¿Cuántas oportunidades ha perdido por decir 'los números no son lo mío'? Lo que parece una simple frase puede convertirse en el mayor obstáculo de una carrera profesional.

Durante mis años universitarios, en una clase de costos, el profesor nos explicó la fórmula del punto de equilibrio empresarial: el nivel de ventas en el que una compañía no pierde ni gana, donde la utilidad es cero. El concepto me pareció intrigante. Aunque a primera vista parecía sencillo, no podía dejar de pensar en cómo se construía, cómo cada elemento de la fórmula se relacionaba entre sí y cuál era su lógica interna. Esa noche decidí dedicarle tiempo.
En mi cuarto, con libros, apuntes y una calculadora, pasé al menos dos horas tratando de entender cómo funcionaba la fórmula. La analizaba desde todos los ángulos, hacía cálculos, volvía a leer mis apuntes, intentaba aplicarla a diferentes escenarios. Pero no entendía del todo su funcionamiento. Me frustraba, pero no me rendía. Seguía intentando, una y otra vez, hasta que, casi a medianoche, finalmente todo encajó. Como una luz que se enciende, lo entendí. Y en ese momento no hubo nadie más feliz que yo.
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“En mi cuarto, con libros, apuntes y una calculadora, pasé al menos dos horas tratando de entender cómo funcionaba la fórmula”
A partir de ahí, no sólo dominé el concepto de punto de equilibrio para cualquier examen o ejercicio de clase, sino que esa comprensión me acompaña a lo largo de mi vida profesional. Podía calcular puntos de equilibrio en pesos, unidades o incluso considerando utilidades deseadas, con facilidad y en escenarios elaborados de costos variables y fijos. Pero ese logro no llegó por un talento especial o un don natural para los números: lo hizo porque tuve la curiosidad, la disciplina y la disposición de dedicar tiempo y esfuerzo para entenderlos.
Esta anécdota vuelve a mi mente cada vez que escucho a alguien decir: “Los números no son lo mío”. Lo oigo en entrevistas laborales, en conversaciones casuales, e incluso en personas con aspiraciones de liderazgo. Esa frase, aparentemente inofensiva, tiene un impacto enorme. No sólo cierra puertas en el mercado laboral, donde los números están presentes en todas las áreas, sino que, lo más grave, condiciona la mente. Cuando uno le dice a su mente que no puede, esta lo cree, y el desarrollo profesional se limita antes de comenzar.
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“Esa frase, aparentemente inofensiva, tiene un impacto enorme”
Tomemos un ejemplo simple: marketing. Para muchos, es un área creativa, alejada de las matemáticas. Pero cualquier profesional de marketing sabe que las métricas –el costo de adquisición, el retorno sobre inversión, las tasas de conversión, las cifras de participación de mercado, etcétera– son esenciales para tomar decisiones. Lo mismo ocurre en ventas, logística, diseño de productos o recursos humanos. Sin importar la función, los números están ahí, como parte del lenguaje universal de las empresas.
Lo interesante es que nadie nace entendiendo conceptos como el punto de equilibrio, las tasas de interés o los márgenes. Todo eso se aprende. La llave del aprendizaje está en la actitud. En lugar de declararse derrotado con un “no entiendo los números”, lo ideal, es decir: “Todavía no los entiendo, pero puedo aprender”. Esa pequeña diferencia en la forma de pensar transforma por completo los resultados.
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“La llave del aprendizaje está en la actitud”
Además, entender los números no sólo abre puertas laborales; también permite experimentar y descubrir nuevas áreas de interés. Aquel que se cierra porque cree que no puede enfrentarse a ellos pierde la oportunidad de explorar otras áreas, de probarse en retos desconocidos, de crecer profesional y personalmente.
Los números no son un obstáculo: son una herramienta esencial para el desarrollo profesional y personal. Si siente que le cuestan, comience con ejercicios simples de aprendizaje, tome cursos en línea, inscríbase en clases no formales, busque ayuda… pero nunca, nunca se rinda. Porque, al igual que aquella noche en la universidad, cuando logre entenderlos, descubrirá que las recompensas no sólo son enormes y gratificantes, sino que lo acompañarán para toda la vida.
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