Juan Fernando Cristo
17 Enero 2023

Juan Fernando Cristo

La paz con el ELN

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Es comprensible la angustia del Gobierno frente a la violencia desatada en varias regiones del país que padecen un drama humanitario. Y válido entonces su interés en disminuir la intensidad del conflicto, los asesinatos de líderes sociales y el desplazamiento forzado de comunidades enteras en departamentos como Arauca o Chocó. Esa legítima preocupación condujo al presidente Petro a proponer la denominada Paz Total, que implica conversar con todos los actores armados ilegales.

Cumplidos más de cinco meses de la nueva administración, es momento de pasar a una segunda etapa de la Paz Total, en la que se debe adoptar con claridad una hoja de ruta, con metodología rigurosa, que permita definir las condiciones, los contenidos y el propósito de cada uno de los acercamientos con el ELN, disidencias de las Farc y el Clan del Golfo. En un conflicto tan complejo y diverso, con criminales dedicados en forma exclusiva a buscar control territorial para garantizar sus rentas ilícitas, es un imperativo ético y una necesidad práctica establecer las diferencias que existen entre los distintos grupos ilegales.

Esas definiciones contribuirían a avanzar en el proceso de paz con el ELN, el más importante en el futuro inmediato. No se podrá hablar de paz total sin implementar el acuerdo con las Farc y firmar uno nuevo con el grupo guerrillero que subsiste. Como nunca antes, existen condiciones favorables para al éxito en la mesa de Caracas. Mas allá de los debates de los últimos días sobre decisiones y anuncios unilaterales del Gobierno, que generaron un duro rechazo de los delegados del ELN en la mesa ,el Gobierno de Petro tiene, como ninguno de los anteriores, gran posibilidad de éxito en las negociaciones. Hoy parecen alinearse los astros, entendiendo la complejidad de cualquier diálogo con esa guerrilla, que nunca será fácil, ni rápido.

La nueva situación política interna y el contexto internacional son muy favorables. En primer lugar, para nadie es un secreto que muchas de las reivindicaciones sociales que por décadas ha defendido por medio de la violencia la guerrilla del ELN, hoy son asumidas por un Gobierno elegido democráticamente, con lo que se deslegitima el uso de las armas. La defensa de los derechos de las comunidades indígenas, afros y campesinas, las reformas sociales, los cambios en la política minero-energética y la ampliación de la democracia para garantizar una participación ciudadana efectiva y vinculante, son banderas del nuevo Gobierno en las que con seguridad se encontrarán consensos en la mesa con la delegación de la guerrilla. La misma decisión de realizar diálogos regionales vinculantes en la construcción del Plan Nacional de Desarrollo avanza en esa dirección.

Y en el plano internacional la buena relación bilateral con Estados Unidos, el compromiso de la ONU y la reanudación de las relaciones con Venezuela, constituyen un escenario muy positivo. Si el gobierno venezolano de Chávez en 2010 cumplió un papel importante en la facilitación de los diálogos con las Farc, el rol de Maduro ahora tiene gran importancia. A Venezuela interesa hoy tanto como a Colombia el desarme del ELN, que se convirtió en una guerrilla binacional como lo advierten analistas bien informados. La fuerte presencia del ELN en la frontera genera cada día más inestabilidad y afecta a la población civil de ambas naciones. Para recuperar espacios en el concierto internacional, a Maduro le conviene que se concrete un acuerdo de paz del cual es anfitrión y garante. Y, en esta nueva etapa de las relaciones del régimen venezolano con Estados Unidos, ayudaría mucho que se avanzara en la Paz con ese grupo. Sin dejar de mencionar que el Gobierno de Petro intenta ayudar en la distensión de las relaciones de Maduro con la administración Biden.

Es claro que la desaparición de las Farc como movimiento armado en 2016 abrió el camino para que la izquierda gobierne hoy. Un acuerdo con el ELN consolidaría la normalización de nuestra democracia y la necesaria alternancia del poder hacia el futuro. También permitiría al Estado enfilar sus esfuerzos en el combate a las bandas criminales, que sin origen ni propósito político alguno, pretenden apoderarse de regiones enteras del país para fortalecer sus actividades ilícitas. Las condiciones están dadas para la Paz con el ELN si el Gobierno se concentra. Juegan con candela al mezclar peras con manzanas y aceptar una negociación política con narcos puros. Hay que aplicar el sabio adagio popular, “el que mucho abarca, poco aprieta”. Aún hay tiempo de rectificar.

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