Johana Fuentes
1 Febrero 2023

Johana Fuentes

Revictimización

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El feminicidio de Valentina Trespalacios develó otra de las caras más dolorosas de este tipo de tragedias: la de la revictimización. A la par de los detalles escabrosos que se han conocido, han aparecido versiones indolentes e irresponsables que tratan de justificar lo sucedido y trasladan la culpa a la víctima.

Es difícil cambiarle el chip a un país violento. Al parecer, no es suficiente saber que a Valentina su asesino le quitó la vida –aprovechando su indefensión– y luego metió su cuerpo dentro de una maleta y lo depositó en un basurero. Han escarbado su vida personal y su intimidad buscando algo que les dé una razón para haberla asesinado de esa manera. El asunto ha escalado tanto que el abogado Miguel Ángel del Río, representante de la familia, anunció que tomará acciones legales contra quienes calumnien y difamen al respecto.  

El caso de Valentina no solo ha expuesto este tipo de prácticas, también ha dejado en evidencia que en este país –en el que reina la impunidad– los casos que logran tener un despliegue mediático cuentan con la “suerte” de que las autoridades actúen con celeridad. La justicia no debería moverse de acuerdo con el número de noticias generadas, ni tampoco tener lunares como los problemas en la audiencia por cuenta de una traductora poco capacitada, que no tuvo otro camino que renunciar. Una muestra más de cómo el sistema judicial les sigue fallando a las víctimas. Ni hablar del show de la Policía al ponerle unas esposas moradas a John Poulos. Una simbología insulsa que solo sirvió para acaparar titulares.

Según el Observatorio Colombiano de Feminicidios, el año pasado fueron asesinadas 612 mujeres por el solo hecho de serlo. Este año, la cifra de la Fiscalía, hasta el 26 de enero, es de diez feminicidios. Nada justifica un acto de esta naturaleza. Tristemente, es la realidad a la que se enfrentan quienes se atreven a denunciar en Colombia. 

La justicia no es la única que revictimiza, también lo hace la sociedad, las autoridades y hasta los medios de comunicación que, con tal de obtener unos cuántos clics más o generar mayor alcance en sus publicaciones, caen en el amarillismo. Valdría la pena hacer una reflexión desde nuestro oficio sobre la urgente necesidad de tener enfoque de género en las salas de redacción. 

La violencia de género no es un asunto menor. Mientras transcurrían las audiencias sobre el feminicidio de Valentina, María Camila Plazas, una niña de diez años, fue asesinada por un hombre que hace dos días había quedado en libertad luego de pagar una condena por acceso carnal abusivo. ¿Qué hacer para que las historias de Valentina y María Camila no se repitan a diario o no se conviertan en una estadística más de un país indiferente y anestesiado por la violencia?

Se requieren políticas públicas efectivas, inversión, implementación de protocolos, educación para erradicar la revictimización. Es necesario que este tema sea una prioridad en la agenda de los gobernantes y legisladores, y no un comodín que sacan en cada campaña electoral para ganar votos. 

Adenda: La semana pasada, el Gobierno sacó un comunicado en el que anunciaba una investigación interna por los casos de presunto acoso sexual dentro del Congreso, así como la cero tolerancia con cualquier tipo de violencia contra la mujer. Sin embargo, es contradictorio que se expida ese comunicado y al mismo tiempo el presidente Gustavo Petro replique en su cuenta de Twitter un tuit que calificaba como falsa una denuncia por acoso sexual en contra de Mauricio Lizcano, secretario general de la presidencia. ¿Dónde queda la investigación?

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