Mauricio Rodríguez Múnera
9 Junio 2025 11:06 am

Mauricio Rodríguez Múnera

Liderazgo bajo el fuego

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No sé si en el momento en que ustedes lean estas palabras, Miguel Uribe aún siga con vida y en proceso de recuperación –espero que así sea por el gran aprecio personal que siento por él. Tuve la fortuna de trabajar con Miguel varios años en la segunda administración de Enrique Peñalosa (él como secretario de Gobierno, yo como asesor del alcalde), en la cual hizo una labor sobresaliente. Ejemplares su vocación de servicio público, su inteligencia, su dedicación a su oficio clave, su capacidad para trabajar en equipo, y su carisma. 

En los años posteriores nos situamos en orillas políticas distintas, pero nuestra amistad siempre ha estado por encima de esas diferencias. E incluso hemos seguido conversando sobre cómo liderar mejor –su pasión profesional y el asunto más importante de mi vida académica.

Lo que más me ha afligido y preocupado de Colombia es la muy dolorosa y extensa lista de líderes víctimas de atentados a lo largo de nuestra historia. Una sociedad en la que se practica una violencia sistemática contra sus líderes –en todas las regiones, por sus misiones políticas, sociales, ambientales y de otros tipos, con propósitos grandes, medianos o de menor impacto–, es una sociedad que va apagando su futuro. 

Tristemente asombrosa ha sido, y es, la indiferencia de la gran mayoría de ciudadanos ante esta tragedia. Como esa violencia es tan frecuente, se ha vuelto paisaje de fondo de la cotidianeidad nacional. Grave adormecimiento porque no solo perdemos a hombres y mujeres valientes y solidarios que luchan por el progreso de sus comunidades, sino porque desestimula el surgimiento de nuevos liderazgos que impulsen el avance de Colombia. Y así vamos quedando en manos de los asesinos, los corruptos, los populistas y los egoístas que solo piensan en acumular beneficios para sí mismos. 

Hago un llamado colectivo a rechazar con vigor este desangre. No de manera agresiva, eso es echarle leña a la hoguera. No descalificando a quienes piensan distinto, eso solo atiza la muy nociva fragmentación de la sociedad. No permaneciendo en silencio e inactivos, eso solo favorece a los destructores.

Invito a defender la vida de todos los líderes, independientemente de su forma de pensar. A respetar sus puntos de vista, así se nutre la democracia. A debatir con altura las posibles soluciones a los muy complejos problemas que nos agobian. 

Lo que suceda los próximos doce meses en nuestro país determinará cómo será la vida en Colombia hasta mediados de este siglo. No podemos ser inferiores ante semejante responsabilidad con nuestros hijos y los hijos de todos.   

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