Efrén Martínez
21 Diciembre 2024 03:12 am

Efrén Martínez

Una moda asfixiante

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¿A quién se le ocurriría recomendar que conduzcamos a 210 km por hora, porque produce menos muertos que manejar a 220 km por hora? 

Parece que a la industria que está detrás de los vapeadores sí se le ocurren dichas ideas.

Por suerte, muchos adultos están empezando a reaccionar mucho más rápido que con la historia del cigarrillo que nos costó millones de muertes. Hoy no es fácil dejarse engañar con trucos del marketing ni con evidencias simples. La mayoría de los vapeadores generan efectos cancerígenos reconocidos, y no se trata simplemente de un incremento de tos, garganta seca, pecho cerrado, mayor secreción de mucosa y toxicidad respiratoria: se trata de altos contenidos de nicotina que generan adicciones serias y problemas cardiovasculares.

Vapear aumenta el riesgo de sufrir asma, así como de cáncer, neumonía, enfermedad pulmonar y niveles de nicotina en el cuerpo iguales o superiores a los de los fumadores. Y aunque el vapor contiene muchas menos sustancias cancerígenas que el humo del cigarrillo, esto no quiere decir que ellos estén ausentes de riesgo, ya que, en algunas ocasiones y bajo ciertas circunstancias, pueden estar al mismo nivel o ser más altas.

Ahora bien, en el mundo adulto, cada quien decide como vivir o morir. Y aunque es posible que algunos fumadores crónicos hayan encontrado una mayor comodidad en los vapeadores, el asunto es que se convirtió en una nueva forma de consumo y adicción para los menores de edad. No sabemos si fue pensado así y si ese hubiese sido el plan 
–mal haría en caer en teorías conspirativas–, pero la historia de estos negocios sí los hace seriamente sospechosos.

El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés) ya ha podido plantear que el riesgo de que los jóvenes no fumadores empiecen a explorar, consumir esporádicamente o iniciar un consumo frecuente de cigarrillos es siete veces mayor si han estado vapeando. Además, el vapor de segunda mano contiene partículas que pueden instalarse en los pulmones y generar riesgos para el sistema respiratorio, asunto que, sumado a los metales que pueden contener, representan también un riesgo de desarrollo de enfermedades urológicas. 

El asunto no es tan sencillo y simple como opinan algunos acerca de una simple moda, pues es común que muchas personas asumen actitudes positivas hacia el vapeo y lo ven como opuesto a fumar cigarrillo, incluyendo en esa visión un gran potencial para mejorar el bienestar y transformar la vida. La inocencia y el marketing vuelven a hacer de las suyas, llevando incluso a que los congresistas –como sucedió esta semana con una representante–, rompan la ley y vapeen a escondidas en pleno recinto del Congreso como si no pudieran aguantar el deseo irresistible de hacerlo. Y es que la nicotina es una droga muy poderosa: no sólo hace que te saltes las normas, sino que tengamos miles de adolescentes despertándose, por la madrugada, para ‘pegarse’ una primera dosis y poner su salud física y mental en riesgo.

La nicotina genera estado de ánimo depresivo, perdida de atención, insomnio, irritabilidad, ansiedad, dificultades de concentración, inquietud y muchos otros problemas. Si usted es un padre de familia, no favorezca estas posibilidades. Sea claro frente a lo que espera de sus hijos, no financie este vicio y, especialmente, no se haga el loco con lo que está pasando frente a sus narices, ni le haga caso a quienes, con discursos críticos financiados muchas veces por la industria, promueven su uso, atentan contra la evidencia ya encontrada y destruyen invitaciones como estas.

@efrenmartinezo
www.colectivoaquiyahora.org
 

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