
Hay cosas que se normalizan para algunos no sólo por la soberbia en que vivimos, que nos hace a veces creer que tenemos ciertos derechos especiales a saltarnos algunas normas o leyes en particular, sino porque culturalmente creemos en frases como: ‘El vivo vive del bobo’, ‘Para que pagar impuestos si se los van a robar’, ‘Mas vale pedir perdón que pedir permiso’, ‘El que pega primero, pega dos veces’, ‘¿Ud. no sabe quién soy yo?’, ‘Yo no voy porque no me van a dar nada’, ‘Llévele este regalito y vera que le ayuda’, ‘El que tiene plata marranea’, ‘Lo que le falta es malicia indígena’, ‘Que robe, pero poquito’, ‘Que robe, pero que por lo menos haga’, ‘¿Y Cómo Voy Yo ahí (CVY)?’, ‘Niéguelo hasta la muerte’, ‘Coma callado’, ‘El que peca y reza empata’, ‘Ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón’, ‘No sea bobo, aproveche’, ‘Todos roban, la cosa es que hagan obras’, ‘Solo cuando hay corrupción se nota el progreso’, ‘Pregúntele cuánto le cuesta arreglar eso’, ‘El problema no es la copia, sino que lo pillen’, ‘Hasta para robar se necesita decencia’, ‘Es una mentira piadosa’, ‘El que parte y reparte, se lleva la mejor parte’, ‘Si va a decir una mentira, dígala bien’, ‘El vivo vive del bobo y el bobo de papá y mamá’, ‘La corrupción es inherente a la naturaleza humana’… el listado podría continuar indefinidamente, con leves variaciones por país.
Hay ciertas cifras que le hacen ver, a algunos, las cosas menos graves de lo que realmente son, y aún ufanándose de gozar de altos niveles de integridad. Hay algunos negocios que sabemos que matan y aunque el conocimiento reciente hace que muchos lideres empiecen a modificar sus negocios, algunos deciden defender lo indefendible hasta el final, haciéndose los de la vista gorda con productos que incluso pueden estar afectando la salud de sus hijos y padres. Pero con mirar hacia otro lado, soñar con el bono a ganar o distraerse para no sentir que están en el lado incorrecto de la historia, basta. Ya hemos visto algunos escándalos con el tema de los opiáceos en Estados Unidos, pero el listado podría ser mucho mayor, y ya empezaremos a verlo en aquellos que no se mueven rápido para pivotear ciertos negocios, ahora que el conocimiento científico ha mostrado cosas que antes no sabíamos.
Ahora bien, hay un ‘hacerse el ciego por omisión’, y ya lo vimos en casos como el de Volkswagen o Enron, y en pirámides financieras con nombres refinados alrededor del mundo, o de pueblo, como las que hemos vivido en Colombia. La corrupción también está presente en el mundo de los lideres: caminar por la delgada línea sin generar asperezas podría tildarse de habilidad, pero, siendo muy honestos, prefiero llamarlo tibieza y doble vida de algunos.
Hay gente que no necesita más dinero: hace lo que hace por puro ego, pagando precios muy altos, con la excepción de algunos que, en su soberbia, ni les importa el impacto que ello tiene. Hay gente que muere en su ley. Sin contar aquellos que se la pasan enfiestados o llenos de pastillas para lidiar con el estrés y el insomnio de llevar vidas dobles o triples.
Entre más subes, más conoces personas que se mueven en esferas de poder, algunos bien íntegros y otros de pura apariencia. Lideres muy hábiles para justificar lo injustificable y hacerte ver como viable lo que claramente es una falla moral. Si no estas bien parado, te puedes confundir: el dinero y el quedar bien tienen un dulce olor tentador.
Como suelo decir en mis textos sobre liderazgo: ‘El asunto está en hacerlo bien y hacer el bien’. Y no a cualquier precio ni de cualquier forma, ni con disfraces.
