Meses antes de que Panamá se separara, Roosevelt advirtió públicamente que respaldaría su independencia si no había acuerdo con Colombia. El país no comprendió el juego de la geoestrategia y perdió. Hoy, Petro arriesga repetir errores del pasado al usar el Canal de Panamá en el peligroso terreno de los discursos selectivos.
A propósito de las recientes declaraciones del presidente electo Donald Trump sobre su intención de retomar el control del Canal de Panamá, es inevitable regresar al 3 de noviembre de 1903, cuando Colombia perdió el istmo. Lo que es poco conocido es que, meses antes, el entonces presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, había advertido públicamente que respaldaría la independencia de Panamá si Colombia no aceptaba las condiciones para construir el canal. Ignorar estas señales fue uno de los errores que definieron este episodio histórico.
La separación de Panamá no fue un hecho fortuito, sino el desenlace de una serie de eventos que reflejaron nuestra falta de visión geopolítica. La historia de intentos de construir un canal interoceánico, ya fuera en Nicaragua o Panamá, está llena de intrigas, fracasos económicos y rivalidades globales. Para Estados Unidos, la construcción del canal era estratégica, y Roosevelt, decidido a cumplir este objetivo, no estaba dispuesto a negociar indefinidamente con un gobierno que consideraba incompetente.
En 1903, Colombia y Estados Unidos negociaron el Tratado Herrán-Hay, que habría permitido construir y operar el canal en Panamá a cambio de una compensación económica. Sin embargo, el Congreso colombiano rechazó el tratado, argumentando que las condiciones ofrecidas cedían demasiada soberanía. Esta decisión ignoró la realidad internacional: Estados Unidos ya había decidido que el canal sería suyo, con o sin Colombia.
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“…Roosevelt cumplió su advertencia y promovió la independencia del Istmo”
Roosevelt lo dejó claro en una entrevista al periódico New York World en junio de 1903, cuando afirmó que, si Colombia rechazaba el tratado, apoyaría la independencia de Panamá. Cuando el Congreso colombiano rechazó el acuerdo en agosto de ese año, Roosevelt cumplió su advertencia y promovió la independencia del istmo, consolidando el control estadounidense sobre la futura vía interoceánica.
La desconexión del gobierno colombiano con lo que ocurría en el istmo quedó evidenciada tras la proclamación de independencia de Panamá el 3 de noviembre de 1903. La noticia llegó al alto gobierno en Bogotá tres días después, el 6 de noviembre, no por un canal directo con el istmo, sino mediante un cable enviado por la embajada de Colombia en Quito. Este retraso, símbolo de una nación mal comunicada y desorganizada, reflejó la incapacidad de reaccionar ante un evento de tal magnitud y la débil presencia del Estado colombiano en su propio territorio. Una vez enterado, el gobierno empezó a compartir la información con cuentagotas, lo que alimentó rumores que rápidamente se generalizaron hasta que el país entero enfrentó la amarga realidad: Panamá ya no era parte de Colombia.
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“Es probable que, bajo el control colombiano, el istmo hubiera tenido otro destino, marcado por el descuido y las prioridades internas de un país centralista y en conflicto”
Para Roosevelt, Colombia representaba los problemas que, según él, definían a América Latina: incompetencia, corrupción y codicia. Su desprecio hacia José Manuel Marroquín, a quien llamaba ‘pitecántropo’, reflejaba su visión de un líder que encarnaba los obstáculos para el progreso en la región. La llegada de Marroquín al poder mediante un golpe de estado, que derrocó a Manuel Antonio Sanclemente, y su incapacidad para concretar las negociaciones del canal, reforzaron esta percepción. Para Roosevelt, negociar con Bogotá no sólo era frustrante sino inútil, lo que lo llevó a descartar cualquier nuevo acuerdo y a respaldar la independencia de Panamá.
La independencia fue una oportunidad para Panamá. El canal, inaugurado en 1914, consolidó su posición como nodo estratégico del comercio mundial. En 1999, cuando Panamá asumió el control total de esta vía, ya era un país preparado para administrarla como motor de desarrollo. Es probable que, bajo el control colombiano, el istmo hubiera tenido otro destino, marcado por el descuido y las prioridades internas de un país centralista y en conflicto.
Casi dos décadas después de la separación, Estados Unidos compensó a Colombia mediante el Tratado Urrutia-Thomson de 1914 y ratificado por el país en 1921, con un pago de 25 millones de dólares. Aunque fue muy útil para financiar principalmente inversión en ferrocarriles, fundar el Banco de la República y construir variadas obras de infraestructura, esta compensación llegó tarde y fue vista como insuficiente frente a la magnitud de la pérdida.
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“Casi dos décadas después de la separación, Estados Unidos compensó a Colombia mediante el Tratado Urrutia-Thomson de 1921, con un pago de 25 millones de dólares”
Hoy, frente a la amenaza de Trump, Colombia, representada por el presidente Petro, ondea con premura la bandera del respeto a la soberanía de Panamá, priorizando declaraciones públicas sobre los canales diplomáticos. Sin embargo, mientras Petro denuncia rápidamente las amenazas externas sobre Panamá, evita, incluso tras haber agotado las vías diplomáticas, mencionar las amenazas internas a la democracia en un país vecino, donde Nicolás Maduro continuará en el poder ilegítimamente al no presentar pruebas que respalden su reelección. Esta incoherencia no sólo debilita la credibilidad de Colombia en el escenario internacional, sino que también expone la fragilidad de una estrategia diplomática basada en discursos selectivos.
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