Una o dos veces por semana mi mamá me llevaba a su universidad, especialmente en los meses que no podía pagar quién me cuidara. Su jornada era nocturna, iba a clases cuando terminaba su jornada laboral como secretaria. Primero me compraba algo de comer. Dependiendo de la época del mes, es decir, del dinero disponible, me daba pastel chocoano, envuelto de choclo o un patacón con queso rallado. Después íbamos a su salón de clases, que frecuentemente era un amplio y nuevo laboratorio de biología y química, pues estudiaba licenciatura en estas dos áreas. Según el profesor de turno ella ponía una silla a su lado y me sentaba ahí, o me acostaba en la parte baja de algún mesón, donde el docente no me viera y yo pudiera dormir un poco. La universidad era linda, grande, estaba estrenando esa nueva sede y yo me sentía cómoda acompañando allá a mi mamá, ella hablaba maravillas de sus profesores, incluso de los que no estaban tan de acuerdo en que me llevara a las clases. Ya eran sus últimos semestres y cuando se graduó nos fuimos a vivir a otra ciudad, a donde llegué con una idea muy positiva de la Universidad Tecnológica del Chocó, Diego Luís Córdoba (UTCH).
Pasaron diecisiete años para que yo regresara a Quibdó, porque siempre iba de las ciudades donde residía a Bahía Solano. Regresé convertida en una profesional, egresada de una universidad pública también y, ahora, mucho más consciente de lo que una institución universitaria significaba para una sociedad. Lo que me encontré, sin embargo, no tenía nada que ver con la idea de mi infancia. Si bien esa sede a la que acompañaba a mi mamá había crecido y estaban proyectadas algunas sedes regionales, la Diego Luis era ahora famosa por haberse convertido en un foco de corrupción impresionante, del que no solo se beneficiaban sus directivos sino políticos de todas las corrientes. Al mismo tiempo conocí docentes excepcionales que eran conscientes de la potencia de la institución, hacían su trabajo con entrega absoluta, pero tenían que librar diariamente una lucha contra una corriente no solo de corrupción sino de mediocridad e inoperancia, que explican el deshonroso último lugar en el país, que muchas veces a ocupado la universidad en materia de calidad educativa.
A pesar de todos sus problemas la universidad es la más importante institución de educación superior en todo el departamento y cada semestre se presentan cientos de estudiantes de los treinta y un municipios del Chocó e incluso de algunos de otros departamentos como Vigía del Fuerte y Murindó, con quienes tenemos una estrecha relación. Ha graduado profesionales ejemplares que han hecho importantes carreras académicas en otros centros educativos públicos y privados de todos los niveles en el país o han tenido cargos de alto nivel en sectores como la rama judicial. Los chocoanos reconocemos en la universidad una institución de infinitas posibilidades, desde donde se pueden liderar transformaciones profundas para el Chocó.
A su llegada al Ministerio de Educación Nacional, la exministra Aurora Vergara puso sus ojos en la institución y en los múltiples hallazgos que, bajo criterios técnicos, había acumulado el Ministerio sobre los manejos financieros y administrativos. Producto de las investigaciones y el seguimiento se emitió la resolución 011010 de julio 5 de 2024 “Por la cual se reemplaza el Rector y Representante Legal de la Universidad Tecnológica del Chocó – Diego Luis Córdoba, en el marco de la vigilancia especial dispuesta en la Resolución No. 018742 del 06 de octubre de 2023”
David Emilio Mosquera, el rector reemplazado, presentó una tutela alegando desprotección a derechos como el debido proceso, la contratación, la defensa y la autonomía universitaria. Tutela que fue declarada improcedente por una jueza de Quibdó.
Vanessa Sánchez Ruiz, egresada de la universidad, es la nueva rectora de la UTCH, asignada por un periodo prorrogable de un año. A su llegada fue acogida con afecto por un sector de la comunidad universitaria y ampliamente por la ciudadanía en general, pero se encontró también con una anormalidad académica y administrativa sumada a protestas hostiles, cierre de la universidad y agresiones por personas encapuchadas. Estaba claro que el panorama no sería fácil, la historia de malos manejos es larga e involucra muchos sectores del departamento y muchos niveles de la misma institución, por eso tampoco asombra la ausencia de respaldo de figuras claves en la región para el éxito de este tipo de intervenciones.
Los chocoanos crecemos escuchando que Diego Luis Córdoba, notable político liberal a quien rinde homenaje en su nombre la universidad, decía que por la ignorancia se desciende a la servidumbre y por la educación se asciende a la libertad. Nosotros hemos confiado en esa sentencia, por eso es ampliamente conocido el esfuerzo que hacemos por formarnos; pero lo cierto es que los manejos en la UTCH no han estado a la altura de los esfuerzos de nuestras familias, con lo que siguen condenando a nuestra gente a la servidumbre.
Con la llegada de Vanessa la universidad tiene una inmensa oportunidad de redención, pero es indispensable rodear su gestión y acompañarla desde donde estemos, para que esa importante institución sea nuestro camino de ascenso a la libertad.