
Las palabras tienen significado e intención. Las palabras elevan o destruyen. Las palabras son arma o bálsamo. Las palabras no son neutras. Las palabras siempre tienen consecuencias. En política, las palabras no son ingenuas.
El populismo autoritario es muy dado al insulto, a la procacidad y a usar el lenguaje para destruir a sus enemigos. En esa tradición se inscriben desde el nazismo, con sus insultos escatológicos a los judíos, hasta los epítetos que usa Trump para demoler la reputación de quienes se le oponen. También lo hace con desparpajo la izquierda petrista, como ocurrió con los insultos procaces, violentos y perversos del presidente Petro contra el presidente del Congreso, senador Efraín Cepeda.
En los años setenta, la izquierda marxista usaba la famosa expresión “sabandija pequeñoburgués” para desacreditar de un tajo a sus contradictores. Con igual intención, el uribismo acuño la expresión “petrosantismo”. Es una ingeniosa y creativa conjunción semántica -como son las que usan las extremas desde los tiempos de Lenin, Goebbels y Mao- que tiene el propósito de desacreditar a quienes consideran su peor enemigo. Con este truquito lingüístico, el uribismo deja en evidencia que no considera al petrismo su némesis, sino precisamente a quienes simbolizan hoy el pensamiento republicano, progresista y liberal, como es el caso del expresidente Juan Manuel Santos.
No hay que ser un gran filólogo para discernir el propósito de esa creación. La derecha uribista quiere en esa sola expresión recoger una narrativa que desprestigie todo lo que representa y significa el centro político. Quieren forzar a que ese segmento ideológico sea leído como cómplice, gestor y facilitador del desastre que es Gustavo Petro y su gobierno.
La realidad es exactamente la opuesta a la que quiere vender la tesis uribista del “petrosantismo”. La ofensiva del gobierno de Iván Duque contra los acuerdos de paz con las Farc, y la consecuente expansión de las disidencias, fue la que le abrió las puertas a la “paz total”. Además, el caos desatado por las negociaciones con las organizaciones criminales en este gobierno nada tiene que ver con el esquema, método y resultados del proceso de paz de Santos. No hay nadie que haya criticado de manera más firme y consistente la estrategia de paz del petrismo que el propio expresidente y sus negociadores.
¿Por qué llega Petro a la Presidencia de la República? La narrativa del “petrosantismo” presume que fue el respaldo del santismo el factor que decidió la victoria a favor del Pacto Histórico. Falso. El desastre del gobierno uribista de Iván Duque, y el estallido social posterior a la pandemia, generaron un rechazo generalizado al Centro Democrático que inexorablemente inclinó la balanza a favor del Pacto Histórico. El candidato de Álvaro Uribe, Fico Gutiérrez, fue un absoluto fracaso en la primera vuelta a pesar de estar apoyado por todas las fuerzas de la derecha. Como lo demuestran las cifras de segunda vuelta, los uribistas se fueron de puente el día de las elecciones dejando el camino abierto para que llegara Gustavo Petro a la Casa de Nariño.
El uribismo señala la participación en el primer gabinete de Petro de algunos exfuncionarios y exministros del gobierno Santos, como la “prueba reina” de la complicidad de esa corriente con el gobierno actual. Falso. Estas personas participaron a título personal. Además, el propio presidente Santos había dicho con claridad que el “santismo no existe”. Y si se mira en perspectiva, dado el giro de radicalización pendenciera y amenazante que se observa hoy en el gobierno, hay mucho que agradecer a estos ministros por haberle imbuido algo de sensatez al comportamiento del presidente Petro al inicio de su mandato.
El uso y abuso del término “petrosantismo”, acuñado por el uribismo, se ha incrementado según los buscadores y contadores que vigilan las redes. No es de extrañar. Ya empezó la campaña para el año 2026. El propósito de la derecha con esa ofensiva es que los electores vean al centro político como cómplice del petrismo y socio del desastre que estamos viviendo. Sin embargo, se equivocan en materia grave. Las encuestas muestran que el centro es el único que podría derrotar al petrismo en las próximas elecciones. Es decir, el “santismo” es el único verdaderamente capaz de derrotar al “petrismo”. No en vano, el Pacto Histórico y el Centro Democrático tienen ese enemigo en común.
