
Quienes no dudan en describir a Palomino, Guajira, como un paraíso, tienen razón. Este corregimiento de Dibulla se encuentra en un lugar bendecido por la naturaleza, a los pies de la imponente Sierra Nevada, a orillas del mar Caribe y bañado por las aguas claras y refrescantes del río Palomino, que nace en lagunas sagradas de la comunidad kogui, ubicadas a 5.500 metros de altura sobre el nivel del mar.
Palomino goza de una tranquilidad aparente y singular. Todas esas características atraen a un flujo turístico de las más diversas partes del mundo.
En 2015, los hostales en el corregimiento no llegaban a los 20. Si usted visita una plataforma que ofrezca alojamientos en Palomino, muy seguramente encontrará más de 134 opciones. Se estima que el año pasado fueron recibidos más de 50.000 turistas, lo que representa un crecimiento del 20 por ciento con respecto al año anterior.
Los ingresos de la economía por cuenta del turismo se cuentan en millones de dólares y, el año pasado, el sector turístico generó más de 500 empleos entre directos e indirectos para los pobladores de la región.
Todo eso suena bien, pero hay un problema invisible que está empezando a oler.
Desde hace unos días, circula por redes sociales un video hecho por veedores ambientales de Palomino en el que se registra una grave denuncia. En las imágenes se ven las instalaciones de la nueva planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) de Palomino. La PTAR aún no está en funcionamiento, lo que se evidencia en las imágenes en las que se ven los ductos aún envueltos en vinipel.
Sin embargo, las tuberías aledañas a la planta están empezando a colmarse de aguas servidas. Los ambientalistas denuncian que contratistas de Aguas de Dibulla están bombeando las aguas negras a una madrevieja aledaña.
Las madreviejas son valiosos ecosistemas que almacenan el exceso de aguas en temporada de lluvias, las que luego son liberadas en tiempo de sequía.
¿Adivine a dónde vierte sus aguas esta madrevieja? Si pensó en el río Palomino, tengo que decirle que está en lo correcto.
¿Qué está pasando?
Si la PTAR aún no está en funcionamiento, se preguntará usted por qué las tuberías de alcantarillado de Palomino están llenas de aguas servidas.
Pues bien, con la proliferación de hostales, viviendas y todo tipo de alojamientos, hay propietarios que no han tenido problema alguno en conectar las redes de aguas servidas de sus predios a las de alcantarillado del municipio, las mismas que aún no están en funcionamiento.
“Palomino es sin lugar a dudas un emporio turístico con el que cuenta el municipio de Dibulla, pero de hecho, hoy no cuenta con un sistema de tratamiento para sus aguas residuales. Tampoco cuenta con redes de alcantarillado en condiciones óptimas para atender la demanda”, le dijo a esta columna Miguel Pitre, exsecretario de planeación de Dibulla.
A pesar de que la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales es vital para el municipio, la misma ha contado con críticas y oposición de un sector de la comunidad. Los veedores ambientales aseguran que la obra fue ejecutada sin contar con los respectivos permisos ambientales, pero que además se hizo sin consultar a las comunidades indígenas de la región.
El exsecretario de Planeación, Miguel Pitre, le dijo a esta columna que dicha consulta no era necesaria y que la planta, como muchas otras plantas del mundo, verterá las aguas tratadas a un río. En este caso, se proyecta que el vertimiento se haga al río Palomino, afluente sagrado para las comunidades de la Sierra Nevada y uno de los principales atractivos turísticos del corregimiento.
Una de las actividades preferidas por los visitantes consiste en ir corriente abajo en flotadores hasta llegar al mar. Quienes se oponen al proyecto creen que actividades como esta perderán todo atractivo cuando al río lleguen las aguas provenientes de la PTAR. Además, la planta de tratamiento está ubicada dentro de la llamada línea negra, la cual delimita el territorio sagrado de los indígenas koguis, arhuacos, wiwas y kankuamos de la Sierra Nevada de Santa Marta. Por eso, las comunidades indígenas insisten en que debieron ser consultadas.

Aunque esta columna se entrevistó con varios de estos veedores, todos pidieron que su identidad les fuera protegida. Sus temores no son infundados. En 2022, Colombia encabezó el deshonroso ranking del país del mundo con el mayor número de activistas ambientales asesinados.
De hecho, veedores de la zona han tenido que rendir cuentas ante los grupos armados que ejercen control en la zona.
La construcción de la PTAR forma parte de un ambicioso contrato para el mejoramiento del sistema de alcantarillado de Palomino. Fue suscrito el 17 de diciembre de 2021, por un valor de 16.955 millones de pesos. El documento está firmado por José Antonio Mejía, gerente de Aguas de Dibulla, y Marbelys Rosa Suárez Torres, representante legal del Consorcio Palomino.
En febrero de 2016, los periódicos El Pilón y El Heraldo le hicieron seguimiento al avance en las investigaciones por el asesinato de José Manuel Afanador, hermano de un exconcejal de Uribia. En los reportes se dan cuenta de las órdenes de captura expedidas en contra de siete personas, luego de que se compulsaran copias desde Justicia y Paz, a raíz de las versiones rendidas por desmovilizados del Frente Contrainsurgencia Wayu de las Autodefensas Unidas de Colombia.
Entre las mencionadas por los informes periodísticos se encuentra la señora Marbelys Rosa Suárez Torres, quien, según la información, se entregó ante el Gaula el 21 de enero de ese año, fue escuchada en indagatoria y dejada en libertad luego de la firma de compromisos.
