Edna Bonilla
24 Julio 2024 04:07 pm

Edna Bonilla

Saldo pedagógico y fútbol

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“Cuando todo encuentro, toda interacción humana, así como toda forma de ocupación se rijan por una regla muy simple -maximizar el saldo pedagógico- maestro pleno y ciudadano a cabalidad coincidirán”.

Antanas Mockus Sivickas, 2015

En un excelente artículo publicado en 2015 en la revista del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, Idep, Antanas Mockus afirma que los encuentros en cualquier espacio cobran valor si los participantes aprenden de ellos. Basta con que uno aprenda para que el saldo pedagógico sea positivo. Vale la pena reflexionar sobre lo sucedido en la reciente Copa América y preguntarse si aprendimos (saldo pedagógico) de un evento de interés nacional que generó ilusión, pero que también puso en evidencia la falta de cultura y educación. 

Teníamos razones para ser optimistas. La Selección Colombia fue la que mejor jugó a lo largo del torneo. A pesar de la derrota sufrida en el tiempo extra del partido final, la participación del equipo fue muy positiva. Primero, porque desde 2001 no se llegaba a la final del torneo, segundo, porque tuvimos en James Rodríguez al mejor jugador de la Copa, y, por último, porque el comportamiento de los jugadores fue ejemplar dentro y fuera de la cancha; tanto así que la selección se llevó el premio al juego limpio. La selección colombiana, compuesta por jugadores de diversas regiones y culturas, ejemplifica cómo la diversidad puede ser una fortaleza cuando se reconoce y aprovecha adecuadamente. Enhorabuena por los jugadores y el cuerpo técnico.

Son inaceptables los hechos que se presentaron en las ciudades de Charlotte (semifinal) y Miami (final), y en el territorio nacional. El mal comportamiento tiene que ser motivo de reflexión. Es censurable la actitud de cientos de ciudadanos, directivos del fútbol y personajes reconocidos. La forma de actuar de los colombianos es excepcional. En el estadio Hard Rock de Miami se han llevado a cabo varios “superbowl” y otros grandes eventos, y nunca se había presentado una situación similar.

El procedimiento de los vándalos contrasta con la altura de la selección. En Colombia, en la noche del 14 y madrugada del 15 de julio, se presentaron 412 riñas por hora y, tan solo en Bogotá, hubo 4 muertos. Esos comportamientos tienen diversas explicaciones. Una de ellas, es nuestra larga historia de conflictos. Es notoria la falta de respeto por la autoridad y el incumplimiento de normas básicas. En general, el descuido de la cultura ciudadana.

Tratando de indagar por las causas, es inevitable preguntarse por el papel que la sociedad le atribuye a la educación, no solamente en el ámbito escolar, sino en su relación con  la familia y la comunidad. La formación integral incide en el bienestar de los estudiantes, y en el aprendizaje de la cultura ciudadana. Si en los momentos intensos los ciudadanos no son capaces de manejar bien sus emociones, el saldo pedagógico es negativo.

Y aunque desde la educación no tenemos todas las respuestas para entender nuestro comportamiento, si encontramos algunas claves. En Colombia, la tasa de cobertura neta en primera infancia (0 a 5 años) es de 77,4 por ciento, frente a 91,4 por ciento de la Ocde. Esta situación contrasta con la de España, ganadora de la Eurocopa, con una cobertura de 96,5 por ciento, 20 puntos por encima de Colombia. Cualquier indicador coloca al país en una mala situación. Las horas de enseñanza obligatorias por año en preescolar en Colombia son 760, mientras que en la Ocde son 987 y en España 871. Y para tener un punto de referencia más exigente, en  Alemania son 1.755 horas. En cuanto al número de estudiantes por maestro, también en primera infancia, en Alemania es de 7,4 y en España de 12,1, una cifra  muy similar al 12,7 de la Ocde. En Colombia esta relación es de 18. La etapa de formación en primera infancia es fundamental para lograr cambios en la cultura ciudadana. Esta inversión se reflejará en saldos pedagógicos positivos.

Es tan grande lo que hicieron los jugadores de la Selección Colombia que algunos de ellos han logrado, como si fuera un milagro, superar las difíciles condiciones de su origen. Son especialmente meritorios, Daniel Muñoz, Jhon Córdoba y Luis Díaz. Nacieron, respectivamente, en Amalfi, Itsmina y Barrancas. Municipios con numerosas carencias.  Amalfi tiene una cobertura neta en primaria infancia del 52,31 por ciento, 25 puntos porcentuales por debajo del país y casi 40 por debajo de los países más desarrollados. Itsmina del 50,16 por ciento y Barrancas está más cerca del promedio nacional con 71,70 por ciento. Las brechas son igualmente profundas cuando se examinan las tasas de cobertura de media y superior.

Colombia tiene un índice de cobertura neta en educación media del 53,2 por ciento, frente al 85,4 por ciento de los países de la Ocde, estamos más de 30 puntos porcentuales por debajo de los países desarrollados. Si miramos los tres municipios anteriormente mencionados, volvemos a tener un panorama muy negativo, incluso en Barrancas que en los anteriores indicadores estaba en una "mejor" posición. Amalfi cuenta con una tasa del 30,49 por ciento, Itsmina del 54,50 por ciento y Barrancas del 32,26 por ciento. Claramente preocupa que Amalfi y Barrancas estén más de 50 puntos por debajo del nivel internacional. Esto, entre otras cosas, obedece a las distintas condiciones socioeconómicas que enfrentan los jóvenes al llegar a estos grados en nuestro país, que, en muchos casos, los llevan a desertar del sistema educativo. Sin embargo, hay que poner la lupa en este tema, estamos en la obligación de generar las condiciones para que todos los ciudadanos y ciudadanas completen los ciclos educativos de la mejor manera. La intervención debe ser estructural y sistemática, no es únicamente tarea del sector educativo.

Al  analizar el tema de la calidad, también tenemos unos retos complicadísimos. En la prueba PISA de matemáticas, con 34,6 puntos, estamos por debajo de la mitad de los países de la Ocde, que obtuvieron el 76,0. Así mismo, en habilidades de lectura, con 50,1, estamos significativamente por debajo de los países más desarrollados que obtuvieron en promedio 77,4. De acuerdo con la Unesco, tenemos 88 investigadores por cada millón de habitantes, cuando el promedio de la Ocde es de 4.539. La brecha es de 52 veces.

La educación debe ampliar las capacidades de los estudiantes para que pueden enfrentar los desafíos de la vida. Igual que en el deporte, donde la formación es continua y participativa, la educación debe ser un proceso constante que apoye el proyecto de vida de los estudiantes. La derrota de la selección es un recordatorio de que tanto en la educación como en el deporte, el éxito se construye a lo largo del tiempo con esfuerzo y dedicación.

La educación nos debe comprometer colectivamente, estado y sociedad, ojalá con la misma atención, pasión y dedicación que ha tenido la selección. Además, es claro que debemos cambiar nuestra cultura violenta y propensa a trasgredir las reglas. De nuevo, no es solamente la educación. Muchos de los que participaron en los disturbios han sido privilegiados. Entre ellos, los directivos del fútbol, que tienen una responsabilidad mayor. ¿Para cuándo la renuncia de Ramón Jesurún? Con el ejemplo se enseña y construye sociedad.

La cultura del atajo no tiene justificación. Si no asumimos pedagógicamente estas reflexiones perderemos como sociedad y continuaremos en un caos que nos hundirá cada día más. Todos somos responsables. Basta ya de aceptar estos hechos como si no tuvieran consecuencias. Estamos frente a un fenómeno social que nos está arrastrando al NO futuro como sociedad. 

El saldo pedagógico: Ganó la selección, perdió Colombia. Es momento de actuar.

 

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