Velia Vidal
29 Abril 2023

Velia Vidal

Letrados

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Entre la nutrida agenda de la Feria del Libro de Bogotá, cuya programación de este 2023 es digna de felicitaciones por su diversidad, tuve la fortuna de presentar La vanguardia intelectual y política de la nación. (Crítica, 2023), del historiador Francisco Javier Flórez Bolívar, libro que es el resultado de un trabajo riguroso en el que el autor cordobés, docente de la Universidad de Cartagena, ha invertido más de diez años.

Esta publicación es una auténtica joya no solo por el rigor y la amplitud de la mirada, que nos permite analizar las dinámicas políticas y sociales del país durante setenta años, más allá de una simple lista de perfiles de intelectuales afros del Pacífico y el Caribe, sino porque denuncia con claridad y pruebas contundentes cómo la idea de nación de Colombia y derivado de esta, la idea de intelectualidad, se construyeron sobre principios racistas, que ubicaron a las negritudes en un lugar de inferioridad y pretendían relegarlas exclusivamente a la oralidad, dejando la condición de letrados solamente para los hombres blancos, y asignándole a dicha condición el poder de determinar la auténtica ciudadanía, así las cosas, aunque la Constitución de 1886 reconociera a las negritudes como ciudadanos, los seguía dejando excluidos debido a que, en apariencia, no dominaban las letras.

Flórez Bolívar en lo que bien llama un “antídoto contra el olvido”, hace justicia epistémica con hombres y mujeres que, desde el Chocó, el Sinú y Cartagena, de manera empírica o accediendo a estudios universitarios y de bachillerato tras innumerables esfuerzos, produjeron un vasto acervo intelectual que incluye géneros informativos, novela, poesía, crónica, ensayos, estudios antropológicos y lingüísticos, hasta la creación del Centro de Estudios Afrocolombianos en 1947. 

Voces que, en su mayoría, se alzaban contra el centralismo, la explotación de las grandes compañías extractivistas y el racismo al que ellos mismos y sus comunidades estaban constantemente sometidos. Por ejemplo, el 9 de julio de 1928, Adán Arriaga escribió en el ABC, el más importante periódico del Chocó durante el siglo pasado: “Que se deje al nativo organizar su vida y desarrollar su potencialidad, que se aumente su autonomía para evitar las absurdas organizaciones que se establecen a priori desde Bogotá.”

Otro de los tópicos destacables del libro es que logra develar, con un ánimo quizá de restauración, las profundas relaciones que existieron entre el Caribe y el Pacífico durante estos setenta años, ligadas justamente a esta producción intelectual, con la natural influencia del río Atrato como principal vía de transporte, que abría la puerta a los intelectuales chocoanos a los centros académicos en Cartagena y sus alrededores, y de ahí al centro del país. No en vano Israel, el protagonista de Las estrellas son negras (1949, primera edición), de Arnoldo Palacios, veía en el puerto caribeño la redención y el final del hambre que jamás llegaron. 

Este libro, del que además vale destacar la impecable edición del equipo de Planeta, viene oportunamente a atizar la discusión que, por suerte, cada vez está más avivada en nuestro país, sobre las múltiples formas de racismo que campean todos los sectores y niveles socioeconómicos.

Recomiendo su lectura no por ser el ya mencionado antídoto contra el olvido sino, sobre todo, por ser antídoto contra la condescendencia, que permita elevar nuestros intelectuales afros al nivel que les corresponde, no porque haya que hacerles un favor, por representatividad o reivindicación, sino porque, tal como está demostrado, sus trabajos cumplieron con los mayores estándares de calidad, tal como lo hicieron otros desde el 47 en adelante durante el siglo pasado, o como hoy lo hacen Mara, Rudy Amanda, Alfonso, Aurora o Yijhán; una pequeñísima parte de la intelectualidad afro de estos tiempos que, por fortuna, es ahora más numerosa.

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