Este es el provocador título de una artículo recién publicado (https://t.ly/j8VsW) por investigadores del World Inequality Lab (WIL) en el que demuestran que la desigualdad en la distribución del ingreso en Latinoamérica -medida por el índice de Gini- es mucho mayor de lo que tradicionalmente se ha dicho.
“Lo que no se mide no se puede mejorar”. Este axioma, popularizado por Peter Drucker, el gurú de la administración de empresas, también tiene plena aplicación en el campo de las políticas públicas. Con un corolario importante: lo que se mide mal no se puede mejorar. Es lo que puede estar pasando con el índice Gini, que mide la desigualdad en una escala de 0 (igualdad perfecta) a 100 (desigualdad máxima), y que puede estar mal calculado en Colombia.
Más desiguales
Según los cálculos de estos autores, en 2021 el Gini en Colombia no era de 55,6 como reporta el Dane, sino de 70,5. Lo que quiere decir que la desigualdad en el país es mucho peor de lo que dicen las cifras oficiales.
Para consuelo de tontos se debe decir que, según esta investigación, lo mismo sucede en otros diez países de Latinoamérica que analizaron como muestra el gráfico, en el que las barras naranjas representan la medición “oficial” del Gini recopiladas por la Cepal, y las azules los valores de este indicador revisados por el WIL.
Por ejemplo, según la Cepal, el Gini del ingreso de México es 45,2, mientras que el revisado es de 73, con lo cual México nos quitó el indigno campeonato de ser el país más desigual de la región. Así mismo en Brasil pasa de 53,7 a 69,1.Uruguay, que tenía bajos índices de desigualdad parecidos a los de países europeos (Gini de 40,2), pasa a estar en el rango de Colombia antes de la revisión (56,9).
Toda Latinoamérica es mucho más desigual de lo que se pensaba, y no es una situación nueva pues los autores encuentran que los Ginis en los países analizados muestran una tendencia casi constante desde el año 2000, con ligeros descensos en los casos de Argentina, Ecuador, Uruguay.
En Colombia, el Gini empeora un poco pasando de 69,7 a principios del siglo a 70,5, pero la diferencia entre los dos cálculos permanece a lo largo del todo el período, como se ve en el siguiente gráfico. La mayor desigualdad viene desde hace muchos años.
Los ingresos declarados
El argumento que explica y justifica tan grandes ajustes es tan simple como fuerte, y parte de una constatación empírica: existe una gran diferencia entre las cifras de los ingresos de los hogares según las encuestas que se utilizan para calcular el Gini, y las cifras de estos ingresos en las cuentas nacionales que miden el PIB, siendo muy inferiores las primeras. Por eso el título del artículo: si son ciertas las encuestas, somos mucho más pobres pues el PIB es mucho menor, y si son ciertas las cuentas nacionales somos mucho más desiguales, pues los ingresos de los hogares de estratos altos son mucho mayores.
La base para calcular el Gini es la Encuesta Nacional de Presupuesto de los Hogares (ENPH) que realiza el Dane cada diez años. La última fue en 2016, con una muestra de cerca de 90.000 hogares a partir de la cual se proyectan los ingresos de los distintos estratos de la población. Por su parte, en las Cuentas Nacionales se calcula PIB como la producción total de bienes y servicios en una economía, mientras que el Ingreso Disponible de los Hogares refleja los recursos económicos netos de las familias para gastar o ahorrar después de impuestos y transferencias.
Según la ENPH, el ingreso de los hogares en ese año fue de $305 billones. El problema es que según las cuentas nacionales, el ingreso de los hogares ese mismo año fue de $634 billones. Más del doble. Una diferencia tan grande se explica porque las familias no reportan sus verdaderos ingresos, en particular en los estratos altos. La metodología de la ENPH consiste en preguntar en los hogares encuestados cuál fue su ingreso monetario del último mes. Las respuestas se clasifican por deciles, es decir grupos con el 10% de los hogares cada uno y los resultados son los que se presentan a continuación.
La subestimación de ingresos de los estratos altos es evidente, pues según la ENPH se estima que en pesos del 2023 el ingreso promedio de los hogares del 10% más rico del país era de solo $10,7 millones mensuales, cifra que no la cree ni la Dian. Con una elaborada metodología y una enorme base de datos, los autores ajustan las cifras de los ingresos, y no solo aumenta el Gini sino que la tajada del ingreso que se lleva el 10% más rico ya no es del 40% sino del 60%. No es que seamos menos ricos, es que somos más desiguales.