Estoy en desacuerdo con la gran mayoría de las decisiones del presidente Petro y su gobierno. Así lo he expresado en anteriores columnas y en diversos foros. Pienso, como dos de cada tres colombianos, que el país va por mal camino y espero que dentro de dos años haya un verdadero cambio positivo de líder y de equipo ministerial. Pero no todo es malo, y es justo reconocer algunos buenos logros.
Voy a concentrarme en dos importantes avances en materia social: el aumento del subsidio a los adultos mayores más pobres y sin pensión -de 80.000 a 225.000 mensuales, y la eliminación de buena parte de los subsidios a los pensiones altas (la peor aberración de la economía colombiana, la más regresiva- porque beneficia a los de mayores ingresos con dineros públicos que deberían invertirse en satisfacer las necesidades de los 5,6 millones de ciudadanos que a duras penas sobreviven en la miseria).
Estas dos medidas van a contribuir a mejorar uno de los peores indicadores de nuestra sociedad -el coeficiente de Gini, que mide el grado de desigualdad. Desde hace varias décadas nuestro país tiene el vergonzoso récord de ser uno de los cinco más inequitativos del planeta. Ha habido años de leves mejorías pero no han sido sostenibles. Son muchas las causas de esta lamentable situación, como, por ejemplo, la mala concentración del gasto público en sectores de la población que no son los de menores ingresos. Pero este par de significativos cambios tendrán sin lugar a duda un impacto favorable en la reducción de esa inequidad -uno de nuestros problemas más graves.
En adición al beneficio social, desde el punto de vista económico, estas correcciones serán convenientes por dos motivos. En primer lugar, porque existe abundante evidencia empírica de muchas naciones que demuestra que a menor desigualdad, mayor es la capacidad de crecer a tasas altas y sostenidas -que a su vez generan más ingresos tributarios que se pueden invertir en la erradicación de la pobreza extrema, entrando así en un círculo virtuoso. Y en segundo término, ese dinero extra que recibirán los adultos mayores les servirá para aumentar su consumo (lo cual estimulará la reactivación económica) y/o para pagar deudas del voraz mercado extrabancario que les cobra intereses exorbitantes.
Es cierto que personas de altos ingresos recibirán menos recursos y por lo tanto su capacidad de consumo o ahorro se disminuirá, pero eso es lo justo. Y podrán beneficiarse -directa o indirectamente del mayor crecimiento económico y de las compras adicionales de las personas de menores ingresos.
Ojalá en los dos años restantes la administración Petro se dedique a implementar más acciones progresivas como estas, en vez de perder tiempo, energía y dineros públicos en lo que el propio presidente reconoció hace pocos días: "mucho tilín-tilín y pocas paletas".