
A finales del mes pasado circulaba en redes sociales un fragmento de una entrevista en donde Eduardo Dávila, máximo accionista del Unión Magdalena, criticaba al fútbol femenino: “Yo no estoy de acuerdo con el fútbol femenino. Ese no es un deporte para la mujer. Que vayan a jugar tenis, que vayan a jugar voleibol, dominó, pero fútbol no", dijo Dávila sin ningún reparo. Tanto así, que segundos después se le ve riéndose mientras mira a alguien que está detrás de la cámara.
Acá hay mucha tela para cortar: es casi que ridículo tener que aclararle al señor Dávila, hoy por hoy, que no es cierto lo que de forma risueña afirma. El fútbol sí es un deporte para mujeres. De hecho, por lo menos en Colombia, ellas en mucho menos tiempo han conseguido más logros. Con poco más de una década de existencia del fútbol femenino, las jugadoras han alcanzado lo que al fútbol masculino le tomó generaciones, a pesar de contar con un ínfimo respaldo financiero, institucional y mediático, porque los medios también tenemos responsabilidad acá.
La selección masculina clasificó por primera vez a un Mundial en 1962 y no superó los cuartos de final sino hasta 2014, su única vez. Por su parte, la selección femenina, creada oficialmente en 1998, ya ha disputado tres Copas Mundiales (2011, 2015 y 2023), llegó a cuartos de final en la última edición y clasificó a tres Juegos Olímpicos. Además, en 2022, la selección Sub-17 fue subcampeona mundial, algo que nunca ha alcanzado ninguna categoría masculina del país. En clubes, Atlético Huila fue campeón de la Copa Libertadores Femenina en 2018, cuando en nuestro país ni siquiera existía una liga femenina profesional consolidada.
Por su lado, al fútbol masculino colombiano le tomó más de medio siglo lograrlo. Fue con Atlético Nacional en 1989. La primera final continental fue con el Deportivo Cali que dirigía Carlos Salvador Bilardo en 1978.
No es un secreto que los logros del fútbol femenino fueron conseguidos, a pesar de los dirigentes, con presupuestos reducidos, condiciones laborales precarias y sin la infraestructura histórica del fútbol masculino. Aunque hay mucho camino por delante, este poco tiempo demuestra el potencial del fútbol femenino colombiano.
Claro que, viendo el lado positivo –si es que existe– de las declaraciones de Eduardo Dávila, el hecho de que “mientras él esté manejando al Unión Magdalena no vaya a haber fútbol femenino” les da cierta tranquilidad a las jugadoras. Tendrán un mal empleador menos. Si bien Dávila está desde inicios de los años 80 en el equipo, entre 2017 y 2018 el Ciclón Bananero tuvo bajo la presidencia de Eduardo Méndez (hoy en Santa Fe) un equipo femenino relativamente decente. Luego, Dávila volvió a las riendas y el proyecto se cayó.
Tampoco se puede esperar mucho. En 2012, Dávila fue condenado a 34 años de prisión por ser determinador del asesinato de su primera esposa, Carmen Josefa Vergara Díaz-Granados, ocurrido en enero de 2007 en Santa Marta. Además, para colmo, luego fue condenado a 10 años de cárcel por narcotráfico.
La condena que debía ser de 34 años fue reducida a 27, mientras el juez acumuló la pena en una sola sentencia. A finales del año pasado, Dávila quedó en libertad condicional tras haber cumplido apenas 13 años de reclusión. Todo porque ya había cumplido más de tres quintas partes de la pena.
Aunque públicamente se sabe que Eduardo Dávila es el máximo accionista del Unión, ante los ojos de la Dimayor el presidente es Alberto Mario Garzón. Esto, dado que Dávila cumple su condena en la casa. Lo curioso es que en algunas asambleas de la Dimayor, que desde el 2020 son virtuales, se ha visto a Dávila haciendo presencia. ¿Puede alguien condenado tener voz en la máxima división del fútbol nacional? Si preguntamos en Suiza, seguro la FIFA diría que no, pero en el país del Sagrado Corazón estas cosas, que jamás serán normales, son tristemente habituales. Todos se tapan con la misma cobija.
Triste ver la decadencia del Unión Magdalena. El Ciclón deambula entre la A y la B sin pena ni gloria. Cuando aparece en las noticias es por escándalos como el partido contra Llaneros que fue noticia internacional por un gol bastante dudoso.
Es uno de los equipos que no divide, que le agrada a la gran mayoría de colombianos. Tanto “pitán pitán” cantaba Carlos Vives para que el club volviera a las manos de un señor condenado por homicidio y narcotráfico.
