Rodrigo Lara
11 Enero 2023

Rodrigo Lara

Petición pública: alcaldesa, revoque el nuevo pico y placa

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El cambio autoritario, inconsulto y dañino de las reglas del pico y placa es una forma deliberada de hacerles la vida imposible a los bogotanos que no tienen alternativa distinta y práctica a la de movilizarse en un vehículo particular. Ya es hora de que las administraciones distritales, que han fracasado en su misión de dotar a Bogotá de un transporte público digno, masivo y rápido, cesen de estigmatizar y maltratar a los ciudadanos que se desplazan en sus vehículos para trabajar, llevar a sus hijos al colegio o ir al médico.

Las personas que usan su carro y su moto son gente común y corriente que paga el impuesto de rodamiento, las múltiples valorizaciones y el seguro de su vehículo. Son personas con derechos, que merecen respeto y a las que la Alcaldía y sus autodenominados expertos no pueden seguir caricaturizando como si fueran una élite egoísta y privilegiada, y menos aún como los responsables del caos de la movilidad que, por el contrario, es producto del subdesarrollo vial y de transporte público que padece Bogota con respecto a ciudades de Colombia y de América Latina.

No sé si en la Alcaldía se han sentado a pensar en las calamidades sociales y familiares que producirá este cambio malicioso y dañino de las reglas del desgastado y poco eficaz pico y placa. Esta medida sorpresiva es una emboscada a los ciudadanos, que además no obedece a ningún estudio y menos a una reflexión seria y ponderada sobre su conveniencia, distinta a la simplista suposición de que, con imposiciones de este tipo, la gente se bajará necesariamente de su carro para montarse en los hostiles, lentos, peligrosos y atiborrados buses de TransMilenio.

La Alcaldía de Bogota no puede permanecer indiferente ante las angustias y las úlceras cotidianas que va a causar esta medida en decenas de miles de familias y en el absurdo que en sí mismo conlleva. Y no puede seguir asumiendo que con mortificar a quienes se desplazan en un vehículo, se logrará una especie de autoajuste social y un mejoramiento automático del transporte público. 

Las soluciones al tráfico de Bogotá no se obtienen simplificando la complejidad de los problemas de una ciudad. Tampoco politizando la complejidad ni provocando tensiones entre ciudadanos, pues estigmatiza como privilegiados a quienes tienen un vehículo por el solo hecho de tenerlo. Los problemas de las ciudades no tienen origen en una sola causa –los vehículos particulares– y por consiguiente tampoco se resuelven con una sola solución; en este caso, desgastar la vida de los que usan un vehículo. 

Como se observa en cualquier ciudad del mundo, el uso del transporte público o del vehículo particular depende de las condiciones que ofrezca el sistema, de su frecuencia, de los tiempos de desplazamiento y de la seguridad de su entorno, aspectos que lamentablemente no existen en el sistema de transporte de Bogotá como sí se precisa en otras capitales del mundo. ¿Por qué circulan tantas motos en Bogotá en comparación con ciudades como Santiago de Chile? Pues por la simple razón de que todo el que lo puede hacer, evita usar el transporte público de la ciudad.

Ocurre lo mismo con los parques de las ciudades. La gente no va a los parques por el solo hecho de que existan: si el parque no cuenta con infraestructura mínima, es oscuro, peligroso y está invadido por el consumo y la venta de drogas, pues la gente simplemente no va y menos aun deja ir a sus hijos. En ese sentido ocurre, lamentablemente, lo mismo con el transporte público de Bogotá: un padre de familia hace todo lo que esté a su alcance para que sus hijas o su esposa puedan contar con alternativas distintas al sistema de buses, en donde la masividad de las horas pico presentan casos frecuentes de acoso y abuso de mujeres.

ALCALDESA POR EL BIEN DE LA CIUDAD RECAPACITE. No puede ser que el “pico y placa” se convierta en un “pico y plata” que no tiene otro fin que arrinconar al ciudadano para que se vea obligado a pagar más por movilizarse.  Es de sabios corregir el error, lo contrario es obcecar. 

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