Poco o nada se ha hablado de la desaparición de la economía naranja, sorprende cuando esta fue una política de gobierno liderada por el Ministerio de Cultura, con una agenda provista de acciones y de inversión de recursos públicos y sí, también de jugos de naranja diluído con agua o de afirmaciones como “Colombia el Silicon Valley de América Latina” fue tan importante que, cuando Daniel Rojas hizo entrega del infome del empalme dijo “la economía naranja es un concepto que durante cuatro años tratamos de entender y aún no entendemos” Pues sí, existió y tuvo miles de millones invertidos, desmontarla tomará dedicado tiempo y pensamiento. La pregunta que me hago es: ¿la economia naranja será reemplazada por la economía popular?
El Gobierno ha planteado la política de economía popular como una donde se invertirán esfuerzos para que el Estado apoye a los micro y pequeños empresarios, así como con una política de reindustrialización, donde se eliminarán barreras regulatorias que afecten la libre competencia. La economía popular es tan importane que quedó incluida dentro del PND en el artículo 90 así: “Sistema de información estadístico para la economia popular. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) diseñará, implementará y administrará un (1) sistema de información enfocado en la economía popular, el cual tendrá como insumo principal los registros administrativos existentes, las operaciones estadísticas económicas y sociales que realiza el Dane, y fuentes alternativas”
Y ¿cómo entran las culturas, las artes y los saberes ahí? Fácil, siempre han existido, siempre han funcionado y se han sostenido por los principios de la economía popular. De hecho, podemos afirmar que el ecosistema cultural es un ejemplo para entender la economía popular, los grupos artísticos comunitarios que nacen en el seno de las comunidades de base, el teatro alternativo, algunos grupos de danza, los músicos independientes, las editoriales independientes, los muralistas, los movimientos de jóvenes realizadores de audiovisual, todos, han desarrollado formas de sostenibilidad, de generación de recursos, de creación colectiva y de economía comunitaria, que son el principio de este modelo económico, que también se basa en el reconocimiento del trabajo que se desarrolla en la denominada informalidad, la cual representa gran parte del sector de las culturas, las artes y los saberes. Al menos eso es lo que hemos visto de los procesos organizativos existentes, de procesos ancestrales, territoriales y comunitarios.
También en las prácticas culturales existen los procesos artesanales asociados al saber ancestral como lo son la filigrana en las joyas, el tejido en las mochilas y los tejidos de cestería. Los festivales, ferias y carnavales, también son un ejemplo de economía popular, generan ingresos importantes a oficios que de otra manera no serían tenidos en cuenta, estos son expresión del sincretismo, de relatos históricos y, por supuesto, momentos de plena creación. Son motor de la economía social, generan empleo, emprendimientos culturales y además, garantizan cohesión social.
También están aquellas iniciativas de trabajo colaborativo, en red (la colaboración y el cuidado son principios de la economía popular) como el turismo ambiental y comunitario, que desarrollan los grupos de reincorporados, producto del proceso de paz firmado en 2016 en La Habana, Cuba. Donde el modelo ha demostrado ser una forma de garantizar la inclusión de personas marginadas a procesos relacionados con un turismo más responsable con el medioambiente, la equidad y el desarrollo local.
¿La economía popular en las culturas, las artes y los saberes será un mecanismo para satisfacer necesidades y generar ingresos, para construir prácticas culturales basadas en relaciones de solidaridad y reciprocidad? ¿Será una garantía para que los diferentes actores, cultores y gestores puedan desarrollar y mantener actividades económicas en sus contextos sociales, haciéndolos menos vulnerables y más capaces de contribuir al desarrollo regional? ¿Será la economía popular el punto de partida para trabajar la asociatividad tal como lo plantea el modelo? No sabemos, porque el Ministerio de Cultura a la fecha, nada ha dicho sobre el asunto.
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En el siglo XIX se iniciaron los diálogos y estudios sobre el arte, estudios teóricos y metodológicos liderados por pensadores y sociólogos, incluso en ese entonces se racionalizó la música analizándola desde aspectos musicológicos, históricos y filosóficos del sistema tonal luego, a comienzos del siglo XX con el materialismo histórico, se inician análisis sobre el arte y su interrelación con la sociedad, después de la Segunda Guerra Mundial, aparecen las nociones de producción cultura e industrias culturales. En los años cincuenta y sesenta surgen discusiones sobre la cultura de masas y el consumo cultural. Para los 2000 se inician discusiones sobre cómo las expresiones artísticas son una fuerza social activa y un objeto de interés reflexivo. ¿En qué parte de la historia está Colombia?