Marisol Gómez Giraldo
Trump y Maduro, en el trasfondo de la ofensiva del Eln en el Catatumbo

Como es sabido, en política no suele haber coincidencias. Y, en ese sentido, no es casualidad que los trágicos hechos de la última semana en el Catatumbo –originados en la decisión del Eln de consolidar y ampliar su control en esa zona fronteriza con Venezuela– ocurrieran en vísperas de la posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, para su segundo mandato.
Es evidente que la agresiva ofensiva militar del Eln fue meticulosamente planeada, y que eligió con cálculo los tiempos y la profundidad de esa operación. No es gratuito que esa guerrilla haya desplazado hombres armados desde Arauca hacia el Catatumbo y que tuviera un listado con los nombres de varias de sus víctimas, algunas de las cuales fueron buscadas casa por casa.
Todo lo ocurrido en los últimos días en el Catatumbo con el Eln demuestra que este grupo guerrillero está siendo el peón de un juego geopolítico mayor: asegurar, para Nicolás Maduro, el control de la frontera colombovenezolana en esa región. Por ahí, en el pasado, ingresaron al vecino país agentes encubiertos, mercenarios estadunidenses y hasta exmilitares colombianos para actuar contra jefes de las disidencias de la Farc, como ‘Jesús Santrich’, ‘Romaña’ y ‘El Paisa’. Todos ellos estaban protegidos por el régimen chavista.
Y en momentos en que una de las opciones de Trump frente a la dictadura de Maduro puede ser una operación encubierta para propiciar un quiebre interno y un cambio de régimen, es apenas previsible que el ilegítimo presidente de Venezuela esté usando al Eln en el cordón de defensa que está tendiendo para mantenerse a salvo y conservar el poder a toda costa.
Maduro ha hecho pronunciamientos sugerentes sobre la preparación de su régimen para los escenarios que le plantea la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos. El pasado 15 de enero, en su informe anual ante la Asamblea Nacional, se refirió a varios planes de conspiración en su contra en los que, según dijo, estaban involucrados grupos “de mercenarios” y “comandos traídos de Colombia” para incursionar por los estados venezolanos Táchira y Zulia, precisamente colindantes con la zona fronteriza donde se desarrollan los ataques del Eln.
“Estamos obligados a prepararnos: guerra avisada nos garantiza la victoria. Tenía que decir esto, porque tiene que ver con la seguridad nacional, la seguridad interna”, señaló Maduro, quien unos días antes había hablado de que tiene varios planes frente a los “intentos desestabilizadores del exterior”: el plan A, el B, el C “y los que hagan falta”.
Por el lado de Trump, sus equipos de seguridad nacional y de política exterior han descartado, por ahora, una invasión a Venezuela, algo de lo que se llegó a hablar en el pasado, justamente hace seis años, cuando el republicano ejercía su primera presidencia. El Trump 2.0 que regresó este lunes 20 de enero a la Casa Blanca no es partidario de gastar dinero y recursos militares en guerras en el exterior.
En cambio, sí estaría dispuesto a propiciar una asonada apoyada por agentes encubiertos y mercenarios.
El pasado 10 de enero, la administración de Joe Biden aumentó de 15 millones de dólares a 25 millones de dólares la recompensa por información que lleve a la captura de Maduro. También ofreció esa suma por la captura de Diosdado Cabello, número dos del régimen chavista, y 15 millones de dólares por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino.
Pero hace unos días, el influyente senador republicano Rick Scott, quien es muy cercano a Trump, presentó un proyecto de ley para aumentar a 100 millones de dólares la recompensa por la captura de Maduro, una cifra muy apetecible para los mandos militares venezolanos y los cazarrecompensas, que existen hoy como existían en el viejo oeste.
El asesor de seguridad nacional que acompaña a Trump desde este lunes en la Casa Blanca, Mike Waltz, es un exboina verde del Ejército estadounidense y especialista en operaciones encubiertas. De Maduro ha dicho: “No habrá apaciguamiento, no habrá tolerancia”.
Waltz será el encargado de diseñar las políticas frente a los focos rojos que enfrenta Estados Unidos alrededor del mundo. Y uno de ellos, sin duda, es Venezuela, país estratégico que tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, con 303.000 millones de barriles y donde la presencia china y rusa resulta un desafío geopolítico para la nueva administración republicana.
Como esta columna lo advirtió una semana después de las fraudulentas elecciones presidenciales en Venezuela, Maduro y el Eln se convertirían en una mezcla explosiva para el presidente Gustavo Petro, pues era obvio que esa guerrilla y los intentos de paz con ella, con el apoyo del gobierno venezolano, serían utilizados como un elemento de chantaje por el autócrata que gobierna Venezuela.
Sobre todo después de un trino del pasado 8 de enero en el que Petro desconoció los resultados de las elecciones presidenciales en las que Maduro se proclamó ganador. El presidente colombiano dijo que esas elecciones “no fueron libres” ni transparentes. También repudió la represión desatada por el chavista contra sus opositores, contra la población y contra defensores de los derechos humanos.
“Esto, y otros hechos, impiden mi asistencia personal al acto de posesión de Nicolás Maduro”, escribió el mandatario.
Es evidente que Maduro tiene cuentas pendientes con Petro y que ya comenzó a cobrárselas. Por ahora, utilizando como peón al Eln, que tiene la encomienda de asegurar el control de la frontera binacional en el Catatumbo, como lo evidencian la planificación y la saña que ha mostrado esa guerrilla en la región.
Nadie debe pasar por alto, además, que Maduro ya va a cumplir 12 años en el poder. Si para algo ha mostrado habilidad el chavista es para eso: para mantenerse ahí. Lo que está ocurriendo en el Catatumbo se inscribe en esa lógica.
Precisamente, con todo lo ocurrido en la última semana en la zona fronteriza con los estados Táchira y Zulia, el Eln deja clarísimo que lo suyo no es un proceso de paz que conduzca al cierre del conflicto. Muestra de manera contundente que está listo y dispuesto para ser el peón de Maduro en la defensa de su dictadura, y que no le importa cometer crímenes de lesa humanidad en esa tarea, como matar a civiles indefensos.
