Las elecciones del martes pasado en Estados Unidos han dejado mucho de que hablar. El estruendoso fracaso de las encuestadoras, que dictaban que iba a haber “voto finish” y que eran “las elecciones más reñidas en la historia”, sumado a los cambios en la intención de voto en los demócratas en general, se evidenciaron al momento de entender que fue una victoria republicana contundente. El lastre que cargaba Kamala Harris ante el inconformismo hacia el Gobierno Biden hizo que ni siquiera una campaña apersonada y liderada por Barack Obama pudiera conseguir el esperado triunfo.
De lo más rescatable de estas elecciones fue el gallardo reconocimiento de la derrota por parte de los demócratas. En el mundo entero nos hemos venido acostumbrando a la posibilidad de no reconocer las elecciones si no le convienen al caudillo de turno y, de cierto modo, esta vez gana la democracia.
Ahora, no olvidemos que en el periodo entrante de Donald Trump estarán en suelo gringo los dos eventos deportivos más importantes: el Mundial de fútbol de 2026 y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
Lo del Mundial es, cuanto menos, curioso. Desde que estalló el escándalo del FIFA Gate en 2015, Estados Unidos ha tenido a la dirigencia del fútbol mundial rendida a sus pies. La investigación por parte del periodista Ken Bensinger reveló, entre otras cosas, que hubo pago de sobornos a dirigentes latinoamericanos para que encausaran sus votos en favor de las candidaturas de Rusia y Qatar para los mundiales de 2018 y 2022, respectivamente. Entre los dirigentes estaban el colombiano Luis Bedoya, el chileno Sergio Jadue, el brasilero Ricardo Teixeira, el paraguayo Nicolás Leoz y se infiere, porque no sale el nombre escrito en la investigación, que el argentino Julio Grondona también estuvo involucrado.
Desde que salieron a la luz las investigaciones de Bensinger, Estados Unidos fue sede de dos Copa América sin siquiera hacer parte de la Conmebol. Ahora serán protagonistas del primer Mundial de fútbol en el que participen de 48 selecciones. A lo anterior hay que agregarle que el mayor astro del fútbol mundial, y del marketing, vive en Miami. Tener a Lionel Messi como embajador en los estadios de Norteamérica es la mejor estrategia de publicidad que hubieran podido encontrar.
El mundial se hará en México, Canadá y Estados Unidos. Los primeros contarán con un insulso contentillo de 13 partidos en 3 ciudades distintas, mientras que los verdaderamente anfitriones serán los estadounidenses con 78 partidos en 11 ciudades. Para muchos un despropósito si se tiene en cuenta que es un país en donde el football lo juegan con la mano y al fútbol, como lo conocemos en el resto del mundo, le dicen soccer. ¿Otra salida ante los escándalos de corrupción o quieren realmente entrar en el fútbol mundial? No se sabe todavía.
Donald Trump, por su lado, era presidente de Estados Unidos al momento de la licitación de la sede para la Copa del Mundo y parte importante para la consecución de la misma. Las negociaciones fueron ásperas porque la FIFA argumentaba que las políticas migratorias y proteccionistas de Trump no iban en concordancia con los principios que predica el ente máximo del fútbol mundial. Sin embargo, está claro que predica mas no aplica, dado que la sedes anteriores fueron Qatar, país inmerso en escándalos por miles de migrantes muertos en pésimas condiciones laborales durante la construcción de los estadios; y Rusia, cuya política de homofobia fue tristemente célebre durante el mundial del 2018.
Tiempo después, Trump y Gianni Infantino, presidente de la FIFA, se reunieron en varias ocasiones y fortalecieron su relación. Recientemente, Infantino felicitó al presidente electo por su triunfo.
Donald Trump se muestra ajeno al fútbol, pero claramente no lo es y menos si está mezclado al poder. Incluso, según New York Post, en 2015 Trump quiso comprar Atlético Nacional por 100 millones de dólares. La Organización Ardila Lülle, dueños del equipo paisa, envió una contraoferta por 150 millones y el magnate rechazó la propuesta argumentando: “maybe they think we’re stupid’’.
Ahora, en cuanto a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, no hay mayores indicios de politiquería en su elección. Aunque es cierto que en 2017 Trump aseguró estar trabajando duro por la consecución de la sede. Hay ciertos requisitos como la capacidad financiera, cuidado del medio ambiente, el compromiso en la rigurosidad al control del dopaje y la infraestructura necesaria para las competiciones deportivas y para hospedar a los deportivas. En todo esto California es potencia.
Claro que sí ha habido roces. Meses atrás Trump calificó de “basura progresista” la ceremonia de los Juegos Olímpicos en donde se anunció Los Ángeles como sede.
Los dos eventos deportivos más importantes del mundo serán un reto para Donald Trump. En el Mundial, por ejemplo, la selección de Estados Unidos está compuesta en gran parte por migrantes o hijos de estos e Irán suele ser asistente frecuente. Los Juegos Olímpicos, por su lado, llegan a una ciudad en su mayoría demócrata. Habrá que esperar.
PD1: Fue capturado Agustín Lozano, presidente de la Federación Peruana de Fútbol. Lo acusan de un presunto uso indebido de recursos de la federación y un cruce de favores con varios clubes nacionales. A esto se le suma una acusación de reventa de boletería y viajes al Mundial de Qatar 2022.
¿En Colombia? Bien, gracias.
PD2: No pasa el papelón que hicimos por la pérdida de Barranquilla como sede de los Juegos Panamericanos de 2027. Todo por la negligencia del pago a Panam Sports por parte de Ministerio del Deporte.
El presidente Gustavo Petro dijo que “el dinero que se iba a destinar a los juegos (panamericanos), más de 800 millones de dólares, se destinará a los Juegos Intercolegiados del país mejorando las instalaciones deportivas de los colegios y la preparación deportiva de la niñez y la juventud.”. Pues ahora resulta que los Juegos Intercolegiados Nacionales de este año tuvieron que ser suspendidos porque el Ministerio de Hacienda no giró los recursos solicitados. Nos quedamos sin la mejora de las instalaciones deportivas y sin la preparación deportiva de la niñez y la juventud. Otro papelón del Gobierno Petro para el deporte.