León Valencia
14 Mayo 2025 03:05 am

León Valencia

Señor Petro, no provoque a Donald Trump

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Para qué se pone en esas, Petro, para qué va a China, para qué anuncia que va a firmar un memorando de entendimiento en torno al Cinturón Económico de la Ruta de la Seda, para qué alienta los lazos de la Celac con China, eso es provocar a Donald Trump, eso es arriesgarse a duras sanciones económicas: son frases corrientes de la oposición y los críticos, tantos críticos, de los medios y de las redes sociales, ahora que se realiza en Beijing la Cuarta Conferencia entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

Gran conferencia que encabezan los presidentes de China, Brasil, Colombia y Chile: Xi Jinping, Inacio Lula Da Silva, Gustavo Petro y Gabriel Boric y en la que participan 15 cancilleres de la región. Una enorme oportunidad para buscar nuevos caminos de cooperación y nuevos mercados para el desarrollo de nuestro país y de América Latina. Nuestros países lo necesitan y China lo necesita, ante el rumbo incierto y peligroso que ha tomado Estados Unidos. 

Sería una solemne bobada perder esta oportunidad que está bañada por una ironía mayor. También Estados Unidos se está reuniendo con China, en Suiza, para intentar apaciguar la tormenta que desató Trump con la imposición de exorbitantes aranceles a la economía del gigante asiático. Darían risa, sino tuvieran, un rasgo lamentable, los consejos de no buscar a China porque se enoja Estados Unidos.

El Gobierno colombiano ha hecho bien en ir y esperamos que lo haga bien en el curso de las reuniones de la conferencia y en los diversos encuentros bilaterales. Ya habíamos tenido la oportunidad de firmar la vinculación a la Ruta de la Seda a lo largo del gobierno de Duque y también en el primer viaje de Petro, y no lo hicimos por el mismo temor que ahora difunde la oposición, pero resulta que ya 21 países de la región lo han hecho y algunos de ellos están aprovechando las oportunidades que ofrece este gran mercado. 

China está pisando duro en América Latina: recientemente inauguró, juntamente con Perú, el gran puerto de Chancay para barcos de gran calado, que, sin duda, desplazará a puertos como Buenaventura y Valparaíso en el tráfico comercial con Asia. También esta impulsando la ruta interoceánica Perú-Brasil, un proyecto vial que conecta a los océanos del Atlántico y el Pacífico atravesando el sur de Perú y conectándose con la rede vial brasileña. Estamos obligados a mirar hacia el Sur y hacia el Este en la dura batalla por nuevos mercados. 

Ahora, la balanza comercial entre China y Colombia es desigual y desfavorable a Colombia y uno de los objetivos del acuerdo tiene que ser equilibrar y crecer este intercambio comercial que será vital para el futuro de nuestro país y de América Latina y el Caribe. Para nadie es un secreto que estamos ante el rápido ascenso de China al primer lugar entre las economías del mundo. Este proceso puede acelerarse ahora con el viraje proteccionista de Estados Unidos. Tenemos una oportunidad de seguirle el paso a los cambios que se están operando en el campo internacional y sería una gran torpeza desperdiciar la ocasión. 

El memorando o plan de cooperación entre China y Colombia no es un rígido tratado de comercio: es apenas una guía para orientar las relaciones económicas entre los dos países. Lo que se conoce está en consonancia con nuestros propósitos de desarrollo sostenible, de descarbonización y lucha contra el cambio climático, de reindustrialización y transformación de las inequitativas relaciones sociales del país. 

El viaje a China, tengo entendido, se aprovechará también para afianzar los lazos entre los presidentes Lula, Petro y Boric, mandatarios que, junto a Claudia Sheinbaum, de México, están liderando un nuevo ciclo de integración de América Latina y una respuesta a la ofensiva de la ultraderecha contra las instituciones democráticas de la región. 

Al momento de escribir esta columna apenas está arrancando la conferencia entre China y la Celac y empezando las gestiones bilaterales del presidente Petro, pero el ambiente inicial es prometedor. A lo largo de la semana se sabrá más de lo que ocurre en la lejana China y, en el país, seguramente se acentuarán los debates sobre la pertinencia de introducir cambios en nuestra política exterior. Pero cualesquiera que sean los resultados de estos eventos y búsquedas, lo peor sería quedarnos de manos cruzadas ante lo ocurre hoy en el mundo y en la región. 
 

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