
Acaso una vieja caja de zapatos, un cuaderno grapado, unos garabatos, unos cuantos poemas y una niña de ocho años que pregunta “¿qué es el amor?” y que responde con la sencillez y la inocencia de quien no ha sido arrollado por el curso de la historia que es “el hilo dorado que une nuestros corazones” podría ser la mejor forma de iniciar un arte poética y una declaración de principios frente a la escritura. Así comienza la escritora surcoreana Han Kang su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, con la imagen de ese poemario infantil, pero lo que parece un capricho de la nostalgia pronto se revela como el origen de una meditación mayor: el lenguaje como vínculo entre los vivos y los muertos, la escritura como una exploración de los abismos más oscuros de la humanidad y el amor como una fuerza tan persistente que puede sobrevivir a la masacre y la memoria.
La autora tituló el discurso Luz e hilo y a partir de esos dos elementos ofrece con generosidad un testimonio sobre su proceso creativo y lo une con una profunda reflexión sobre la escritura donde cada uno de sus libros es una interrogación sin respuestas definitivas. Así nos va trazando un recorrido que va desde las primeras preguntas de la infancia hasta las más dolorosas certezas de la adultez y encontrar que la escritura puede trascender el dolor hasta una suerte de redención.
“Cada vez que escribo una novela, sobrellevo esas preguntas y habito en ellas”, afirma Han Kang, quien nos deja claro que la escritura como un proceso de inmersión en el dolor donde cada palabra podría ser una herida sin cerrar. Por ejemplo, recuerda que en La vegetariana la violencia es el epicentro de una transformación radical: Yeonghye, la protagonista, rechaza la carne y a la humanidad y se convierte poco a poco, en medio de su negativa absoluta, en una planta. Su protesta silenciosa es una forma de expiación imposible. En Actos humanos, Han Kang va más allá. No se trata de una resistencia individual sino de una historia colectiva: la masacre de Gwangju, los cuerpos amontonados, la sangre secándose sobre las ropas. “¿Puede el presente ayudar al pasado? ¿Pueden los vivos salvar a los muertos?”. Las preguntas persisten sin encontrar respuestas.
Han Kang se detiene en un sueño recurrente: en él aparecen tumbas bajo el agua, un mar que asciende y la imposibilidad de rescatar los cuerpos antes de que las olas lo borren todo. Este sueño se convierte en el pretexto para escribir Imposible decir adiós, una novela donde las protagonistas descienden al corazón de la masacre de Jeju buscando restos y escombros de la historia y de sí mismas. Toda la novela refleja un descenso, un hundimiento en los abismos de la violencia. En el fondo del mar no hay respuestas per encienden una vela. Por eso la luz, en el discurso de Han Kang, no es una metáfora suelta sino un acto de memoria y de humanidad.
Al final del discurso, Han Kang hace una revisión de su propia obra y su relación con pregunta fundamental y primigenia “¿Dónde está el amor?” y cuestiona cuáles han sido las tensiones entre la violencia y la belleza que han servido de motor a su escritura o si, en el fondo, todo no ha ido otra cosa que una búsqueda incesante del amor porque si de alguna forma la historia de la humanidad ha sido un péndulo entre la destrucción y la resistencia, quizás el hilo que une al final a estos extremos sean la compasión y el deseo de persistir y de seguir amando incluso cuando todo pareciera estar perdido.
Entonces nos queda claro que la literatura será siempre un acto de interrogar y de descubrir el papel tanto del escritor como del lector en ese acto de preguntar y de comprender que estamos ante una obra que pareciera estar escrita con todo el cuerpo hasta convertir la corporalidad en un lenguaje más allá de la herida
Si la literatura del siglo XX comenzó con un personaje se convirtió en un monstruoso insecto la de este siglo XXI tiene como síntesis una protagonista que hace su transición a un vegetal, a una planta. Dos formas de la metamorfosis donde reside la poética de nuestro tiempo. Su obra teje, con un lenguaje delicado y brutal una crónica de lo que siente la humanidad en tiempos como los que vivimos. Es una épica donde los protagonistas enfrentan fuerzas descomunales donde los héroes y las heroínas nunca tendrán victorias absolutas ni batallas invictas, sino que dejan su huella de sobrevivencia para los siguientes tiempos y épocas. Al final del día, todos volvemos a la misma pregunta “¿Qué es el amor?” ese hilo dorado que nos une con el pasado y nuestros muertos y que seguiremos intentando responder a través de relatos y poemas porque amar como escribir son la mejor manera de negarse a decir adiós.
