Luis Alberto Arango
29 Noviembre 2024 05:11 pm

Luis Alberto Arango

Los previsibles discursos de Petro

El discurso del presidente Petro, en el reciente Congreso Nacional de Infraestructura, fue un ejemplo de su retórica repetitiva y predecible, reflejo de un estilo de gobierno desgastado y que está perdiendo relevancia.

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En los numerosos discursos del presidente Gustavo Petro, un oyente habitual no puede evitar notar un patrón familiar que se desarrolla con una precisión casi mecánica. Su oratoria, aunque impregnada de tonos intelectuales y una apariencia de profundidad, a menudo recorre un camino ya conocido que hace que sus intervenciones sean notablemente predecibles.

En el corazón de los discursos improvisados de Petro, que rara vez son leídos y se pronuncian sin ningún texto preparado, yace una idea singular y sencilla, una tesis central que, aunque no es particularmente compleja, sirve como columna vertebral de su oratoria.

Esta idea se estira a lo largo del tiempo que indique el protocolo; hay discursos para veinte minutos o para una hora. A medida que el discurso se prolonga, se adorna con digresiones y se puntúa con interludios didácticos, lanzando de paso acusaciones políticas a gobernantes del pasado o adversarios del presente, como si aún estuviera en campaña para ser presidente.

“Si bien se presentan ideas y propuestas, por lo general carecen de detalles concretos, sustento y planes de acción claros”.

 

Petro frecuentemente se detiene para definir términos, exponer conceptos o abordar pasajes de la historia—a menudo interpretados desde su perspectiva personal—, adoptando el tono de un erudito que habla con aparente elocuencia a su audiencia. Estos momentos de exposición, aunque parecen destinados a iluminar, suelen cubrir terreno familiar, impresionando a algunos, pero dejando a los expertos esperando algo más sustancial.

Esta fórmula discursiva es el reflejo del estilo de su gobierno. Si bien se presentan ideas y propuestas, por lo general carecen de detalles concretos, sustento y planes de acción claros. Algo que no es exclusivo de sus discursos sino también de sus mensajes en redes sociales. Afortunadamente, sus alfiles tratan de matizar y concretar estas ideas, intentando evitar la ejecución de ilusiones y llevando a cabo lo que puede ser más aterrizado a la realidad. Sin embargo, es evidente que no pueden evitar que se produzcan deslices graves.

Un ejemplo de esto ocurrió en enero de 2023, cuando el presidente anunció la congelación de los precios de los peajes en Colombia con el objetivo de tener un efecto estructural antinflacionario. Sin embargo, según Fedesarrollo, si los peajes hubieran aumentado un 13,12 por ciento en ese mes, el impacto en la inflación del año habría sido de apenas 0,01 por ciento. Lejos de lograr el objetivo deseado, esta medida generó una enorme desconfianza en el sector inversionista de infraestructura y le costaría al país -según la Contraloría- cerca de un billón de pesos, pues ahora debe compensar a los concesionarios viales. Este episodio ilustra cómo algunas decisiones y posturas de Petro, que para algunos parecen razonadas, en realidad son improvisadas y pueden resultar peligrosas y costosas para la economía nacional.

“Este episodio ilustra cómo las decisiones y posturas de Petro, que para algunos parecen razonadas, en realidad son improvisadas y pueden resultar peligrosas y costosas para la economía nacional”.

 

En su reciente intervención en el XXI Congreso Nacional de Infraestructura en la ciudad de Cartagena, los asistentes no albergaban grandes expectativas. Estaban ya acostumbrados a sus discursos adornados, repletos de verdades a medias o acomodadas, y desconectados de la realidad del sector, así como a su impuntualidad, que esta vez alcanzó un retraso de un poco más de 5 horas. Ni siquiera, como un mínimo gesto de respeto hacia los asistentes, ofreció excusas por su tardanza, algo que parece ya habitual en su agenda.

Al finalizar, los aplausos fueron más de cortesía que de genuina admiración, pues su intervención careció de novedades, no abordó problemáticas ni soluciones concretas, y las pocas ideas que podrían haber sido valiosas quedaron como pensamientos al aire. Durante los tres días del congreso, se destacaron las intervenciones de gobernadores, alcaldes, de los ministros de Transporte, Hacienda y del Interior, de otros funcionarios del Estado, del presidente del Senado, del embajador de los EE.UU e invitados nacionales e internacionales, cuyas presentaciones fueron significativamente más sólidas, mejor preparadas y de mayor utilidad para los asistentes. El presidente, por su parte, quedó debiendo en la asignatura que le correspondía.

“Esta fórmula discursiva es el reflejo del estilo de su gobierno”.

La insistencia de Petro en una fórmula discursiva agotada y poco constructiva está limitando su capacidad para inspirar y liderar cambios efectivos. Aunque su postura intelectual trata de imprimir un tono de seriedad, el exceso de improvisación y ligereza en la construcción de sus discursos—pensando que está dejando un mensaje profundo y efectivo—está logrando justo lo contrario: erosiona la confianza y credibilidad de quienes son esenciales para implementar su visión: su propio equipo de gobierno y los ciudadanos a quienes sirve.

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