Velia Vidal
19 Julio 2024 03:07 pm

Velia Vidal

Savia elaborada

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Entre las líneas más bellas ante mis ojos en el último mes, están las de Crónica de la hermana mayor, de Rómulo Bustos Aguirre, que no me atrevería a citar sino completas:

Dios creó las cuatro de la tarde

para que los árboles hablen con la brisa

Para que la hermana mayor regrese

y yo pueda esperarla junto a la verja

La hermana mayor con sus dos largas trenzas

En la esquina

La acacia ha encendido cada una de sus flores

y parece un fino candelabro a plena luz

Las columnas del parque como las patas

                                   De seis garzas blancas

El ángel siempre atareado mirando bajo el ala

                                               de las cosas

me murmura al oído lo que dicen los árboles

“Son las cuatro la hermana vuelve”

Cuando leí la noticia que, a mi modo de ver, más importante de este mes o quizá de lo que va del año, sentí la frescura de las cuatro de la tarde e inevitablemente volví al poema.

“Colombia alcanzó la cifra de deforestación más baja desde que se tiene registro en el país. Al respecto, la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, aseguró que la deforestación se redujo en 36 % en 2023, pasando de 123.517 ha deforestadas en 2022 a 79.256 ha en el año anterior”. Dice el comunicado oficial. “La ministra Muhamad señaló que la deforestación en la Amazonía colombiana fue la más baja de los últimos 23 años, pasando de 71.185 ha deforestadas en 2022 a 44.274 ha en 2023, una reducción del 38%. Es decir, 26.911 ha de la selva amazónica dejaron de ser víctimas de la deforestación. Además, entre el año 2021 y 2023 se identificó una reducción acumulada del 61%”.

Tendríamos que estar de fiesta porque cada hectárea protegida es un poco más de vida, un poco más de esperanza, un poco más de contención frente a los flagelos ambientales que sufre nuestro país.

Todos hemos sentido la desazón profunda que provoca, ante los ojos, un suelo ocre, cicatriz de unos árboles que ya no anuncian los regresos, o la lluvia, o el verano, que ya no alumbran como la acacia o los guayacanes florecidos, finos candelabros a plena luz, que ya no extienden sus ramas a loras, tucanes o gallinazos.

En el comunicado se recuerda que las principales causas de la deforestación en Colombia siguen siendo la praderización para acaparamiento de tierras, ganadería extensiva, infraestructura de transporte no planificada, cultivos de uso ilícito, extracción ilícita de minerales y tala ilegal de madera. En esta parte recordé mi poema, menos bello y mucho más crudo que el de Rómulo:

Se talan cada hora

quince hectáreas de bosques.

En las selvas del Amazonas,

el Chocó,

la Orinoquía,

páramos y montes

se convierten en potreros.

 

A una velocidad promedio

de un metro por hora,

circula por los vasos liberianos del floema

la savia elaborada.

Ahora, por fortuna, yo tendría que cambiar el segundo verso.

“Hemos identificado que hay una asociación directa entre la paz y el resultado de la deforestación, condiciones de paz generan reducción. Tenemos en el año 2023 la cifra más baja de deforestación en los últimos 23 años y hay dos factores fundamentales que tienen que ver con este resultado: avances en términos de proceso de Paz y el fortalecimiento de los acuerdos de conservación (Conservar Paga), especialmente en el Arco Amazónico”, dijo la ministra.

A esta ecuación solo agregaría la paz que producen más acacias, robles, choibás y peinémonos permaneciendo sobre la tierra para hablar con la brisa a las cuatro de la tarde y anunciar el regreso de las hermanas mayores.

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