Juan Camilo Restrepo
17 Enero 2025 03:01 am

Juan Camilo Restrepo

La indiferencia paralizante: el gas natural

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Las noticias que se siguen conociendo relacionadas con la provisión de gas para el futuro cercano son cada vez más inquietantes. Denotan una indiferencia paralizante por parte del Gobierno, en especial de las autoridades ambientales, que terminaremos pagando muy caro todos los colombianos.

La última de estas noticias son los requerimientos extravagantes que dichas autoridades le vienen exigiendo al desarrollo del pozo de aguas profundas denominado Komodo, uno de los más complejos del mundo con 4 kilómetros de columna de agua. 

Se trata de un prospecto –acaso el principal con que cuenta Colombia ubicado aguas afuera en el mar Caribe– que ya tuvo un primer retraso cuando, intempestivamente, el ministerio del Medioambiente exigió paralizar el proyecto. Lo que implicó la devolución de unos costosos equipos que ya tenía contratados Ecopetrol y su socio (Oxy) en este emprendimiento. Contratar nuevamente equipos de estas condiciones tomará varios años, pues son supremamente escasos en el mundo.

Ahora se han conocido los pormenores del recurso de reposición que ha presentado Oxy-Anadarko (socios de Ecopetrol en este yacimiento) contra la licencia de exploración otorgada luego de muchas dilaciones y plasmada en resolución 2881 de diciembre de 2024, expedida por la Anla.

Según los recurrentes, las nuevas condiciones que le impone la autoridad ambiental son de tal complejidad y tan abigarrados que, a no ser que se morigeren al desatar la reposición, harían en la práctica prácticamente imposible el desarrollo del proyecto Komodo. El más promisorio, repito, de los que cuenta Colombia en su portafolio en materia de gas natural.

Ya está cantada la escasez de gas natural que el país tendrá que afrontar a partir del año entrante o a finales de éste para atender la demanda de gas doméstica e industrial que está creciendo a un ritmo superior a aquel en que se amplía la oferta. 

La dilación (o eventualmente la cancelación) del proyecto Komodo con estas nuevas exigencias ambientales retrasará varios años más la entrada en operación de una importante fuente de oferta de gas con la que se contaba. Y que se había dicho era la más promisoria del país: la de los yacimientos ubicados off shore de las costas del Caribe colombiano.

Si a esto le sumamos los vaticinios que han hecho los expertos con relación al pozo Sirius u Ochuva, ubicado 40 kilómetros mar adentro de las costas colombianas, según los cuales el desarrollo mismo del pozo y la construcción del gasoducto submarino necesario para traer el gas del lugar de la extracción del hidrocarburo a la costa firme, requerirán de 116 consultas previas (¡léase bien: 116¡), es fácil adivinar que el panorama con relación al desarrollo del pozo Sirius no luce mejor que el que han enredado ahora las autoridades ambientales en lo relacionado con Komodo. 

El panorama, pues, no es bueno, y la paralizante indiferencia de las autoridades –sobre todo las ambientales– sigue brillando en todo su esplendor.

Todo indica entonces que, en los próximos años, por no haber sido capaces de desarrollar a tiempo las inmensas riquezas gasíferas de que el país dispone off shore en el Caribe, o por no haber querido hacerlo, estamos llamados a atender el faltante del consumo doméstico e industrial con importaciones de gas. 

Para lo cual será necesario hacer grandes inversiones en plataformas para recibir el gas 'liquificado', regasificándolo de nuevo, y naturalmente pagar una tarifa mucho más cara por este hidrocarburo que, según estiman los expertos, podrá fluctuar entre un 40 por ciento o 50 por ciento más caro que el actual.

Con los últimos desarrollos políticos de Venezuela, la posibilidad que ya estaba lejana de traer gas del vecino país se hace ahora mucho más distante. Casi que imposible.

Preparémonos, pues, para importar en grande gas extranjero y pagar por él un valor 40 o 50 por ciento más caro. Por obra y gracia de la indiferencia paralizante de las autoridades ambientales colombianas.

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