“Nunca había visto a tantas personas negras juntas en un evento académico”. Curiosamente me dijeron la misma frase dos veces en una misma mañana. Fue en la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo, donde celebramos la Tercera Conferencia Continental de Estudios Afro-Latinoamericanos. Un evento que lidera el Afro-Latin American Research Institute (Alari), adscrito al Hutchins Center for African and African-American Research, de la Universidad de Harvard.
Nos dimos cita más de ochocientos académicos, artistas, educadores formales y populares, activistas, entre otros; en su mayoría negros, pero no exclusivamente ni como condición de participación, que tenemos en común el interés por este campo de estudios completamente relevante para nuestras comunidades. En los casi trescientos eventos, entre paneles, mesas redondas, talleres y actividades culturales, se abordan temáticas que pasan por todo tipo de artes, medicina, salud, políticas públicas, medios de comunicación, literatura, política, historia, derecho, diversidad sexual, género y, por supuesto, racismo.
Ignorantes y racistas no dudarían en calificar este espacio como un gueto, pero ese no es el tema de esta columna.
En la plenaria, donde se impartía la conferencia inaugural, aparecieron en la pantalla, además de importantes representantes del gobierno de Brasil, nuestra vicepresidenta Francia Márquez y nuestra ministra de Educación, Aurora Vergara, quien, tan solo un día antes había sido relevada de su cargo por decisión del presidente Gustavo Petro. Francia aprovechó su participación para destacar la gestión de Aurora durante estos dos años en la dependencia, primero como viceministra y luego como titular. Una gestión con resultados para todos los niveles educativos y en múltiples dimensiones como cobertura, infraestructura, permanencia, seguridad alimentaria, acceso, entre otras; liderada, además con una sensatez, transparencia, inteligencia y decencia destacables, reconocidas por personas de todas las corrientes políticas en el país.
Para el pueblo negro de Colombia es imposible desconocer la priorización que dio la ministra a nuestros asuntos educativos, con sobradas justificaciones, intentando cerrar las enormes brechas que nos mantienen en los peores resultados en cuanto a indicadores asociados a la educación.
Cuando Aurora tomó la palabra la recibimos con un cálido y extenso aplauso completamente merecido, no solo por su rol de ministra sino porque ella, desde su labor académica, ha sido también una gestora de este valioso encuentro.
Con la serenidad y la claridad que la caracterizan explicó la relación directa entre el campo de estudios, las políticas públicas y la garantía de derechos para nuestra población. Nos recordó que hace apenas seis o siete generaciones, nuestros antepasados tenían prohibido aprender a leer y escribir. Hoy, como resultado de una lucha constante, que han tenido líderes notables como ella, no solo leemos y escribimos, sino que producimos conocimiento, al tiempo que validamos los saberes generados por nuestros mayores, históricamente invalidados por no quedar registrados en formatos a los que se les negaba el acceso, o presentados en escenarios a los que les era imposible acceder.
El presidente Petro nombró al señor Daniel Rojas como nuevo ministro de Educación, lo que ha generado innumerables críticas no solo por su hoja de vida, que no da cuenta de una relación con el sector educativo, sino también por sus publicaciones y expresiones soeces que parecen ser ampliamente conocidas. Nadie podría decir que el uso de un lenguaje soez invalida a Rojas para ser ministro, lo que sí se puede percibir en el aire es la sensación de que la prioridad del presidente no son las reivindicaciones de los pueblos minoritarios ni el cumplimiento de logros tangibles en materia educativa, además, que se inclina por los tonos vehementes hasta la hostilidad, y que ahí, evidentemente, no cabe una mujer que no necesita alzar la voz para imponerse, sino que moviliza con afecto e inteligencia.