Joaquín Vélez Navarro
Una nueva constitución no soluciona sus preocupaciones, presidente

El presidente sigue insistiendo en la idea de una Asamblea Nacional Constituyente. Aunque no es clara la forma, dice que es necesaria la intervención del poder constituyente para reformar nuestra sociedad y volverla más pacífica, justa e igualitaria. Ya hay un encargado en el Gobierno para lograr tal fin. Como lo afirmó la semana pasada en X, la principal tarea del nuevo ministro del Interior será “la búsqueda de un acuerdo nacional de verdad que permita explorar hacia el futuro la posibilidad de convocar una Asamblea Nacional Constituyente”.
El presidente de la Corte Constitucional, con toda la razón, presentó reparos frente a esta propuesta, como también lo han hecho varios colombianos. En respuesta a esto, Petro reiteró que la intervención del poder constituyente es necesaria para reformar aspectos esenciales de la Constitución que han sido, como lo llamó él, “contrarreformados” a lo largo de su corta historia. Así mismo, señaló que se requería acudir a este mecanismo, pues “el Congreso no ha desarrollado en 33 años, órdenes expresas de la constitución”. Por último, dijo que hay hechos posteriores a la Constitución del 91, como la crisis climática, el acuerdo de paz y la paz total, a los que tenemos que hacerles frente.
Una Asamblea Nacional Constituyente y una nueva constitución no van a cambiar el panorama actual, y mucho menos a resolver los problemas que plantea el presidente. Empiezo por el último punto. La paz total y la reconciliación son sin duda necesarias. Posiblemente son lo más importante para que avancemos como sociedad. Pero eso no se logra cambiando nuestra constitución. Eso se consigue dejando la actitud bélica, en la que se ataca y estigmatiza al contrario, o a todo aquel que piensa distinto. Mientras el presidente no deje de violentar a todo el que no lo alabe o adule, o a quien lo critique, va a ser muy difícil que podamos llegar a un acuerdo. ¿Qué suma, si es que se quiere llegar a un acuerdo con todos, decir que los que se oponen a la constituyente están a favor de la sangre y en contra del pueblo como lo insinuó en X el presidente? Ese tipo de mensajes, en vez de acercarnos, nos dividen y polarizan mucho más. Si la actitud de Petro sigue siendo combativa, no hay ningún papel que valga. Las palabras, sin acciones, son solo eso. Cambiar un papel, mientras se ataca con el lenguaje, no solo no soluciona sino que empeora las cosas y nos fracciona más como sociedad.
La falta de desarrollo del texto constitucional por parte del Congreso tampoco es algo que solucione con una nueva constitución. ¿Si nuestra rama legislativa no ha cumplido con la tarea hasta ahora, por qué habría de hacerlo con una nueva carta política? El problema no es el documento como tal, sino la falta de voluntad política o, posiblemente, la ineptitud de los distintos gobiernos de pasar muchas de las reformas que el país tanto necesita. En vez de cambiar el texto, insisto, lo que se requiere para una buena implementación de la Constitución es de habilidad política para lograr pasar las necesarias reformas.
Los problemas con la eficacia de los derechos, la protección del medio ambiente y la implementación del acuerdo de paz no se resuelven tampoco con una nueva constitución. La eficacia de las normas no se logra cambiando el texto. Se obtiene ejecutando e implementando políticas públicas que logren los objetivos propuestos.
Finalmente, no necesitamos una nueva constitución para cambiar lo que ha sido “contrarreformado”. Si lo que se busca es volver al texto inicial, basta con volver a reformarlo para retomar su esencia. Para eso no tenemos que botar a la basura toda la Constitución, sino modificar los puntos que están impidiendo que progresemos como sociedad.
Si Petro realmente quiere que nos reconciliemos como sociedad, que los derechos constitucionales se materialicen y que el Congreso cumpla con los mandatos que la constitución le ha impuesto, tiene que empezar por escuchar al otro, dejar de violentarlo y estigmatizarlo, llegar a consensos, ejecutar y conciliar. Tristemente, no creo que lo haga.
