
Los empresarios colombianos tenemos mucho que aprender de los extranjeros que ven en Colombia un mundo de oportunidades. Funcionarios con gran solvencia técnica y experiencia, comprometidos con el desarrollo del país, lo confirman.
Recientemente, conversé con dos amigos franceses que residen en Colombia y están casados con colombianas. Reflexionamos sobre el encanto indiscutible de la mujer colombiana, un magnetismo que no solo enamora a quienes llegan de fuera, sino que también los hace enamorarse de Colombia. Ellos llegaron con la intención de formar una familia multicultural y con ánimos empresariales, encontrando en el sector de alimentos su campo de acción.
Al preguntarles cómo les ha ido en su empresa en lo corrido de 2024, me contaron que, mes a mes, han mejorado sus ingresos, aprovechando las oportunidades que el mercado les ofrece. Intrigado, les pregunté si el sector estaba en crecimiento. Su respuesta fue tajante.
—No —dijo uno de ellos—, el subsector en el que operamos está en declive.
—Entonces, ¿cómo es posible que estén mejorando? —pregunté.
—La competencia colombiana se ha dejado llevar por el pesimismo y la inacción debido al pesado ambiente político —respondió el otro—. Han preferido dejar de invertir y de competir por las oportunidades que se presentan. Mientras tanto, nosotros hemos aprovechado estas brechas, creando nuevos nichos de mercado y aumentando nuestra participación en otros.
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“Intrigado, les pregunté si el sector estaba en crecimiento. Su respuesta fue tajante”.
Me explicaron que el recorrido no ha sido un camino de rosas, pero que su forma de pensar como extranjeros ha marcado una gran diferencia. Provienen de una cultura empresarial, propia de los franceses -según sostienen- que no se deja amedrantar por la política. En Francia, tanto políticos como empresarios entienden sus roles: los políticos reconocen la importancia de los empresarios para el desarrollo económico y los empresarios saben que la política no debe cruzar ciertos límites que afecten la economía.
En Colombia, en cambio, muchos empresarios se dejan influenciar excesivamente por la política. Es evidente que el discurso del Gobierno actual, encabezado por el presidente Gustavo Petro, desanima a cualquiera con su retórica polarizadora. Sin embargo, estos empresarios franceses sostienen que, aunque dicho discurso no es beneficioso para la economía, no debe paralizar a los empresarios. Me reiteran con insistencia que es esencial darle su justa importancia a la política y continuar con la labor de generar empleo y desarrollo.
Contrastando esta perspectiva, asistí el pasado jueves a un evento promovido por la Cámara Colombiana de Infraestructura. La agenda no incluía la asistencia del presidente de la república ni de sus ministros, sino de la viceministra de Infraestructura, subdirectores de agencias gubernamentales, directores y subdirectores de entidades públicas a nivel nacional, departamental y municipal, junto con otros actores del sector. La ausencia del presidente y sus ministros resaltó una paradójica realidad.
Durante el evento, no hubo discursos exagerados ni populistas que buscan atraer a las masas con promesas simplistas. Tampoco se hicieron revisiones tendenciosas de la historia o de la economía para justificar posiciones ideológicas. No se propusieron reformas radicales sin un análisis profundo y fundamentado, y no se criticó a la clase empresarial de manera injusta o sesgada.
Fue un día centrado en soluciones y colaboraciones prácticas, libre de retóricas políticas y críticas destructivas. Fui testigo de presentaciones motivantes, profundas y detalladas, enfocadas en las oportunidades de infraestructura y de colaboración entre el sector público y privado. Todos los funcionarios públicos, en calidad de panelistas del evento, mostraron tener gran experiencia, solvencia técnica, comprensión de los problemas del sector y un compromiso claro y decidido con el desarrollo del país, entendiendo la importancia de todos los actores del sistema.
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“Fue un día centrado en soluciones y colaboraciones prácticas, libre de retóricas políticas y críticas destructivas”.
Este evento reveló un panorama alentador: debajo de la capa de incertidumbre y polarización que promueven el presidente de la república y algunos de sus ministros, existe un compromiso genuino por parte de varios funcionarios públicos para desarrollar el país, libre de banderas ideológicas y malquerencia política.
Mis amigos franceses me recordaron la importancia de no dejarse amilanar por los vaivenes políticos del Gobierno actual. Su mensaje es claro: hay que darle a la política su justa importancia, ni más ni menos.
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“Me quedo con su mensaje: hay que darle a la política su justa importancia, ni más ni menos”.
En los próximos dos años, mientras navegamos este mar picado por un ambiente político confrontacional, podemos estar tranquilos. A juzgar por lo que presencié en el evento de infraestructura, Colombia cuenta con funcionarios públicos y entidades, de orden nacional, departamental y local, comprometidos con el desarrollo del país. Bajo su dirección, la máquina de la economía no se va a detener, al menos en el sector de la infraestructura, que es uno de los motores esenciales para el progreso de Colombia.
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