Gabriel Silva Luján
23 Junio 2024 03:06 am

Gabriel Silva Luján

Los militares y la constituyente

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La democracia colombiana es muy afortunada. Si se mira el panorama de la democracia en el continente, desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy, nuestro país se ha escapado de las peores expresiones del militarismo. Mientras que en el continente han prosperado el autoritarismo y las dictaduras militares, Colombia ha estado exenta de esas amenazas a la democracia.

En un país en el que las organizaciones criminales, guerrilleras y narcoguerrilleras han sido omnipresentes es casi un milagro que Colombia haya logrado evitar la tentación de una “solución militar”. No fueron pocas las dictaduras militares en el pasado que se justificaron precisamente como el único camino viable para derrotar a la insurgencia marxista. En Colombia nunca se apeló al expediente de una dictadura militar o de una ruptura institucional con el propósito de conducir esa lucha de una manera “más eficaz”.

Las Fuerzas Militares colombianas han demostrado un respeto ejemplar a la democracia en las más desafiantes de las circunstancias políticas. Acatar los procesos de negociaciones con los grupos armados, que han sido sus enemigos históricos, que han asesinado a sus compañeros e incluso a sus familiares, es testimonio contundente de su compromiso democrático. La aceptación de la autoridad del actual comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, quien hasta hace poco era miembro activo del “enemigo”, la guerrilla del M-19, es una demostración adicional de ese compromiso democrático.

Es mucho lo que se ha escrito analizando esa particular anomalía que es Colombia en la historia política de América Latina. Sin embargo, en muchas de las explicaciones se olvida el impacto de la doctrina que implantaron Alberto Lleras Camargo y el Frente Nacional en materia de las relaciones cívico-militares y el papel de las Fuerzas Armadas en la democracia.

El legendario discurso en el Teatro Patria, pronunciado por Alberto Lleras el 9 de mayo de 1958, estableció las bases conceptuales del papel de las Fuerzas Armadas en la democracia colombiana. Allí dijo, “La política es el arte de la controversia, por excelencia. La milicia, el de la disciplina. Cuando las Fuerzas Armadas entran a la política lo primero que se quebranta es su unidad, porque se abre la controversia en sus filas. El mantenerlas apartadas de la deliberación pública no es un capricho de la Constitución, sino una necesidad de su función… Por eso las Fuerzas Armadas no deben deliberar, no deben ser deliberantes en política… Si las Fuerzas Armadas entran a la política y a la dirección del gobierno, entran inevitablemente en la disputa… dividen a la nación, en vez de unificarla”.

Ahora el presidente Gustavo Petro quiere embarcar al país en un proceso constituyente. Hacia ese objetivo ha dirigido todas sus energías a pesar de que nunca estuvo entre sus compromisos o promesas de campaña. El primer mandatario puso en marcha un camino que denomina el “proceso constituyente” que no ha querido definir de manera precisa.

A pesar de lo confuso de su propuesta ya es evidente que el camino establecido en la Constitución para convocar una asamblea constituyente no es su preferido. Además, los requisitos y los tiempos establecidos para aplicar la vía institucional no se acomodan a su periodo presidencial. La ruta de la constituyente petrista necesariamente tendría que ser por fuera de los parámetros constitucionales.

No sería extraño que para justificar que el “poder constituyente” está actuando se dé una agudización de las movilizaciones, marchas y protestas. Tampoco se pueden descartar acciones violentas e intimidatorias por parte de los grupos armados que han expresado públicamente su respaldo a la constituyente de Petro y han manifestado su clara voluntad de jugar un papel decisivo. Así las cosas, la convocatoria al poder constituyente en que anda Petro no estará exenta de conflicto y violencia constituyéndose en un desafío para las Fuerzas Armadas ante el inevitable deterioro del orden público.

¿Qué harán unas Fuerzas Armadas cuya doctrina es la defensa de la democracia y de la Constitución cuando Petro, su comandante en jefe, embarque al país en una transformación de la carta magna por las vías de hecho? ¿Cómo reaccionará la fuerza pública ante la arremetida de violencia y conflicto que podría traer la convocatoria al poder constituyente como se lo imagina Petro?

La historia que hemos descrito es contundente. La “doctrina Alberto Lleras” está profundamente arraigada en la conciencia de las Fuerzas Armadas de Colombia. El brazo armado del Estado se ha mantenido fiel a la Constitución en las situaciones más desafiantes. Su lealtad al marco institucional vigente es inamovible.

De allí que el presidente Petro no puede asumir que las Fuerzas Armadas serán indiferentes a un “proceso constituyente” por fuera de las vías de la Constitución. Y que los actores criminales no se hagan ilusiones creyendo que la fuerza pública permitirá que se use la violencia para acallar las mayorías o forzar decisiones constitucionales inconsultas.

Twitter: @gabrielsilvaluj

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