Johana Fuentes
1 Junio 2023

Johana Fuentes

No todo vale

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Las campañas electorales suelen sacar lo mejor y lo peor de los candidatos. Se ha normalizado que en época de elecciones todo se vale con tal de conseguir firmas, votos, o –con el auge de las redes sociales– volverse viral en cualquier plataforma. Ese afán de protagonismo, esa carrera por encabezar las encuestas, ha hecho que los políticos sobrepasen cualquier límite. 

Esta semana la excongresista y candidata a la Alcaldía de Cali, Catalina Ortiz, denunció que fue víctima  de violencia política y machista cuando hacía campaña en las calles de esa ciudad. Las imágenes de un hombre que le gritaba desde un carro: “Váyase para la casa, mija, eso es lo que debe hacer”, mientras le lanzaba agua, llenaron de indignación al país. La solidaridad con Ortiz fue abrumadora, sin embargo, días después ella misma admitió que todo se trataba de un montaje. 

Hay que decir también que, desde que se conoció el episodio, algunas personas se atrevieron a dudar y a cuestionar la veracidad de lo ocurrido. La candidata respondió con un video en el que reafirmaba su denuncia y además recalcó –con toda la razón– la revictimización que padecen las mujeres cuando denuncian este tipo de hechos. Esa revictimización es real, en esta columna no solo he expuesto casos, sino que he explicado varias veces por qué es tan difícil denunciar que se ha sido víctima de violencias basadas en género. 

Es por eso que resulta inaceptable que, tres días después, confiese que todo hacía parte de un “experimento social” que hizo su equipo. Ortiz asegura que ella desconocía la puesta en escena: “Nunca fui informada, ni pagué por esto, ni tuve conocimiento de que no fuera real”. Es decir, como suelen justificarse los políticos cuando están en problemas, todo fue a sus espaldas. 

Catalina Ortiz aprovechó las disculpas públicas para invitar a crear un frente unido por la defensa de los derechos de las mujeres. ¡Demasiado tarde! Sin importar si conocía o no lo que estaba pasando, el daño ya está hecho. Este tipo de actos oportunistas solo afectan a las verdaderas víctimas de estas violencias, a las mujeres que a diario se ven expuestas a este flagelo y temen denunciar porque no les creen.

Vale la pena recordar que, en la última campaña presidencial, Ortiz –que inicialmente apoyó a Sergio Fajardo– decidió respaldar en segunda vuelta a Rodolfo Hernández, un candidato cuestionado por sus actitudes misóginas y machistas, y no solo eso, usó la agenda de género para lavarle la cara a Hernández. “El ingeniero logró bajar todas las estadísticas que tienen que ver con violencia de género en Bucaramanga. El 70 por ciento de su gabinete eran mujeres, así que a mí ese cuento de que no gobierna con las mujeres ni les da su lugar, ni me convence”, dijo en su momento para defender esa postura. 

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La violencia de género no es un invento y no puede seguir siendo el caballito de batalla en el que se montan los políticos cada vez que están en campaña. Usar como estrategia electoral una problemática que cobra vidas todos los días es bajo y mezquino. Por respeto hacia las mujeres, Catalina Ortiz debe renunciar a su aspiración. No todo vale a la hora de hacer política.

Coletilla: El presidente Petro –víctima en el pasado de chuzadas ilegales–, debe actuar con contundencia frente a la interceptación de la que fue objeto la exniñera de su jefa de Gabinete. ¿Quién dio esa orden? ¿Hay más personas interceptadas? El silencio y la pasividad ante el tema agravan la situación. 

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