Federico Díaz Granados
5 Mayo 2025 03:05 am

Federico Díaz Granados

Temblor de las palabras

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Va avanzando la FILBo 2025 y en medio de los torrenciales aguaceros los lectores nos hemos refugiado en los diferentes pabellones y eventos programados. Han sido días intensos donde las mesas han girado alrededor del tema ‘Las palabras del cuerpo’. He moderado algunas conversaciones y he celebrado la importancia que los invitados han dado al asunto central y al papel de las palabras y el lenguaje en la sociedad actual. Por ejemplo, la escritora argentina Inés Garland nos recordó, a propósito de la presentación de su libro Diario de una mudanza, que hay tiempos más propicios para que las palabras tiemblen y nos recordó que la narradora norteamericana Lydia Davis se ha referido de una manera precisa a mencionar la “temperatura de las palabras” como una suerte de clima que ayuda a preservar, sostener y comprender el sentido de cada palabra como si se tratara de un estado del lenguaje que revela su fuerza y respiración. Por eso, los traductores tienen la tarea de trasladar esa temperatura, ese temblor de una lengua a otra para poder darle un destino a ese latido exacto que nació en el idioma de origen.

Por ejemplo, bajo el nombre de ‘El cuerpo de las palabras’, el escritor Andrés Neuman y la poeta María Gómez Lara conversaron sobre lo que sostienen esas palabras cuando todo lo demás se rompe a propósito de sus libros Hasta que empieza a brillar y El lugar de las palabras, respectivamente. En el primero, Neuman indaga por la vida y destino de la gran lexicógrafa María Moliner, autora de uno de los más completos y fascinantes diccionarios de uso del castellano que hizo de un tema, aparentemente frío como podría ser un diccionario, una novela de idioma y una autobiografía secreta donde restituyó el sentido y el significado a muchas de las palabras censuradas en la dictadura franquista. En el segundo, la poeta parte del miedo real a perder el lenguaje tras una cirugía cerebral y reconstruye un mapa de la fragilidad para poder nombrar lo que nos queda cuando pareciera que todo se pierde, haciendo de la poesía un nuevo cuerpo y una nueva fortaleza. En ambos libros hay una forma honesta de defender una idea del mundo a partir de lo que se nombra y se define desde el lenguaje. 

De igual forma, en la presentación del libro Diario de una mudanza, su autora, Inés Garland, reflexionó sobre esa frontera donde la palabra no solo es forma sino memoria donde se reconoce y nombra la menopausia y la vejez desde ese cuerpo que un texto antiguo donde se traduce la furia, el deseo, la soledad y el silencio. Así mismo y desde otra orilla, la escritora venezolana Arianna de Sousa-García reconstruye en su novela Atrás queda la tierra un testimonio del exilio venezolano y el desarraigo desde un exilio mucho más profundo y es el de la lengua que nos sobrevive, que grita y entrega una carta al futuro como una botella de náufrago en una tierra llena de muros y sospechas. Arianna de Souza compartió mesa con la poeta Andrea Cote, quien presentó su libro Querida Beth, ganador del XXIV Premio Casa de América de Poesía Americana, un libro sobre la derrota en la migración de una mujer que nunca pudo habitar la nueva lengua, el idioma del país de llegada y que en estos poemas sobrevive a ese destino donde no hay palabras para nombrar la herida. Además, en la presentación de la selección Novelas eternas, de la ya mítica colección Cranford, publicada por Circulo de Lectores, defendimos con la escritora Paola Guevara la urgente necesidad de releer a los clásicos y regresar a las heroínas de siempre para comprender mejor nuestro presente y darle una vez más identidad a nuestras emociones. 

En otra mesa sobre cómo la historia con mayúscula y la privada se cuelan en la literatura, los escritores Héctor Abad Faciolince y Sergio del Molino conversaron sobre cómo las novelas y los relatos se convierten en una forma de disputar con la narrativa oficial la memoria histórica a propósito de sus libros Ahora y en la hora del escritor colombiano y Los alemanes y La España vacía, del escritor español ganador del premio Alfaguara de novela. 

Todos estos autores y autoras saben bien que las palabras y el lenguaje en tiempos de censuras son una herramienta eficaz contra la impunidad y el olvido y que desde la más compleja de las novelas o la crónica más contundente o el poema más misterioso se nombra el mundo y la experiencia humana y que pueden blindar nuestros recuerdos en un territorio seguro para siempre. Las palabras sostienen el cuerpo del mundo y seguirán contando los relatos de siempre, los que necesitamos para sentirnos parte de una comunidad y de una raza. Con su temperatura y su temblor, cada palabra nos recordará que tenemos una experiencia compartida llena de convicciones, verdades, miedos e infinitas preguntas que los libros, esos que festejamos en la FILBo, nos siguen salvando del olvido y el silencio.
 

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