Federico Díaz Granados
20 Abril 2025 03:04 am

Federico Díaz Granados

Las palabras del cuerpo

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El mundo sigue siendo el escenario de un tiempo de velocidad, de mucho ruido, donde la gritería se apodera de todo hasta de los espacios de soledad donde estamos frente a pantallas y redes donde, al igual que en el mundo presencial, nadie escucha a nadie. Una persona cercana escribe correos electrónicos y mensajes de WhatsApp en mayúsculas sostenidas y algunas veces subraya la totalidad del mensaje o lo destaca en negrilla. No ha podido entender que en los nuevos códigos de la comunicación eso equivale a un grito o a un gran alarido. Pareciera que entramos en una nueva edad media donde la censura, el insulto y la calumnia dominan los auditorios y los canales de información y los medios pasan por una profunda crisis de credibilidad. Los más jóvenes prefieren informarse en Tik Tok o en X antes de acudir a algún medio tradicional. 

Sin embargo, estamos a pocos días de celebrar nuevamente el día del idioma, del libro, de las bibliotecas y volveremos sobre aquellos libros que sobreviven a estos días tan convulsos. El próximo 25 de abril se abrirán las puertas de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, FilBo 2025, una fiesta de diecisiete días alrededor de los temas y asuntos que nos permiten pensarnos desde este presente de incertidumbres. Con acierto, el tema central de la feria será ‘Las palabras del cuerpo’, con el propósito de poner al cuerpo y al lenguaje como centro de la conversación y de la reflexión. En el cuerpo nacen las palabras, la imaginación y las emociones y desde ese lugar debemos pensar muchos de los temas que hacen parte del debate público actual. El manifiesto de la FilBo este año dice: “La reflexión sobre el cuerpo nunca había sido tan intensa como en nuestros días: tradicionalmente, el cuerpo ha sido objeto casi exclusivo de la exploración científica, pero en nuestro tiempo, tal vez más que nunca, se piensa y se cuestiona desde múltiples miradas. El cuerpo también es el lugar donde nos ocurren cosas maravillosas como la imaginación, el lenguaje, las emociones, el placer” y más adelante concluye que “Es momento de continuar con la discusión que ya comenzó en los libros y dedicar el programa oficial de la feria a esa frontera que, indisociable del tiempo, nos delimita y nos materializa, en la que los embates y los placeres toman forma, y a través de la cual la identidad y la resistencia se forjan y se defienden: el cuerpo, los cuerpos”. 

En un tiempo y un mundo de algoritmos, cada vez más digital, acierta la FilBo al proponer regresar al cuerpo como epicentro de nuestra existencia. Quizás desde el dolor o el placer o desde la apropiación misma de nuestros miedos o deseos a través de la materia que nos sostiene y que habitamos la feria nos invita a detenernos ya recordarnos desde nuestra más profunda humanidad. Nos visitarán autores y autoras que escriben desde el latido y el pulso de la vida y que desde allí nos invita a recordar las razones por las cuáles estamos vivos. Y qué mejor que hacerlo desde una celebración de los libros y de las conversaciones que alrededor de ellos ocurren. 

Lo primero, porque volvemos al encuentro donde se cruzan voces, opiniones, disensos y pensamiento crítico y se defiende el derecho a la imaginación y a las ideas como base fundamental de la libertad. Y si eso lleva además a que se vendan libros, mucho mejor porque todo eso da vida a la gran cadena del libro de la cual dependen escritores, correctores, editores, diseñadores, impresores, distribuidores, libreros, bibliotecarios, promotores de lectura y profesores, entre tantos otros. Toda una cadena que permite que el libro siga siendo, como dijo Jorge Luis Borges, “una extensión de la memoria de la imaginación".

Segundo, porque no es casual que, en esta edición, el tema central sea ‘Las palabras del cuerpo’ porque si algo nos ha enseñado la literatura es que el cuerpo ha sido un territorio de disputa y de múltiples sentidos. Tampoco es casual que recientes ganadores del premio Nobel de literatura como Annie Ernaux, Jon Fosse y Han Kang, entre otros, hayan puesto sobre la mesa, desde la auto ficción, el tema del cuerpo como un inmenso mapa de lo vivido, como archivo de las emociones, soporte de las lenguas y frontera o puente con el otro. El cuerpo es lugar de migraciones y exilios y como patria de las palabras que respiran y se estremecen al habitarnos. Por eso, hablar de ‘Las palabras del cuerpo’ se hace más urgente hoy cuando la Inteligencia Artificial nos desplaza e imita nuestras voces y simula nuestros rostros. El tema de la FilBo nos recuerda que las palabras nacen del cuerpo, del aliento, del ritmo y del latido que llenan de experiencia ese lenguaje y esos idiomas que nos confirman que hacemos parte de una comunidad. De ahí que las palabras nos vinculen y permitan reconocernos siempre. 

Los libros impresos no nos espían ni recopilan nuestros datos y nos siguen ofreciendo tantas posibilidades que nunca nos dará un algoritmo como extraviarnos en nuestros propios sueños e imaginación. No necesitan batería y si los cerramos no pierden los la información. No dudo que los libros siguen siendo nuestra mayor promesa de equidad porque leer es la forma más democrática de acceder al saber y de evidenciar nuestra relación con el lenguaje tan necesario para construir una sociedad más justa y el paz. Nos recordó Edna Bonilla, en una reciente columna, que “se trata de enseñar a tramitar el conflicto con palabras que no degraden, que no deshumanicen. Una ciudadanía democrática no se construye solo con leyes ni con instituciones, sino también —y, sobre todo— con lenguaje”. Hoy vemos, con mucha nitidez, que los libros, el pensamiento crítico, la academia, siguen incomodando a quienes quieren callar al que discrepa. Allí, los libros y las palabras del cuerpo seguirán diciendo lo que quieren borrar y censurar. Y allí el lenguaje seguirá siendo nuestra única moneda de cambio valedera en el mundo de los aranceles.

Y bienvenida España como país invitado de honor a esta FilBo. Qué bueno que regresen después de treinta y tres años a un país muy diferente al que éramos en 1992. Por esos días, la discusión estaba en si debíamos celebrar o conmemorar los 500 años de la llegada de Colón a nuestras tierras. Tres décadas después, y cuando está sobre la mesa si debemos celebrar o conmemorar los 500 años de la fundación de la primera ciudad de la América continental, Santa Marta, la conversación se da desde un lugar distinto. “Una cultura de la paz, con los otros y con el planeta” será la forma en la que la inmensa delegación de autores y autoras que representan las diferentes regiones y lenguas de España corresponden a la invitación. “No es una conversación solo entre Colombia y España, sino entre todos los países que compartimos lenguas comunes, tradiciones literarias, espacios culturales e historia. Como en cualquier conversación, cada uno aporta sus experiencias, sus imaginarios, su memoria, desde miradas distintas en cada país. En este diálogo, los libros son nuestros aliados y amigos, pero además son instrumentos indispensables de cambio”, dice la invitación de FilBo a España. 

Nos encontraremos en una FilBo necesaria para defender la diferencia, el diálogo y la memoria a través de los libros y de las palabras, esas palabras que nacen del cuerpo y que lo abrazan, lo piensan y lo festejan para que sigamos asintiendo y afirmando donde otros niegan y borran porque leer sigue siendo nuestro modo más humano de habitar el mundo. 

 

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