiente laboral vive el fútbol profesional colombiano: la Superintendencia de Industria y Comercio, luego de varios años de investigación, concluyó que los dirigentes del FPC se habrían puesto de acuerdo para limitar la movilidad de sus trabajadores para poder ser transferidos de un club a otro. Habría un complot entre los presidentes para vetar ciertos jugadores. Amanecerá y veremos.
