Velia Vidal
27 Mayo 2023

Velia Vidal

Penniless

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Uno de los temas de mi primera semana de clases de inglés fue el dinero, los términos que se usan en la cotidianidad o de manera más formal para referirse a la gente muy adinerada o empobrecida, las distintas formas de nombrarlo, expresiones asociadas a los bancos, créditos, asuntos económicos, cómo decir que uno no tiene cómo llegar al fin de mes o hacer chistes para que pague el amigo que más tenga. Yo, que soy la estudiante más lenta, atrasada y con frecuencia la mayor de la clase, me arriesgo y participo en las discusiones con mis compañeras que regularmente son jovencitas de no más de 22 años y tienen niveles más avanzados en el idioma.

Una de las preguntas sobre las que nos pidieron conversar fue si conocíamos a personas muy adineradas, a quienes estuvieran quebrados siempre, gastaran más de lo que ganaban o alguien realmente pobre, literalmente sin dinero para acceder a lo más básico, lo que se nombra con el término penniless.

La conversación fue interesante y yo me las tuve que arreglar para explicar cómo es el Chocó, de donde vengo, uno de los departamentos más pobres de Colombia, donde muchas personas que no son habitantes de calle, a lo que mis compañeras solían referirse para hablar de este término, con frecuencia no tienen, literalmente, el dinero para acceder a elementos o servicios básicos para la supervivencia.

Durante mi segunda semana de clases salieron las noticias de pobreza multidimensional en Colombia. Creo que hubiera podido leerlas en inglés, en esta especie de inmersión y clases diarias siento que avanzo efectivamente en mi tardío aprendizaje de una segunda lengua. En los medios la noticia fue positiva, con toda razón, según el informe del Dane y de acuerdo con la noticia publicada en CAMBIO, el índice de pobreza multidimensional (IPM) en Colombia bajó de 16 por ciento en 2021 a 12,9 por ciento a 2022, una reducción de 3,1 por ciento, esto quiere decir que más de 1.4 millones de colombianos salieron de vivir en las condiciones de pobreza multidimensional.

Quiero citar además la pertinente explicación de lo que abarca este índice: El IPM permite medir las condiciones de vida de las personas y los hogares teniendo en cuenta cinco dimensiones o indicadores de bienestar: educación, salud, trabajo y las condiciones de la niñez y la juventud y condiciones de vivienda como acceso a servicios públicos. Para medir el IPM también se consideran 15 variables, estas son algunas de las que se destacan en este informe de 2022.

Y unos cuantos datos más específicos sobre lo que significó la mejoría en Colombia en 2022: Inasistencia escolar mejoró en 3,2 por ciento en 2022, por el levantamiento de medidas restrictivas por el covid-19. La cantidad de personas que no están aseguradas al sistema de salud bajó 1,7 por ciento. Barreras para acceder a fuentes de agua mejorada se redujeron 1,1 por ciento.

Como tantas veces, las buenas noticias no alcanzan a llegar a los márgenes del país. Cinco departamentos, incluido el Chocó, aumentaron su índice de pobreza multidimensional. Esto no fue parte de las noticias. Un asunto tan relevante como lo positivo, porque habla de un serio problema de distribución y además es lo que debería orientar los esfuerzos del gobierno nacional.

Evidentemente estamos hablando de una profundización de las brechas en acceso a servicios que constituyen el derecho a la vida y tristemente en nuestra región no solo no avanzamos, sino que año tras año se empeoran las condiciones.

Al comparar los cinco departamentos con incremento del IPM se entiende, además, por qué las cifras más altas del indicador coinciden también con la población indígena, campesina y afro, luego del doloroso 46 por ciento de las familias migrantes venezolanas.

Seguiremos esperando los planes estratégicos, las acciones de choque, las medidas urgentes, mientras continúan quemando buses de transporte público en las carreteras del Chocó y sumamos penniless a las estadísticas, con la única diferencia de que podré contar esta triste historia en una lengua ajena, que deberíamos aprender en nuestras escuelas, pero el indicador de bienestar dice que nuestra educación también sigue empeorando.

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